Lovesick [Eremin | AU | Omegaverse]

Capítulo 13: Cavando su propia tumba

Hola gente bonita, como prometí anteriormente: aquí responderé algunas preguntas que me dejaron en el capítulo anterior. Fueron poquitas, así que como malvada autora que soy añadí al final dibujos sin contexto con spoilers sobre la historia (qué ruin de mi parte jajaja). Este es el capítulo más largo que he escrito hasta ahora con casi 9.000 palabras, casi el doble a lo usual.

Dedico este capítulo a greengld_, alicat_1018, xrckrch, H0NEY-AYANO, 78999999999909j, AmargaMetade, MeidelyGil, MariaVallejo889, franciscaosiosi, Mormurali, Yukihara123Ryouma, BlueberryA1, FiorellaArlette_, couldpeachy por dejar sus infaltables comentarios ❤, perdón si olvidé añadir a alguien uwu. ¡Que lo disfruten!

EDIT 04/06/2020: Gracias so-ddaeng por la corrección, espero que ahora si esté bien escrita esa línea :).

★★★

El frío caló profundo desde sus tobillos apenas puso un pie fuera de la oficina a pesar del abrigo que provenía desde la hilera de ventanas que daban vista hacia una de las canchas del instituto, la que se encontraba ocupada por unos pocos alumnos del club de atletismo que entrenaban corriendo bajo el sol de la media tarde. Eren se quedó por un momento observando tan lejana escena sin pensar en nada, dándose un momento de ordenar las rumiantes ideas que tenía en su cabeza.

Envidiaba sus vidas, con tan poco de lo que preocuparse.

Súbitamente le escocieron los ojos y apretó la garganta, pasó sus dedos con brusquedad por sobre sus párpados antes de retomar su camino a casa. Con cada paso, Eren se sentía ligero e inexplicablemente deleznable. Casi podía percibir la ilusión del sonido rebotar a través de su hueca carcasa como si se tratara de un muñeco de porcelana. Le afectó más de la cuenta lo ocurrido minutos antes en la reunión, pero había sido necesario: la liberación tras su confesión fue abrir una bodega llena de objetos apilados a presión que se desperdigaron por el suelo apenas quitó el seguro.

Menudo desastre había causado.

Eren confiaba en su tutor, y aun así presentía que el hombre de alguna forma no estaba preparado para la mayoría de los temas que se tocaron durante la sesión. Aparentemente, no hubo muchos cambios a posterior. El maestro seguía respondiendo de igual forma, cordial, con sus mismos gestos, manteniendo la formalidad y serenidad que le caracterizaban. Pero su inconsciente percibía que algo andaba mal. Su olor con tinte a agresividad confundía a sus sentidos.

¿Estaba molesto con él por quitarle tiempo útil?, ¿o quizás se sentía irritado por su sinceridad respecto a sus sentimientos por un chico? Bajando las escaleras, intentó repasar en orden lo ocurrido para encontrar el posible origen de su mordacidad, pero el escuchar que le llamaran una, dos, tres veces hizo que rápidamente perdiera la nula concentración que poseía.

Ahora era su turno de cabrearse. Fue sostenido con fuerza desde el antebrazo antes de que pudiera responder a su llamado. No necesitaba girarse a encararle para saber de quién se trataba, eran pocas las opciones y sólo una persona capaz de gritar su nombre con tanta insistencia con tal de captar su atención.