Empire I ( Metamorphosis ) [ Finalizada ]

Episodio 81

Jennie jadeó ante la viva imagen y el olor de Lisa llenó su pecho, la agitó. Excitada. Agitada, llena y lista, se retorció inquieta. Roseanne guardo su celular y empujó un carrito de acero inoxidable hacia la mesa.

— Acabo de hablar con mi madre sobre lo que necesitan. – Ella sonrió a Jennie.

— Empezaremos con las cosas simples, y podremos parar cuando quieras.

– Sólo toma todo lo que necesites.

— Dime lo que vas a hacer. – Lisa exigió.

– Una batería de análisis de sangre primero, buscando componentes virales, toxinas químicas, inmunoglobulinas, neurotransmisores alterados... – Roseanne se encogió de hombros.

– Cualquier cosa que pudiera explicar la temperatura elevada. – Miró a Lisa, como si pidiera permiso.

– Debido a que Jennie era humana, no podemos asumir lo que provocó que los síntomas de la fiebre fueran lo mismo para ella como para uno de nosotros.– Jennie levantó la cabeza y se concentró en Lisa, que aún se inclinaba sobre ella.

– ¿Qué desencadenantes tuvieron fiebre Were?

– Nosotros. – dijo Lisa suavemente, sus ojos de lobo-oro clavados en Jennie.

– Eres un lobo Were ahora. Eres mía ahora.

El pecho de Jennie se apretó ante el tono posesivo de la voz de Lisa. Se había educado a sí misma para no preocuparse por ser una extraña, el no importarle si no pertenecía a ninguna parte ni a nadie, y con el paso de los años, había llegado a creer que esas cosas no importaban. Se había equivocado. Quería pertenecer a Lalisa.

– Nosotros, entonces. ¿Qué causa la fiebre en nosotros?

Roseanne miró a Lalisa, y cuando Lisa asintió, dijo: – Argyria, envenenamiento de plata. El metal se ioniza y produce hipertermia y descomposición celular. La mayoría de las víctimas mueren por colapso sistémico debido a rabdomiólisis y hemorragia masivas. Los que no mueren cambian sin la capacidad de controlar a sus lobos.

– Y se vuelven rabiosos. – terminó Jennie.

Cuando eso ocurriera, Lisa haría ejecutar al rabioso Were. Pensó en el fragmento de plata que Lalisa había sacado del hombro de Moonbyul, y lo cerca que la adolescente había llegado a la muerte. Una feroz necesidad protectora brotó en ella al pensar en cualquier cosa que le ocurriera a Moonbyul o a los chicos o cualquier otro Were, y ella gruñó.

– Guardamos ese conocimiento por razones obvias. – Dijo Lisa en voz baja, frotando la pierna de Jennie.

– No te preocupes, nuestra Manada está protegida. – Jennie asintió con la cabeza, confortada por el tacto de Lisa. La certeza en su voz.

– Puesto que los humanos no son susceptibles a la intoxicación por plata, tiene que ser algo más.

– Sí. – dijo Lisa con tristeza.

– Los humanos no deben ser susceptibles a la fiebre Were excepto en el caso muy poco probable de ser mordido por Weres rabiosos. Entonces los niveles de la toxina son muy altos y capaces de transmitir la enfermedad, como los humanos infectados por Ebola o fiebre hemorrágica. Es por eso que ejecutamos Weres tan pronto como muestran signos de ser rabiosos.

– Pero yo fui mordida por una humana. – dijo Jennie,

– y por lo que tú...nosotros... sabemos, ella no lo contrajo de un rabioso Were.

– Exactamente. – dijo Lisa.

– Así que ella y yo hemos contraído algo anómalo. Algo que podría ser aún más peligroso. – Jennie miró a Roseanne.

– También necesitamos especímenes de una de las otras víctimas humanas.

– Lo sé. Mi padre lo está intentando, pero no queremos revelar por qué necesitamos la información.- Dijo Roseanne.

– Entonces es aún más importante que consigas todo lo que puedas de mí. - Dijo Jennie.

Jennie se sentó y desabotonó sus pantalones vaqueros. Lisa retrocedió de la mesa y Jennie se quitó los pantalones, despreocupada por su desnudez.

– Vamos a obtener la sangre primero, luego una biopsia muscular. Utiliza mi pierna para el tejido, y toma varios especímenes de núcleo. Necesitarás preparaciones de tejido fresco, por lo que sólo anestesia la piel.

– Eso va a ser doloroso. – dijo Rosé.

– Estaré bien. – Jennie se recostó y se obligó a relajarse, muy consciente de que Lisa caminaba de un lado a otro en el extremo de la mesa.– Lalisa, por qué no te va....

– No.