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069: Atisbo.

Le insistía cada vez más a tu encanto
y dejaba mi dignidad en el pavimento,
tu suela calzaba mi espanto
y mis miedos revestían el sufrimiento.

Porque tu cordura
fue la razón de ser de mi locura,
porque tu camino se extinguió en el fondo frio
de un bosque que todo lo cura.

Y me abracé a mí mismo a la orilla de ese lago, Roma,
Y lloré lagrimas que llevaban tu nombre,
desee ahogarme con ellas hasta que mi ruina ya no fuese tuya.

Querías llevarte contigo cada atisbo
de felicidad que iluminara mi rostro,
aunque sea por un rato. Y lo conseguías.

Roma. © II EN FÍSICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora