Asa suspiró. Miraba el techo blanco del hospital mientras sentía como sus lágrimas caían despacio.
Entre sus dedos daba vuelta un pequeño papel arrugado hecho bolita, hacía tan solo tres horas atrás había estado en un sobre y decía: "te dije que soltaras todo"; junto con él llamado de Cetus -su jefe- avisando que Ranalli había sido baleado en medio de una entradera.
De repente un enfermero se acercó a él, llevaba el cabello blanco y un barbijo le cubría medio rostro. Parecía que acababa de salir de una cirugía.
-¿Señor Orión?, ¿se siente bien?, venga, le daremos un calmante, no es buena su condición-.
Asa lo miro cansado, no tenía demasiada fuerza para nada, pero se paró; el muchacho le guió por una serie de pasillos hasta que desembocaron en una habitación pequeña.
-¿Le tiene miedo a las agujas?, si es así, por favor mire para otro lado- avisó mientras suministraba una dosis de algún líquido viscoso en la jeringa.
-No hay problema- se sentía lo suficientemente mariado como para no dar atención a detalles con ellos.
El chico asintió y clavó aquella cosa sobre la parte superior de su brazo.
El efecto comenzó a sentirse rápido. De repente todo giraba de forma casi placentera mientras sentía como la inconsciencia lo chupaba.
-Asi que, ¿qué tal te vino la pequeña sorpresa?-.
Aquello descolocó a Orión, pero, solo pudo mirarlo confundido mientras trataba de aferrarse a los últimos gramos de consciencia que tenía.
-¿Cómo es el apellido de Cáncer?- fue lo último que oyó mientras sentía como el chico bajaba los párpados de sus ojos sin permitirle observar nada más.
[...]
Exhaló con fuerza y trató de ubicarse en el espacio en el que se encontraba, aún estaba allí, en ese cuarto de mala muerte, con luces tintineantes y un olor moho que le cerraba los pulmones ya atrofiados por el tabaco y el opio que había fumado de jóven.
Recordó todo de golpe, como si algo le cayera con fuerza.
-Cáncer- murmuró sin aguardar un solo segundo y salió corriendo.
Abrió la puerta de su casa de un portazo y rebuscó entre los datos de los muertos a el pequeño cangrejo. El chico no había sido identificado con facilidad, tenía el rostro destruído, solo había sido identificado luego de un reconocimiento sanguíneo.
Cáncer era huérfano, motivo por el cual había tenido múltiple apellidos luego de haber intentado quedar con muchísimas familias. Era algo extraño.
Entonces, no había una familia a la cual consultar, tampoco un apellido, sino una base de datos. Se sintió confundido, tomó la computadora portátil y se metió una página de registro de personas. Había millones de personas anotadas y tecleó una palabra clave: huérfano.
Se tiró hacia atrás, tronando su columna y se refregó los ojos, ¿qué iba a conseguir con ello?
Colocó otro filtro más: Dieciocho años.
Y continuó:
Zona sur de ×××××
Hombre
Adopción: negativo
Comenzó a mirar los listados de chicos jóvenes que surgían, pero se detuvo en una imagen en particular. O mejor dicho, en un trío de imágenes.
Se paró y buscó la planilla. Miro los datos de Cáncer y luego indagó en los datos de lo que acababa de hallar.
Sin aguardar demasiado seleccionó todo y presionó: imprimir.
537 palabras.
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Asesino zodiacal
HorrorNecesitaban respirar, ya. Entonces sus sueños se hicieron realidad: las vacaciones de invierno estaban a la vuelta de la esquina y una cómoda casa con estadía gratis les esperaba. "No todo lo que brilla es oro". ... Atención: hay una SERIA difamaci...