En ese momento de la noche, solo reía y bebía de un vaso lleno de vodka y jugo de fresas. Se había convertido en mi bebida favorita de momento. Tampoco era como si conociera muchas bebidas, pero entre martinis, whisky, ron y cervezas, lo prefería.
―No deberías beber tanto ―dijeron cerca de mi oído―. Los problemas siempre te rodean.
Me volteé para verlo a la cara. Austin me miraba divertido mientras yo perdía el aliento.
Qué irónico comentario.
Había pasado tiempo desde la última vez que lo tuve así de cerca, y lo que me provocaba siempre iba en aumento. Pensé que iba a ignorarme aquella noche, como lo había hecho durante el trayecto en que lo buscamos, y lo trajimos al lugar.
Tenía pantalones de mezclilla negros, y una camisa gris ajustada que marcaba su torso definido. Sus brazos desnudos me mostraban aquellos tatuajes que le daban el punto final al porte de chico malo.
Estaba también con uno de esos vasos rojos, y un joint en la otra mano.
Él se dio cuenta que lo estaba mirando descaradamente, y solo sonrió con arrogancia.
―Tú tampoco deberías beber. Aún no tienes edad ―dije sonriéndole, pronto su arrogancia se convirtió en fastidio―. Oh, no quise ofenderte.
―Es gracioso si lo piensas ―dijo acercándose peligrosamente a mí―. Crees que soy un niño, ¿verdad?
―Sí ―afirmé, y pronto mi seguridad se encogió con su cercanía.
―Entonces... ―Se inclinó hacia mi cuello para dejar un beso corto y húmedo en él. Obviamente mi cuerpo reaccionó, estremeciéndome como siempre―. ¿No es gracioso que un niño te haga sentir así?
Él señaló mi piel erizada y yo traté de alejarme, para dejar de sentirme agitada. Podía sentir el alcohol en sus palabras, y tontamente pensé que no era bueno tener un menor de edad ebrio, luego recordé que la mayoría de los que me rodeaban apenas iban cursando el último año de instituto. Miré hacia los lados en busca de Amber o Sam, pero solo pude ver al último, que nos miraba desde su rincón con una sonrisa pícara.
¿Acaso estaba soñando? No, en mis sueños él lo hacía puré.
―Él no hará nada ―dijo Austin siguiendo mi mirada―. Tiene una idea rara sobre la amistad y compartir cosas, y pues... soy su único amigo.
―¿Qué es lo que quieres Austin? ―le pregunté.
―Todavía no estamos jugando Becky ―susurró, refiriéndose a unas de las conversaciones que tuvimos anteriormente, y que se parecía mucho al contexto de esa situación. Aunque pensándolo bien, con él siempre parecía repetirse una y otra vez la misma escena―. Quiero que empiece el juego.
―Hace mucho tiempo no hago esto ―dije, y él me miró confundido―. Ya sabes, juegos de niños.
La burla que salía de mi voz me sorprendía, claramente era el alcohol hablando por mí, soltando aquello que siempre quise decir, pero no podía porque mis hormonas no hacían más que convertir las palabras en balbuceos de adolescente.
―Muy bien ―dijo él, arrinconándome hasta hacerme chocar contra la barra que no había visto anteriormente, ¿en qué momento apareció?―. Vamos a ver qué tan niño puedo ser.
Se inclinó hacia mí, y estuvo a punto de besarme, pero antes de que pudiera hacerlo, lo alejé.
Sí, matenme.
―¿Por qué te alejas, Austin? ―cuestioné, refiriéndome a las últimas semanas que no supe de su existencia, salvo por las cosas que comentaba Sam.
Su rostro que al principio me mostró sorpresa, cambió a uno más dulce en cuanto comprendió mi pregunta, alejando al arrogante que había sido hace unos segundos y pareciendo comprensivo. Pero no pudo contestarme, ya que un tumulto de gente gritando llena de euforia nos arrastró hacia la salida, que era a donde la gente se dirigía.
Se oían gritos y golpes, todos querían ver qué era lo que pasaba afuera. Estábamos por presenciar una pelea. Austin me miró por un momento, y pude ver la preocupación en sus ojos. Ambos miramos hacia el rincón en donde había estado Sam, pero él ya no se encontraba allí.
―¡Mierda! ―gruñó Austin mientras me agarraba de la mano para empezar a empujar a la gente y salir del lugar.
―¡Rebbeca! ―gritó mi amiga, que había aparecido en mi campo de visión desde el otro lado pero no podía acercarse por la multitud―. ¡No te preocupes, nos vemos en el Jeep!
Solo asentí en su dirección, y seguí escurriéndome entre la gente.
Cuando estuvimos afuera, toda la gente se había amontonado en la calle, empujándose entre sí, y dejando un pequeño círculo en el que estaban peleando dos personas que no lográbamos ver.
Austin se giró a verme, y lo vi dudar. Miraba hacia el círculo, y luego a mí.
Supuse que no sabía si ir ahí, o llevarme a un lugar seguro, entonces asentí haciéndole saber que yo iba a estar bien.
―Ve hacia el Jeep con Amber, nosotros estaremos ahí en un momento ―dijo antes de correr para volver a empujar a la gente, sin dejarme tiempo para responder, aunque quise decirle que tenga cuidado.
Cuando me giré para ir hacia donde me había dicho, una mano jaló de mí, llevándome hacia el lado contrario. Al comienzo pensé que solo era por la agitación del momento, pero el agarre se intensificó, lastimándone sin reparos.
Traté de resistirme, pero era más fuerte que yo. También grité muchas veces, pero fui acallada por el barullo y el escándalo de la gente.
Empecé a desesperarme. Nadie podía oírme, nadie podía ayudarme. Y eso sí que estaba jodidamente mal.
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Un pequeño gran problema [COMPLETA]
ЧиклитLa vida adulta no siempre es como uno se lo espera, y a más de uno le resulta caótico el proceso de adaptación. Rebbeca Houston no es la excepción, ya que su vida da un giro drástico cuando decide volver a su ciudad natal para terminar con su capac...