My Diamond Hates Me | Stevnel [Diamond Steven Au]

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Era un conejo de más o menos dos metros. Un conejo con patas largas y orejas grandes, en conclusión: una liebre. Solo que la susodicha tenía varios cuernos en la cabeza e incluso en el cuerpo. Sus dientes sobresalían de forma inquietante. Extrañamente era de varias tonalidades de rosado.

—Steven —la mano de la chica, fue al pecho del joven que miraba al monstruo asustado. —E-Es... Una gema... —señaló un corazón invertido en el pecho del monstruo. Los ojos de Steven, al ver dicha gema, se tiñeron de un color aguado, formando unos leves sollozos.

—Entonces por eso... Te fuiste... —susurró. Se acercó a la bestia que se puso en posición de atacar. Él se quedó frente a ella y acarició el pelaje de la gema con cuidado. El jackalope se inclinó a él y restregó su cabeza contra él. Steven soltó una risa y acarició las orejas peludas de la bestia. Hasta que... La bestia levantó su cabeza, embestiendo al chico con sus cuernos. Él soltó un quejido al chocar contra la pared y cruzó miradas con Lars que salió corriendo.

—¡Steven! —Connie corrió a él y se tiró encima de él, fusionándose. De su estómago sacó la espada de su madre y un escudo, preparándose para la batalla. Dicho monstruo comenzó a moverse de forma brusca, yendo hacia la fusión que esquivaba los movimientos como una campeona. —¿Recuerdas aquel rodaje del torero? —rió y apuntó a la bestia con su espalda —bueno, es lo mismo —la bestia dio un salto, dejando verse a las espaldas de la fusión. Esta se sobresaltó y se giró, pero no le dio tiempo. —Es más fuerte que la última vez —balbuceó intentando levantarse. —¿Por qué siempre tengo que pelear con tu novia? —bromeó y se giró, volviendo a correr a la liebre, que se dedicaba a intentar lastimar con sus cuernos a la fusión. Esta lograba dar saltos, levitando en el aire y evitando el mínimo contacto con la gema. —Dios... —maldijo. La bestia parpadeó y dio varios saltos lejos de ahí. —¿Por qué se va? —balbuceó.

Esto es extraño y la melancolía aguarda
¿Acaso está solo? ¿Por qué no me habla?
¿Acaso no me quiere? ¿Por qué no me cela?
Quizás se cansó de mí
Quizás sus susurros son pura pena