Capítulo 36: Mintiendo a la ley

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Cuando estuvimos frente a la estación de policías, la escasa determinación que tuve en ningún momento, me abandonó completamente y flaqueé.

―Rebbeca, no tenemos toda la noche ―había dicho Sam, totalmente exasperado, mientras me miraba desde dentro del coche, yo estaba yendo y viniendo en el lugar, mirando la estación de policías tras la pequeña pista de streetball. En un par de ocasiones me acerqué al tejido de alambre, presionando mi frente y haciendo que mi entrecejo adolorido me devuelva hacia Sam.

―¿Y si no funciona? ―pregunté una vez más.

―Si no funciona, no pasa nada ―contestó suspirando―, lo soltarán en un par de días.

―Lo pregunto por mí ―dije dudosa, aunque me aliviaba saber que Austin sería liberado pronto, con o sin mi ayuda.

―No te encerraran Rebbeca. Si no funciona, solo te echaran.

―Mmm, está bien ―contesté sin estar convencida―. Si no salgo, ¿me buscarás?

―Claro que no.

Resoplé resignada, y sin mirar hacia atrás crucé la cancha para dirigirme hacia la entrada del edificio.

***

Me encontraba en una sala esperando, ya había pasado bastante tiempo desde que me dejaron ahí sola. Culpa de los nervios, solo podía recordar estar frente al oficial Mclean, mintiendo con una agilidad sorprendente.

Tuve que decir que la señora Marga estaba hospitalizada por una rotura en la cadera, producto de una caída en el baño. Mi lenguaje técnico avaló totalmente la mentira, y el oficial no hizo más que creer en mí.

En el papel decía que el tutor legal de Austin no podía presentarse por problemas de salud, por lo que le enviaba su documentación, dándome el permiso para hacerme cargo del menor, junto con su firma para acreditar su autoría. El escrito tenía un par de errores ortográficos, pero los defendí diciendo que la anciana apenas podía redactar sus propias oraciones.

Todo estuvo bastante bien, pero eso no quitaba el hecho de que me sentía como una criminal; por lo tanto, los nervios seguían consumiendo mi cuerpo.

Todo por el menor de Austin.

Salté de la banca, parándome sobre mis pies inmediatamente cuando escuché al oficial Mclean acercarse. Él me miró y asintió.

―Ya pueden irse ―dijo mientras volvía por donde había llegado.

Yo por mi parte, miré hacia los lados esperando ver aparecer a Austin, y cuando lo hice ahogué un grito.

Tenía un hematoma en su pómulo izquierdo, y sus manos estaban cubiertas por vendas ensangrentadas. Aun así, mi cerebro no tardó en enviar un cosquilleo en todas las extremidades, haciendo que mi cuerpo no responda a mis movimientos y me quede mirándolo fijamente sin moverme, sin parpadear, sin respirar.

Qué rayos

―También me alegro de verte ―soltó él, caminando por los pequeños pasillos de paredes bajas de aquella estación, sin detenerse siquiera―. Vamos.

No contesté, pero lo seguí hacia afuera un poco más aliviada sabiendo que todo había salido bien. Aunque seguía la preocupación por saber en qué se había metido como para terminar arrestado, y peor, en esas condiciones.

En donde lo había dejado, nos esperaba Sam fuera del Jeep, con un cigarrillo entre sus labios. Austin no se detuvo tampoco para saludarlo, e ingresó directamente a la parte de atrás del automóvil.

Sam, apurado, tiró su cigarrillo a medio fumar y se metió a la parte del conductor. Cuando se percató de mi presencia aún afuera, se inclinó para abrir el asiento del copiloto y me hizo señas para que ingresara.

Una vez todos dentro, Sam se restregó las manos, soltando el aire y sonriendo.

―Muy bien dulce Becky, logramos rescatar al niño.

Austin gruñó desde su lugar, y yo trataba de encontrar algún tipo de comodidad en el ambiente, pero me sentía nerviosa.

¿He dicho ya, que moría de nervios?

―Solo llévanos a casa ―dijo Austin―, necesito darme una ducha.

―Como usted diga, compañero ―contestó Sam, y yo los miré intercaladamente, suponiendo que se habían olvidado de mí―. No te preocupes, te dejaremos en la esquina, no queremos que tus padres te vean llegando con nosotros, ¿verdad?

Austin volvió a gruñir, y terminó soltando un bufido exasperado.

―Rebbeca ya no vive con sus padres, tendremos que tomar otro camino.

Sam me miró confundido, y yo solo respondí dándole mi nueva dirección. Aunque no quería que supieran dónde vivía, menos quería caminar sola por la oscura noche.

Cuando llegamos, Sam apagó el motor y eso me puso en alerta. Mis nervios me tenían al borde de sufrir un colapso en cualquier momento.

―Necesito usar tu baño ―dijo el rubio, saliendo del auto―, vamos.

―De acuerdo, te doy permiso de ocupar mi baño ―repliqué sarcástica, buscando mis llaves antes de bajar―. ¿No vienes? ―le pregunté a Austin, viendo que no se movía del lugar.

―Apúrate ―dijo él, dirigiéndose a Sam.

En realidad, no me importaba que se quedara, no quería tenerlo dentro de mi departamento, pero tampoco quería estar nuevamente a solas con Sam. Ya tuve esa experiencia, y no estaba muy convencida de querer volver a vivirla.

―Okay ―solté en un suspiro, más para mí que para ellos.

Cuando estuvimos en el ascensor, vi a Sam un poco preocupado, y me le quedé mirando, estudiando sus gestos. Él cuando se dio cuenta de que no apartaba mis ojos de él, me sonrió con descaro.

Qué tonto.

Llegamos al tercer piso, y antes de que termine de abrir la puerta, Sam ya había ingresado y encontró el baño apresuradamente, sin mis instrucciones.

Yo seguía al lado de la puerta aún abierta, balanceándome sobre mis pies, incómoda.

¡Qué situación, eh! ¿Quién diría que podía estar a la altura de chicos malos?

Primero, me fui de casa. Y ahora, estuve mintiendo a la ley.

¡Dios! Eso no me lo iba a creer Amber, ni siquiera yo me lo creía.

Toda una chica rebelde...

Pero volví a ser la niña asustada de siempre cuando el golpe de la puerta azotándose bruscamente interrumpió mis pensamientos, sobresaltándome y haciéndome brincar en el lugar.

Y antes de darme cuenta cómo y cuándo pasó, las manos de Sam tomaron bruscamente mi cuello, empujándome contra la pared y robándome la respiración mientras me miraba con sus ojos rojos.

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Bien, no tengo nada que decir al respecto 👀
Solo les digo que comenten, voten y etcétera.
Les agradezco las lecturas y que tengan un lindo día.
¡Besitos de conejo! 🐰❤

Un pequeño gran problema [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora