Décimo

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La parte anterior fue publicada de madrugada, por si alguno no la vió.
...

Escorpio abrió sus ojos. Estaba siendo zamarreado por un Piscis apurado.

-Vamos, abre los ojos, hay una nueva pista- el escorpión se incorporó y vio el rostro aterrorizado de Capricornio -La pista lleva su nombre-.

-¿Qué?- el de cabello rubio bajó de la mesa y tomó el papel de entre los dedos del pelirrojo que tenía los ojos muy abiertos -¿Qué se supone que deba decir con su nombre?-.

Entonces se oyeron un par de ruidos desde el techo y de repente un agujero se abrió base de un fuerte golpe.

Los cuatro miraron hacia la intensa negrura que se cernía en la parte superior de la casa y de repente un papel cayó.

Las letras estaban apuradas, casi formando garabatos incomprensibles.

-Amor no correspondido dice- Escorpio lo miro -¿2011 y amor no correspondido?, pero en este grupo no es posible, puede ser que en el otro, pero no acá ¿o sí?, ¿Capricornio?-.

El pelirrojo abrió la boca y luego la cerró.

-Capri, debes hablar- Piscis lo miro. En su rostro se leía un poco de severidad, pero principalmente ánimos para decir que significaban aquellas palabras.

-Sí, de hecho sí. A mí, a mí me gustabas- soltó el pelirrojo sintiendo sus orejas arder, porque aún no había dejado de gustarle.

-¿Eh?, oh- el mayor se quedó en silencio, sin mucha idea de que decir, asique se acercó al menor y le dio un abrazo -Lamento no haberlo notado, soy un poco colgado, pero- miro al techo -¡Eso no concernía al enfermo de Phoenix!- bajó la vista y le regaló un pedazo de sonrisa a Capricornio.

Entonces un nuevo papel cayó.

-"Vaya que eres idiota como para no darte cuenta de los sentimientos del mocoso que te seguía a donde fuera"- Virgo dejó el papel sobre la mesa.

Capricornio bajó la vista, avergonzado, era cierto, había sido como un chicle con Escorpio...

[...]

Un Escorpio de trece años masticaba una chicle sin ningún escrúpulo y mantenía su mirada fija en un pequeño pelirrojo que retorcía sus manitas.

-¿Entonces lo harás?- su cabello estaba corto, algo que cambiaría radicalmente en los siguientes años.

-¿Cuándo dijiste?- Capricornio no podía oírlo, un fuerte retumbo se había apoderado de su capacidad auditiva, aturdiéndolo.

-Mañana a las cuatro, acá, en la escuela- repitió sintiendo su paciencia agotarse y una fuerte necesidad de irse de allí.

-Eh, sí, esta bien. Voy a estar acá...- Capricornio se mordió el interior de la mejilla y tuvo el impulso de agregar algo más, pero fue interrumpido.

-Me tengo que ir- cortó el mayor, y agregó -Respecto a lo de la otra vez, no, no tengo tiempo de salir a jugar o lo que sea, Capricornio. Esperaba mayor madurez.-

El pequeño pelirrojo sintió que sus ojos ardían, pero solo asintió, oyendo cómo el rubio se alejaba y percibiendo aquella agonía que se empeñaba en destrozarlo.

Asesino zodiacalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora