Capítulo 62: Familia

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―Tenemos que hablar ―dijo Amber con su cara manchada con el negro de su maquillaje corrido, mientras yo bajaba un poco aturdida del vehículo que segundos atrás había compartido con un intenso Austin.

―¿Estás bien? ―pregunté a la vez que la abrazaba, llevando mis manos a su nuca y besando su coronilla. Ella no dejaba de temblar y eso me preocupaba de sobremanera.

―Sí, no te preocupes por mí ―contestó tiritando y me condujo hacia la entrada, Austin hizo un gesto con su cabeza para despedirse y se marchó del lugar, pero no podía prestarle atención teniendo a la rubia temblando bajo mis brazos.

―Me estás asustando Am, ¿qué va mal?

Ella negó con su cabeza y sorbió su nariz, mientras trataba de limpiar sus mejillas con sus mangas, quitándole peso a la situación que la tenía de ese modo. 

―El doctor Scott te está esperando, Becky. A la salida voy a estar esperándote, tenemos mucho de qué hablar ―sentenció ella y me dirigió hacia el consultorio que compartía con mi tutor psiquiátrico.

Ni bien llegamos, Amber desapareció sin siquiera mirarme, pero no pude hacer nada, porque  Martin Scott no dejaba de felicitarme por el trabajo de aquella mañana. En mi mente no había lugar para elogios; entre los pacientes, el siguiente paso de Sam, los repentinos cambios de humor de Austin y mi amiga lloriqueando, no cabía ni siquiera una palabra más, y eso era frustrante.

Durante esa tarde, tuve que hacer todo lo posible para concentrarme y explicarle detalladamente al doctor Scott el progreso de cada paciente que visité, llevando mis pensamientos a mis preocupaciones siempre que tenía alguna mínima oportunidad.

Trataba de no pensar en Amber, ya que pensar en eso solo me ponía ansiosa, y no quería tener un ataque de nervios. En cambio, mi cerebro hacía que mi cuerpo reaccionara una y otra vez al recuerdo de lo que pasó con Austin.

¿Qué rayos fue todo aquello?

Desde su aparición en la sala de Sam, soltando todas esas cosas que no comprendí en lo más mínimo; hasta su comportamiento en la escalera, que me dejó abrumada por las sensaciones que transmitía a mi cuerpo con su cercanía; y también su raro discurso en que me decía que no estaba mal ser novia de Sam... todo aquello me parecía descabellado, tonto y demencial. Pero, ¿qué podía esperar de aquellos dos?

A lo mejor también tenía que incluirme, ya que mi comportamiento se asemejaba a aquellas características. ¿Por qué sentía cosquillas por todo el cuerpo cuando él me acariciaba? ¿Por qué me causó tanto placer verle sonreír cuando le comenté sobre lo que pensé de Sam?

Se me estaba pegando la locura, supongo.

O también podía culparle al leve mareo que sentía por el alcohol. ¿Verdad?

―Puedes irte niña, estas bastante volada ―dijo el doctor Scott, interrumpiendo mis confusiones mentales―. La próxima que vayas a beber, ten la decencia de invitar ―agregó en un tono burlón.

Inmediatamente me sentí una total desubicada, había olvidado echarme un poco de alcohol en gel para cubrir el olor a ron.

―Venga Rebbeca, no hay problema. Sé lo que puede ser un día duro de trabajo... solo debes cuidarte del director, no querrás que te sancione...

***

Me encontraba esperando en la cafetería del hospital. Estaba sola, aburrida y cansada hasta los huesos; pero Amber dijo que teníamos que conversar de manera urgente.

Jason se había acercado un momento, escapándose de sus responsabilidades para conversar y hacerme compañía durante un período en los que pude desconectar la mente de mis agobios emocionales, pero cuando el doctor Milán lo descubrió no tuvo más remedio que volver al trabajo a regañadientes.

También había visto al doctor Alex vagando distraído por el pasillo continuo, y pensé en lo rara que había sido nuestra relación. No éramos amigos como él había dicho, desde siempre lo vi como algo más, y muy en el fondo quería creer que él pensaba igual. Éramos algo más allá que tutor y alumna, ni hablar de compañeros. Entre nosotros el ambiente siempre era algo tenso, como si los dos sabíamos que solo nos bastaba con vernos para ponernos nerviosos y torpes.

Eso me tenía muy confundida. Al comienzo parecía querer acercarse, querer conocerme y demás; pero luego su comportamiento había cambiado, para rechazarme, cambiarme y luego gritarme que me alejara de Sam.

Menudo grupo de locos, Becky.

Estuve a punto de quedarme dormida sobre la mesa, cuando llegó Amber junto a la niña del otro día. El rostro de mi amiga ya no estaba tenso como antes; sí podía ver preocupación a través de su sonrisa, pero parecía un poco más tranquila.

―Vengo a presentarte a alguien, Rebbeca.

Me levanté de mi sitio para quedar a su altura y me fijé detrás de ella, pero no había nadie más.

―¿Ah sí? ¿A quién? ―indagué curiosa. Ella le dio un empujoncito a Dana para que quedase un paso más cerca de mí, y la miré sin comprender. 

―Hola ―dijo Dana mientras se sonrojaba en señal de timidez. Su gesto me causó cierta ternura y solo pude atinar a estrujarle las mejillas con amor.

Al verla de cerca pude apreciar bien su aspecto, ella tenía el cabello castaño escondiendo la mayoría de su pecoso y regordete rostro; ojos grandes de color miel, adornados con pestañas largas y rizadas, y su cuerpo era bastante pequeño como para coincidir con su cara, le daba un aspecto caricaturesco. Ella era muy bonita.

―Ya la conozco. Me la presentaste el otro día, ¿no lo recuerdas? ―pregunté dirigiéndome hacia mi amiga.

Ella me sonrió nuevamente, pero con más énfasis, poniéndose entre nosotras para acercarnos y tocar nuestros hombros, como un gesto de conexión. Después de un suspiro y un asentimiento hacia Dana, finalmente habló: ―Ella es tu sobrina.

Un pequeño gran problema [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora