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—¡¿Qué crees que hacías con aquella perla?! —gritó la diamante amarilla. La rosada bajó la mirada, mirando a su perla.

—¡Ugh! ¡¿Por qué eres así?! ¡Siempre cuestionan mis labores! —gritó y golpeó el suelo. —¡Yellow, fueron solo unos besos nada más——

—Si sigues así de imprudente, nunca lograrás conseguir nuestra aprobación —ella soltó un quejido y chasqueó la lengua. —¡No te atrevas a producir ese ruido! —ordenó.

—¡¿Por qué no?! ¡Te he pedido algo sencillo! —aspiró y golpeó el suelo. —¡Yellow, todas tienen colonias! ¡¿Por qué yo no?! —volvió a decir y golpeó nuevamente el suelo —¡es injusto! ¡E-es...! —tartamudeó y golpeó el suelo —¡QUIERO MI PROPIA COLONIA! —gritó con fuerza. El suelo se quebró, al igual que varias paredes que se agrietaron.

—¡Pink! ¡Mira lo que le hiciste a tu perla! —la diamante menor tembló y se giró mirando el rostro de su perla. Se acercó apresurada y la tomó en brazos, mirando su ojo. La diamante menor soltó un sollozo.

—Calma, Perla, lo arreglaré —susurró y dejó caer sus lágrimas en el ojo ajeno. Abrió los ojos e hizo una mueca al notar que seguía igual —¡¿por qué no funciona?! —gritó. Yellow suspiró.

—Bien, vamos a simular que nada de esto pasó, ¿sí? Hablaré con White y te daremos otra perla —la rosada se giró a ver a la amarilla. —Eso es todo —simplificó y se paró, yéndose de aquel lugar. La diamante rosada soltó un sollozo.

—E-Esto es tu culpa —susurró y miró a la espinela. —¡La guiaste hacia aquí! —gritó, señalando los rosales. —¡Lo hiciste a propósito! —gritó nuevamente y miró con desprecio a Spinel. Ella tembló ligeramente.

—¿Q-Qué? —masculló. —No fue mi——

—¡La fue! —miró a su perla y la apegó a sí, llorando. La espinela tembló y salió corriendo de ahí, soltando varias lágrimas.

—¿Fue mi culpa? —susurró con cuidado y caminó en círculos. —Pink dice que sí, soy muy mala, yo... Debería ser destruida —tragó con dificultad y tapó parte de su rostro temblando. —Fue mi culpa —susurró. Sus pies comenzaban a teñirse de un color oscuro, mientras que de su hombro salió un pincho. —Fue mi culpa —volvió a decir y se agachó, abrazando su cuerpo. De él comenzaba a teñirse de un color oscuro y salían pinchos, incluso comenzó a salirle unos cuernos de la cabeza. —L-Lo es... —susurró.

—¿Spinel? —ella se giró y miró a la diamante que estaba. —Oh, Dios, no, no —agarró a la espinela en brazos, que poco a poco comenzaba a ser consumida. Los pies de la gema comenzaron a agrandarse. —¡No sé qué hacer! —lo pensó con lágrimas y se restregó contra ella. El proceso de corrupción se detuvo. Suspiró aliviada.

—Mi diamante —tembló. —Lo siento tanto... —negó con la cabeza con lágrimas.

—No debí decir eso... —el cuerpo de la espinela se estiró. La diamante tembló. —¡Spinel, no te corrompas! —suplicó. La apegó a sí. —No, no —susurró suplicante. —¡Yellow, White, Blue! —gritó de forma desgarradora. Fue al portal corriendo y se teletransportaron.

—Mira, mi diamante —señaló los rejuvenecedores. —Es la única manera —la diamante negó con la cabeza.

—No, ¡Debe haber otra forma! —los cuernos de la espinela crecieron y el color oscuro la comenzó a consumir. —Spinel... —agarró el rejuvenecedor. —... ¡Lo siento! —gritó y la atravesó, cerrando los ojos con fuerza. Al ver la gema contraria, la tomó en manos y la hizo una burbuja con cuidado. —No puedo dejar que te vean... —miró la burbuja y la escondió en el jardín.

My Diamond Hates Me | Stevnel [Diamond Steven Au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora