Cinco

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Atención: este capítulo es parte de todos los que perdí (unos seis o cinco), leí la historia publicada hasta el momento y traté de empezar desde donde creo que quedé.
Mis más sinceras disculpas si la superpongo.
...

Tauro y Sagitario permanecían en silencio. Ni una palabra salía de su boca pero el pecho de ambos parecía estar en derrumbe.
Los sentimientos los ahogaban pero ninguno tenía el orgullo tan por debajo como para aceptar los errores pasados.

Sin embargo, quien ocupaba el puesto de Dios en esa pesadilla se pasaba los sentimientos de los adultos por el culo, porque el techo volvió a sonar, llenando de un terror sordo a todos.

-Los menores, suban- tradujo Aries levantándose del suelo.

-¿¡Otra vez nos separamos!?- chilló Libra mientras apretaba sus brazos.

-Ya era hora, no quiero que encuentren mi cadáver en esta sala- murmuró el león mientras miraba con desprecio a todos -¿A dónde hay que ir?-.

-¿Por qué diablos siempre tienes que ser tan grosero?- escupió Géminis empujándolo, la sangre le hervía, Aries le caía bien, Libra también pero no comprendía cómo lo toleraban día a día.

-¿Por qué cuernos tienes que ser tan metido?, el insulto no iba hacia tu persona- el león comenzó a acomodarse la remera que se había arrugado con ligereza en su pecho debido al accionar del signo de los gemelos.

-Leo, no sigas- Libra se acercó al león y lo tironeó de la muñeca para que subiera las escaleras.

Tauro apretó los dientes, sintiendo como la sangre le hervía y dio un paso hacia los dos niños quienes, desprevenidos, no miraban hacia atrás. Y hubiera continuado de no ser por la parejita que quedaba con él.

-Quédate en tu puto lugar- Sagitario apenas podía mantenerse estable con el peso de su cuello pero permanecía parado delante suyo mientras Acuario lo sujetaba de los brazos, impidíendole moverse -¿Por qué mierda pones en juego la vida de todos solo por tus caprichos?, estás enfermo- el arquero lo miraba con asco.

La situación comenzaba a sacar lo peor de todos y entre ellos dos las cosas se hacía peores. Un rejunte de resentimientos, de pasado y de palabras recortadas se estaban acumulando.

Otra secuencia más de golpes llenó el cuarto. Todos se detuvieron y Aries tomó la palabra.

-¡Acua!, ¡sube!- gritó Aries -¡Rápido!- su voz se oía entre histérica y apurada -¡Apresúrense todos!-.

Los cuatro mocosos comenzaron a correr hacia arriba, ninguno miro atrás pero todos sentían que, de alguna manera, la tranquilidad les llegaba, la situación de abajo se estaba haciendo intragable y, al parecer, el acuariano también podría descansar de todo aquello.

Al pie de las escaleras Sagitario empujaba al signo de aire para que subiera.

Y los golpes resonaron con más fuerza, demandantes.

-Acuario, sube, ¡rápido!- el centauro lo miraba con un toque de miedo mezclado con prisa. Al parecer estaba asustado -¡Sube o le va a hacer algo a los chicos!- gritó el azabache mientras le tironeaba de la muñeca, habia dejado a Tauro de lado y su atención se había puesto en su novio.

-Pero no quiero dejarte- murmuró el signo de aire sintiéndo desconfianza respecto al otro en la habitación que los miraba desde escasos metros a su lado.

-Sube, por favor. Nada va a pasarme. Ve, va a hacerles daño- rogó el arquero.

El acuariano asintió, estaba enojado con la situación, pero tampoco quería que sus sentimientos deformaran la calma que expresaba. Así que, luego de un breve suspiro, subió.

Y allí estaban de vuelta, dos de los más opuestos y dos de los más apegados. Sagitario aguardó a que su novio se perdiera de vista y luego giró, encarando al toro con la mirada.

-¿En serio?, ¿otra vez ibas a ir a por Leo?, no te lo dije ni una, ni dos, ni tres, te lo dije setenta veces siete. Lo tocas y te cuelgo- el arquero permanecía en el lugar, no se movía, no gesticulaba, ni siquiera había enojo en su voz.

-¿Tú?, ¿me vas a venir a decir cosas que yo no puedo hacer?, ¿el prostituto del grupo?, ¿Acuario sabe siquiera?, no puedes decir la verdad, pero siempre estás defendiendo la sinceridad y esas mierdas - Tauro sonrió con suficiencia, no acostumbraba a enfadarse, pero el centauro sobrepasaba sus límites cada vez que quería.

-¿La madre de Libra sabe todo?- el centauro caminó hasta una de las sillas y se sentó, cruzando las piernas, cada vez que iba a ganar lo hacía -¿Libra es consciente de lo que le has hecho?, ¿alguien más que yo está al tanto de tus mierdas?- Sagitario suspiró -Y lo dices como si nunca me hubiera acostado contigo. Todo eso que haces con Leo lo haces porque encontré a Acuario, estás enfadado, ¿pensabas en quitarte a Libra de encima?, ¿me querías como su reemplazo?, siempre crees cosas que no son-.

-¿Qué mierdas estás diciendo?, no es cierto, sabes porqué odio a tu maldito hermanito menor. Te contagia ese ego asqueroso que desprende- escupió mientras se acercaba.

-¿Estabas celoso de Phoenix?-

-¿¡Qué!?-

-Dime la verdad, ¿o era que acaso querías a Leo?, sabías que jamás iba a dejar que le tocaras un solo cabello- Sagitario se hechó hacia atrás y rió.

El toro se sintió descolocado, eso siempre le había perturbado, ¿cómo era posible que él riéra por todo?, en cada maldita ocasión, él reía, no importa que estuviera llorando, siempre sonreía.

Asesino zodiacalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora