My Diamond Hates Me | Stevnel [Diamond Steven Au]

03

—No puede ser que tenga que venir a visitarlo —maldijo a lo bajo el diamante masculino, cruzándose de brazos. Su perla lo siguió por detrás, con la mirada gacha.

—¡Hola, hijo! —exclamó Greg bajando de su camioneta. Se acercó al menor. —Te extrañé.

—Oh, sí —fingió alegría y comenzó a caminar hacia la camioneta, dejando el palanquín detrás. La perla cruzó miradas con el humano que rió nervioso por la actitud irónica de su prógimo.

—¡Hola, hola! ¡La alegría y su ola! —chilló Spinel saliendo del palanquín. El diamante se dio vuelta, mirándola con desprecio.

—Perla, ¿te he ordenado que la bufona viniera? —la nombrada lo miró con nerviosismo.

—No, mi diamante, ¿desea que la mande de vuelta? —él lo pensó por unos segundos.

—No, déjala por ahí, apuesto que se perderá y podré irme pasivo —entró a la camioneta. La perla suspiró aliviada y miró a la espinela que daba saltos hacia dicho vehículo.

—No puede entrar, Spinel, órdenes del rey —aclaró la perla, dispuesta a subir.

—P-Pero... Somos... Mejores amigos —balbuceó la rosada. El diamante gruñó por la inutilidad de su perla al decir que no y se asomó.

—Ve a explorar la Tierra, es un lugar grande e interesante —miró al cielo pensativo. —Te ordeno que me traigas rosas azabaches —pidió y entró a la camioneta. El humano cerró las puertas.

La gema dio unos saltos y fue a caminar por el lugar, explorándolo.

—Pero, mi diamante, no existen rosas de dicho color —la crema miró a su diamante que sonrió malicioso.

—Entonces lamentablemente tardará un buen rato en encontrarlas —fingió pesar y miró a la crema.

—Buena idea, mi diamante —halagó. El humano comenzó a conducir.

—Me parece que te comportas cruel con tu amiga —acotó Greg mirando a su hijo.

—Es irritante —simplificó.

—Todos merecen una oportunidad, tú de pequeño eras irritante —rió y el diamante lo miró mal. —Vamos, Steven, ella te agradará, apuesto que es algo qué amar.

—Quizás —susurró con suavidad, suspirando con pesar. La perla lo miró preocupada pero solo permaneció callada.