Lovesick [Eremin | AU | Omegaverse]

Capítulo 10: Oscuras Espinas

La recuperación del fin de semestre me ha pasado la cuenta en tantos sentidos que olvidé actualizar, perdón. Aquí les traigo un nuevo capítulo introduciendo más personajes a la historia. Se podría decir que aquí inicia la segunda parte de la trama y verán más desarrollo de los secundarios para hacer así la narración más fluida uwu. Espero que sea de tu agrado ❤

No puedo iniciar sin dar gracias infinitas a quienes siguen la historia, y a  Skyonce, 78999999999909j, GodneAri, Yukihara123Ryouma, xrckrch, BlueberryA1, MeidelyGil, greengld_ por sus comentarios. Con mucho amor se los dedico a ustedes.

Revisión: 27/04/2021, cambios menores en ortografía.

★★★

Sus botas de negro tacón resonaban al andar sobre el cemento con una gracia peculiar poco vista. Con cada movimiento de sus torneadas piernas hacia parecer que la tela oscura con toques azulados de su falda tableada danzaba por sobre las rodillas, cubriendo en parte a las medias de malla bruna. El vestido se ceñía en el centro de su cintura con un simple corsé de cuero ébano cerrado en medio por broches plateados, el que contrastaba violentamente con la piel de sus clavículas, de elegante pálido, y en su cuello una gargantilla de calaveras oscuras con incrustaciones de piedras rojas en el espacio de los ojos. El atuendo finalizaba con una larga casaca negra ajustada a su figura.

Se veía hermosa y letal: nadie vestía mejor el color del abismo que Mikasa Ackerman.

Era imposible no voltear a ver a semejante dama de labios rubí, cabellos azabache y rasgos asiáticos: era exótica como ninguna. Aunque difícilmente sospecharían que aquella grácil y elegante mujer era en realidad la bicampeona de Kick Boxing por segundo año consecutivo. Podía moler a golpes a quien quisiera si así se le daba la gana. Y, sin embargo, su vida era más común de lo que pareciera. Al igual que cualquier adolescente promedio, hoy tenía una cita importante con un chico especial, por lo que, a pesar de verse perfectamente imperturbable, por dentro le carcomían los nervios.

Se arregló más de la cuenta por la misma razón: era su forma de demostrar al mundo que estaba preparada para lo que fuera. Era un ritual que por años mantenía y parecía funcionar, se sintió más segura apenas observó su imagen reflejada en el ventanal de la cafetería, y detrás de ella el frío sol del atardecer.

Acompañada del silencio, Mikasa hizo presencia esa tarde del lunes en Jaeger Kaffee. Apenas atravesó el portal, escuchó al son la campanilla junto a las voces de bienvenida de los baristas detrás de la barra. Y como acostumbraba desde hace un par de semanas, fue a tomar asiento en su lugar favorito que parecía estar siempre reservado para ella: una pequeña mesita para dos ubicada al fondo de la sala, en una posición perfecta para observar a quienes pasaban por el umbral, además de no perder de vista el mostrador.

Sacó el teléfono del bolsillo de su chaqueta para revisar si sus mensajes habían sido leídos, decepcionándose al ver que el último largo mensaje que envió a Eren fue respondido con un frío «ok».

Sus finas cejas se torcieron por el dolor que le producía su apatía. A Eren le estimaba demasiado desde que eran unos niños, mas sentía que el chico le veía como una carga, cuando ella quería ser todo lo contrario: un apoyo incondicional. No quería más que verle bien, pero él malinterpretaba todo lo que hiciera, lo que le angustiaba demasiado.