Siete

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Virgo sentía que por fin había logrado dominar su respiración, se sentía nervioso y aterrorizado pero estable. De un segundo al otro Capricornio había desaparecido, pero no comprendía cómo y tampoco comprendía el porqué.

Piscis y Escorpio estaban alejados de él, mejor, tampoco los quería cerca.

-¿Y ahora qué?- la voz del pez lo sorprendió notablemente.

-¿Te oyes?, acaba de desaparecer Capricornio delante de nuestros ojos- Virgo lo miraba desde un rincón del enorme salón -Justo ahí, donde estás ahora- agregó, modulando cada palabra con una lentitud extrema -¿No eras, acaso, más humanitario?, ¿no sentías más?, ¿no tenías fama de ser el más comprensivo?- el signo de tierra lo miraba con odio -No has cambiado una mierda de cuando éramos pequeños, sigues siendo el mismo hipócrita-cara bonita-.

-Chicos, no arranquen ni hagan un show, son los más tranquilos y, la verdad, aprecio mu-

Escorpio fue interrumpido.

-¡Me lo dice el que sale con el hipócrita!, ¿¡qué carajos puedes saber tú!?, ni siquiera sabes lo que ocurre con Tauro y Libra, ¿Tauro no era tu mejor amigo igual que Sagitario?, no vengas a hablar en nombre de nadie, deja que el llorón de tu novio me lo diga en la cara- Virgo tenía una particular esencia de chico malo que pocos de los signos podían igualar, y más aún estando enojado, su cabello rubio estaba desordenado y la camiseta blanca estaba arrugada por completo. Tenía las manos marcadas y se aferraba con fuerza al borde de la mesa, como tratando de autocontrolarse de no hacer ninguna estupidez.

Piscis se acercó a él y ambos quedaron enfrentados, Virgo ya no permanecía encorvado, había levantado su cuerpo y se notaba la frente que le sacaba de diferencia al pez. Ambos eran altísimos y ambos eran conflictivos (en el fondo).

-¿Qué te importa?- soltó Piscis mordiéndose la lengua -Son mis putos problemas-.

-¿Solo tus problemas, pequeño ventajero?, estamos encerrados en una puta casa- el mayor sonrió -No me jodas Piscis, todos en nuestra camada saben cómo eras con Phoenix, asqueroso gusano rastrero, te aprovechabas de él, siempre, sacabas ventaja al "ser bueno", ¿que pasaba Piscis?, ¿acaso dejar que el profesor te empotrara contra el escritorio no era suficiente para tener buenas notas?-.

-¿El señor perfección va a hablar de mí?, por favor, tus lágrimas por Cáncer ni siquiera eran reales- el pez sonrió con asco, y comenzó a dar ligeros toques con sus uñas contra la mesa en la que el contrario también se apoyaba.

Ambos se miraban detenidamente, dispuestos a atacarse.

-Basta, ahora- Escorpio los miraba unos metros por detras del mueble, tenía los brazos cruzados y les dirigía una mirada seria -Córtenla, ahora- amenazó.

La voz hizo eco por todo el salón, crispando las pieles de los menores, pero sin detenerlos en su contienda de miradas.

-Piscis, aléjate de Virgo- el rubio se acercaba a ambos y su tono era cada vez más duro y autoritario.

Sin embargo, ninguno de los menores parecía querer alejarse, de no ser por los golpes contra la pared mayor.

-¡No sabemos morse!- gritó Escorpio, frenando su andar, pero con la vista fija en las dos cabezas.

Los golpes se intensificaron.

-No es morse, es una secuencia corta y repetida. Quiere que vayamos hacia allí- murmuró Virgo, acatando la orden, ignorando a Piscis por completo y moviéndose hasta la pared en cuestión.

Una vitrina ocupaba todo el espacio, estaba repleta de trofeos y medallas, todas orientadas hacia la caza. Y allí detrás, apenas a unos escasos centímetros que se hacían inborrables por los obstáculos que se presentaban, el humano que los estaba haciendo sufrir semejante miseria.

-¿Qué pasa?- los tres estaban reunidos.

Los golpes volvieron, con una intensidad imposible, el cuarto entero parecía temblar, los vidrios de la vitrina se movían como una hoja expuesta a un huracán. Y de repente algo en particular llamó la atención de los tres.

Dentro del mueble, nada se movía, como si los trofeos estuvieran pegados.

Escorpio se acercó, un poco temblando y un poco afirmándose, abrió el mueble y trató de sacar alguna de las copas dorada.

-¡Están adheridos!-.

-¡Busquen algo que esté suelto!- gritó Virgo, acercándose para tironear todo.

-¡Acá!- gritó el pisciano -¡Hay una medalla suelta!-.

Los golpes cesaron.

-¿Qué dice?-.

-Dice..., medalla al mejor alumno en lengua y literatura para...- su voz se hizo muda.

-¿Para?- interrogó Virgo mirandolo serio.

-¿Es tuya?- de repente el rubio de largo cabello se había aparecido a un lado de Piscis -¿Qué significa esto?, ¿por qué hay una medalla tuya?, es del primario-.

Asesino zodiacalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora