Capítulo 15: R U mine?

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Terminamos de cenar, ayudé con los trastos sucios, y fui a mi habitación con Jo, ya que tenía que preparar todas mis cosas para el día siguiente en el hospital.

Con un poco de vergüenza, tenía que admitir que aquella vez me esmeré mucho en buscar mi ropa porque quería llamar la atención del doctor Alex. Era la primera vez que me pasaba algo así. Supongo que juntarme con Amber, traía este tipo de consecuencias: comportarme como una chica.

Después de terminar con todo, y ya con el cansancio fundiéndome hasta los huesos, decidí ir a dormir. Con mucho cuidado me saqué la ropa para ponerme el pijama, evitando mover mi brazo izquierdo. Mientras me ponía el pantalón de franela, mi teléfono móvil sonó en un mensaje de WhatsApp.

"AMIGAAAAAAA! YA SÉ DE DÓNDE ME SUENA EL NOMBRE DE AUSTIN REED. "

"DIMEEEEEEEEEEEE" contesté.

A los segundos, ella respondió: "Te lo diré mañana, entonces no te saco más horas de sueño."

"Estoy segura de que, si te cuento ahora, no podrás dormir."

"Y con lo mal que te veías hoy, no quiero correr ese riesgo."

AHOGUÉ UN GRITO LLENO DE FRUSTRACIÓN.

Perdón; ahogué un grito lleno de frustración. Odiaba que las personas hicieran eso. Mi intriga siempre fue más grande que yo... mucho más grande que yo. Además, ¿con lo mal que me veía hoy? Uf, no amiga.

"DILO AHORA, SI NO LO DICES TAMPOCO PODRÉ DORMIR."

Pasaron los minutos y terminé de vestirme con la camiseta, lavé mis dientes y cepillé el pelo de Jo hasta dejar pelusas por todos lados y limpiar todo. Pero ella no volvió a contestar. Maldita Amber.

—Te odiooooo —le dije en un audio, con un llanto fingido.

Sin obtener respuestas de su parte, me alejé del teléfono y me acosté en la cama, con Jo a mi lado, poniéndome a pensar en lo de Amber sobre Austin. Buscaba todas las probabilidades de que se conozcan, de que mi joven vecino siguiera algún tratamiento psiquiátrico, o algo así. A lo mejor el rubio tenía algo que ver, ya que a él lo había visto en el hospital, hablando con Alex.

Estaba pensando en todas esas posibilidades durante un tiempo, acariciando a Jo que se dormía cada vez más profundamente bajo mis brazos. Quería creer que Amber solo se ocupó un rato, pero que iba a contestar ni bien tenga un tiempo libre.

Y como la noche anterior no había descansado mucho, me dormí aun esperando.

***

—¡Amiga! ¡Austin Reed es un maniático pervertido! ¡Salió en los noticieros, por eso el nombre se me hacía conocido! —gritó Amber cuando estábamos almorzando en la cafetería del hospital, cosa que me sorprendía a mí misma, ya que nunca almorzábamos ahí.

—No entiendo, ¿estamos hablando del mismo?, ¿el pequeño Austin? —pregunté incrédula ante aquellas difamaciones, seguramente solo se había confundido. Miré a Jo, que estaba en mis brazos, mordiendo mi pijama.

Esperen, ¿qué?

—Él mismo, estuvo en la correccional de menores por varias denuncias. ¡Confiscaron su página web de ventas de armas ilegales! ¡Ese chico te traerá muchos problemas! —siguió gritando Amber.

Yo no supe qué contestar, estaba de lo más confundida. La cafetería estaba muy concurrida, por lo tanto, varias personas voltearon a vernos, el día estaba siendo bastante extraño.

Entonces llegó el doctor Alex, con notoria confusión.

—Rebbeca, ¿qué haces así vestida? 

—Puedo explicarlo, doctor Fernandez... —dije sintiendo mis mejillas arder, pero para ese entonces él y Amber se estaban riendo a carcajadas.

Me levanté de la mesa hecha una furia, ya que ellos no tenían derecho alguno para burlarse de mí. Yo no les había faltado así el respeto a ninguno. La furia se transformó en angustia en un tiempo record, al darme cuenta de que lo que me molestaba era que fueran ellos los que se reían. O mejor dicho él.

Jo me siguió, y en eso vino un chico de unos ocho años corriendo, tomando a mi mascota en sus brazos y gritando groserías.

Lo reconocí de inmediato. Él era el pequeño Austin, Austin Reed. Reconocía todo de él, a él cuidaba cuando la señora Marga no se encontraba en casa, o cuando le iba mal en sus clases de matemáticas. Lo perseguí hasta el estacionamiento, gritándole que me devuelva a Jo. Pero mis padres llegaron, tomándome por los brazos y dejando que Austin se aleje.

Todo estaba pasando tan rápido.

—¿Por qué siempre me retienen? —pregunté, nuevamente furiosa.

—No queremos que termines mal, Becky... —dijeron al unísono, como un lema aprendido de memoria.

Y de repente se escucharon las sirenas de una patrulla de policías, un tipo uniformado se bajó del patrullero y apuntó a Austin con un arma pidiéndole que se detenga.

—¡Es solo un niño! —grité, y creí que nadie me había escuchado, pero el infiltrado hizo su aparición en la escena, mirándome desafiante ante mis palabras.

—Tranquila, Becky —contestó Austin, mientras reía y me guiñaba un ojo.

—Lo tengo enfrente mío, necesitamos refuerzo —dijo el policía hablando por su radio.

Llegaron más patrulleros, y varios policías armados rodeaban al pequeño, bajo las carcajadas de todos los presentes. Pero el sonido de las sirenas junto a las risas se fue convirtiendo en música.

Y reconocí la canción como R U Mine? de Arctic Monkey; mi despertador. 

Un pequeño gran problema [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora