Capítulo 23

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*Narra Manuel.

Acaba de colgarle a Vanesa hace escasamente dos minutos, cuando vi que me volvía a llamar de nuevo al descolgar el teléfono una voz que logicamente no era la de mi esposa me alertaba que se acaba de desmayar.

Colgué el teléfono rápidamente no se quien era esa mujer ni, me preocupe en ese momento de averiguarlo, en mi cabeza resonaban dos posibles palabras "desmayo" y "Embarazo", y esque estaba deseando de que mi mujer se quedase en estado y trajese al mundo un hijo.

Desde siempre he querido ser padre, recuerdo aún de pequeño cuando venía alguna de mis primas a casa con sus muñecos, jugar a papas y a mamás, los cogía los bañaba les daba el biberon, me encantaba.
Pero he de reconocer que uno de los días más felices de mi vida fue cuando sonó el teléfono y me dijeron que acaba de nacer mi primera sobrina, hija de mi hermana, recuerdo que ese día de primeros de junio me encontraba en la facultad de informática de Málaga y decidí saltarme las últimas clases de la mañana y conducir hasta Huelva, tenía tantas ganas de verle la carita a mi sobrina, el embarazo lo había vivido en la distancia vía videollamadas e imágenes de las ecografias que me mandaba mi hermana, ella siempre me dijo que debia de estudiar que, mi formación era lo más importante, pero por una vez aparque mis apuntes y dedici volver hasta Huelva.
Aparque en el parquing del hospital emocionado, me apresuré a subir las escaleras y cruzar el paso de peatones que separaba la acera de la entrada del hospital, cruce el umbral de la puerta y con los ojos busque administración, el cual estaba a mi derecho, guarde impaciente mi turno y pregunte el nombre de mi hermana, solo seis plantas y tres cifras me separaban de tener en mis brazos a la niña de mis ojos. Ubique con la mirada el ascensor y me dirigí hacia el con la ilusión de un niño, la puerta del ascensor se abrió y un mogollón de gente salió de él dando paso a los que subíamos, pulse el boton número seis cruce mis manos pacientemente y espere a que parase en cada planta pertinente, unos bajaban otros subían y así hasta que llegue hasta la planta do nde se encontraba mi hermana los minutos me parecían eternos por aquellos pasillos en los cuales se inundaban por los llantos de los niños, seiscientos veintinueve ahí se se encontraba mi hermana, la puerta se encontraba cerrada, abrí el pomo con cuidado y me encontré con la tierna imagen de mi hermana dándole el pecho a su bebé, dos lágrimas corrieron por mis mejillas miéntras corría a fundirme en un abrazo con mi cuñado mi hermana acabo de darle el pecho y tras darle dos besos y seguir llorando me puso en los brazos a la pequeña Maria, era Preciosa su pelo era oscuro y tenía bastante, sus ojos eran azules los había heredado de su tío, sus manitas eran pequeñas, suspiré no dejaba de mirarla a ella y a mi hermana la cual tenía un brillo especial en sus ojos.

.....

Me dirigí hacia la habitación donde mi esposa se encontraba, nervioso por las palabras que acaba de pronunciar el doctor, Vanesa se encontraba ya despierta con una vía del suero y semisentada, me apresuré a besarla mientras acariciaba su rostro, su semblante era distante su mirada no era la de una mujer que estaba feliz por la llegada de su primer hijo, eso me enfurecia, la cogí de la barbilla dándole de nuevo un beso. Después la mire a los ojos, no dijo nada.
-me haces el hombre más feliz del mundo tu y esa criatura que estás esperando, no te faltará de nada-.
Vanesa apartó la mirada, yo diría que estaba a punto de soltar alguna que otra lagrima, no dijo nada cerró los ojos, para ni siquiera ver mi rostro, ¿podía mostrarse por una vez feliz? Hacía tanto que no veía un ápice de felicidad en su cara, seguro que se había enamorado de otro alguien del hospital pero estaba dispuesto a que se olvidará de él le prohibirá que fuese a trabajar, y pondría como excusa su estado de salud. Si me considero un hombre celoso, posesivo a más no poder, ella era mía desde el momento en que dijo si quiero en el altar y ahora que llevaba a mi primer hijo, sangre de mi sangre prometí que solo la muerte nos separaría.
Vanesa cayó dormida y yo me quedé allí observando su sueño e imaginándomela con un bebé en brazos ocho meses después.

Encadenada a él -Parte 1-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora