Jennie entró en el cuarto iluminado por la luna. La cama estaba vacía. Un gruñido bajo y ominoso emanó de la esquina más alejada de la habitación.
— ¿Lisa?
El gruñido se convirtió en un rugido. Los finos cabellos de la nuca de Jennie se levantaron y su lobo se agitó inquieto. Jennie reconoció a su lobo ahora, su cautela, su fuerza, su valentía. Su obstinada negativa a ser dominada. Su lobo quería cambiar. Jennie lo quería. Sus huesos se deslizaron uno encima del otro, el dolor casi dejándola caer sobre sus rodillas. Sus músculos se extendían hasta el punto de desgarrarse. Su sexo se estremeció y lágrimas salieron de sus ojos. Se pasó el antebrazo impacientemente por la cara. No podía cambiar. Todavía no sabía cómo darle el control a su lobo sin perderse.
— Lisa. – Jennie dijo suavemente, bajándose hasta sus rodillas. Dejó caer sus manos a sus lados, exponiendo su pecho y vientre a la habitación oscura.
— Es Jennie.
No tuvo ninguna advertencia, ningún rasguño de garras en la madera, ningún relámpago de piel de plata a la luz de la luna antes de que la masiva bestia la golpeara en el torso y la tomara por la garganta. Cada instinto la empujó a luchar, y sus caninos y garras se sacudieron hacia afuera. Pero ella no luchó. El lobo plateado gruñó en su cara. Levantó la barbilla y le dio al lobo su cuello.
— Lisa, no te haré daño. Nunca te haré daño.
Garras se clavaron en su pecho y rastrillaron su vientre, atrayendo fuego y sangre. Los ojos de lobo-oro que miraban los de ella estaban llenos de nada más que rabia y dolor, completamente desprovisto de reconocimiento. La sangre enmarañaba la gruesa piel del pecho y el vientre del lobo. El corazón de Jennie le dolió por el dolor de Lisa. Lentamente, Jennie alzó la mano.
— Deja que te ayude. Deja que la manada te cure.
El lobo retrocedió sus labios, sus ojos se estrecharon y sus orejas se inclinaron hacia atrás. Se estaba preparando para atacar.
— Te amo. – Jennie acarició la poderosa cabeza del lobo. — Te necesito. Todos te necesitamos.– Los pesados músculos de los hombros del lobo se agruparon.
— Te han hecho daño, – susurró Jennie, acariciando suavemente el hombro sano del lobo. Sus lágrimas se mezclaban con la sangre de Lisa. – Pero eres fuerte. Tu lobo es fuerte. Lalisa. Encuéntrala. Ayúdala. – Jennie envolvió ambos brazos alrededor del cuello del lobo y apoyó su mejilla contra el enorme hocico. La sangre goteaba en el suelo y el enorme cuerpo se balanceaba.
— Lucha, Lisa. Por favor amor. Lucha.
El lobo sacudió la cabeza, gimoteando inseguro. Jennie se sentó y se llevó la gran cabeza plateada a su pecho, dispuesta a mendigar y negociar con cualquier poder que pudiera existir para salvar a esta gloriosa criatura, este valiente y noble ser cuya fuerza feroz y corazón generoso habían capturado el suyo. Ella enterró su rostro en el cuello que olía como Lalisa y ella, y a ellas juntas.
— Te amo. Lisa, por favor, vuelve. Te necesito. Te necesito mucho. - El lobo lamió su cuello y, con un suspiro, se acostó en el regazo de Jennie. Con cuidado de las heridas, Jennie envolvió sus brazos aún más protectoramente a su alrededor.
— Te amo.
No deberías haber venido aquí. - La voz de Lisa, firme, fuerte. Las lágrimas de Jennie humedecían la piel brillante bajo su mejilla, pero su corazón latía de alegría.
Jennie: ¿Dónde más podría estar?
Lisa: En algún lugar seguro.
Jennie frotó su barbilla en la cabeza del lobo.
Jennie :Siempre estoy a salvo contigo.
Lisa: ¿Confiarás en mí?
Jennie : Siempre estoy a salvo contigo. ¿Confiarás en mí?
Lisa :Siempre.
Jennie : ¿Me dejarías ayudarte?
Lisa :Sí.
Entonces el inmenso lobo cerró los ojos y se rindió al abrazo de Jennie.
Jisoo. – Jennie telegrafió.- te necesitamos.
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Empire I ( Metamorphosis ) [ Finalizada ]
AcakEscrita en el Omegaverse Sinopsis: kim Jennie nunca ha sido buena en seguir el protocolo, por lo que no lo piensa dos veces en prestar atención de emergencia cuando la vida de una niña está en juego, incluso si la niña está en la agonía de la fieb...