Capítulo 44: Perdida

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Alex se llevó a Sam de la habitación, dejándome aún con un obstáculo en la puerta.

Bien, no necesariamente tenía que ser un obstáculo. Tal vez podía salir sin necesidad de que pase algo. Él podía simplemente ignorarme, como hizo un par de veces, ¿verdad?

―Becky, Becky, Becky ―dijo el susodicho lentamente a mis espaldas, yo me di vuelta sorprendida y sobresaltada, y lo vi negando con la cabeza repetidas veces―. ¿Por qué será que no puedes mantenerte alejada de mi entorno?

Lo miré confundida.

―Es-estoy solamente haciendo lo mío ―dije en un susurro, no sabía por qué estaba tan intimidada en ese momento. No era la primera vez que hablaba con Austin, no tenía motivos para comportarme como una miedosa―. Tú estás siempre me-merodeando en mi entorno, no al revés.

Bien, ahora dilo sin tartamudear.

Austin se estaba acercando a mí, y yo retrocedía cobardemente con cada paso que él daba.

―Tú realmente no sabes en lo que te estas metiendo, Becky ―volvió a repetir, como ya lo había dicho en otras ocasiones, y yo seguía sin entender a qué se refería. Terminé chocando contra la cama de Melínoe con Austin en frente, inclinándose hacia mí―. Deberías alejarte ―susurró en mi oído―, ahora que aún puedes.

Él acarició mi mejilla con el dorso de la mano. Y yo tragué saliva ante su tacto, la piel se me erizó luego de haber recorrido un escalofrío intenso por todo mi cuerpo.

―¿Alejarme de qué? ―pregunté con la voz baja.

―Deberías ser una chica buena, Becky ―su voz ronca penetraba mis oídos, mandándome corrientes eléctricas y estremeciéndome una vez más.

Es un niño, no dejes que te intimideeeeeee.

―Ni siquiera estoy haciendo nada malo.

Él presionó mi cuerpo con el suyo, inmovilizánd­ome completamente; aunque mi cerebro ya lo había hecho anteriormente, a costa de mi subconsciente.

―¿Ah no? ―preguntó él― ¿Qué estás haciendo aquí entonces?

―No lo sé ―susurré honestamente, solo estaba trabajando...

Sentí su cálido aliento en mi cuello y en mi nuca, traté de apartarme por reflejo, pero él volvió a hacer presión con sus brazos, imposibilitando mi escape.

―Sigues siendo fácil de molestar ―dijo él con tono divertido, mientras sonreía sobre mi cara, dándome la posibilidad de apartarlo con un empujón en el pecho―. Oh Becky, había olvidado lo bien que se siente tenerte cerca.

―¿De qué estás hablando? ―dije sonrojándome.

―De esto, molestarte personalmente.

Caíste como una tonta.

―Niñito ―respondí, no podía creer que en serio me había robado el aliento hace un momento, traté de recuperar la compostura ante él―. ¿Terminaste de jugar?

―En realidad no ―dijo volviendo a su tono serio―. Cuando te digo que te alejes, es que te alejes. Aléjate de Alex... y de Sam.

―¿Por qué lo haría? ―respondí cruzándome de brazos. De pronto mi orgullo impedía que lo viera como alguien superior. Él era tan solo un adolescente, no tenía idea de nada.

―Porque eso es lo que haces Becky, obedecer sin rechistar ―dijo en tono burlón.

Lo miré con la boca abierta, indignada. ¿Eso era lo que pensaba de mí? Pues no, mi cielo.

―Pues mira cómo te obedezco ―le contesté empezando a caminar hacia la puerta para seguir con lo mío.

―No quieres jugar conmigo ―dijo mientras volvía a tomarme del brazo―. Terminarás totalmente perdida.

Estuve a punto de contestar algo patético, porque estaba enojándome su actitud de mafioso imbécil. No tenía por qué tenerle miedo, era solo un niñito asustado que se vio muchas películas de acción o de esos badboys perfectos a los que claramente podía representar, con esa carita de ángel y cuerpo de infarto, maravillo... no pude decir nada de todos modos, porque Sam apareció en mi campo de visión.

Antes de siquiera cruzarme con él, me solté de su agarre y me escapé por el pasillo. No tenía ganas de enfrentar toda esa situación, o por lo menos no en ese momento.

Caminé rápidamente por los corredores, pensando en mi amiga, que en mi mente no paraba de repetirme que era una auténtica pervertida.

No sabía nada de Amber desde que me dejó en casa el domingo, no respondía mis mensajes y menos mis llamadas. En el hospital estuvo ignorándome completamente durante todo el día.

Disgustada con su actitud, la busqué en el momento del descanso, y la intercepté sorprendiéndola en uno de los pasillos.

―¿Qué se supone que te pasa conmigo?

―Mierda Becky, ¡me asustaste! ―respondió ella sobresaltada, poniéndose las manos en el pecho.

―¿Por qué estas evitándome?

―No te estoy evitando ―soltó ella―. Solo estuve muy ocupada.

―¡Mentirosa! ―chillé― ¡Te he estado observando hace un rato coqueteando con Jason!

―¿Acaso me estas espiando? ―preguntó indignada.

―Eres mi amiga, es obvio que lo hago ―le respondí irritada―. Bueno, en realidad solo te vi por casualidad, yo sí estuve ocupada.

―Becky... ―empezó ella, pero le interrumpí.

―No hablaremos del tema si no quieres, no es necesario que me lo digas ―dije tomándola por los hombros―. Solo quiero que sepas que estoy aquí, que puedes llorar conmigo y yo no voy a indagar. Solo no me evites, eres mi amiga y necesito verte.

―Eres tan cursi ―dijo abrazándome―. Lo siento, no quise evitarte realmente. Solo que no sé cómo actuar con todo esto.

―No te preocupes Amber, estoy contigo. Actuaremos de la mejor manera posible ―contesté, comenzando a caminar con ella, mientras abrazaba sus hombros, por el pasillo―. Buscaremos la manera juntas, yo voy a ayudarte.

―Estoy perdida ―dijo ella, en medio de una risa, recostando su cabeza sobre mi cuello.

Un pequeño gran problema [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora