Fragmento

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-¡No!, ¡mierda, contesta!- El toro estaba frustrado, sentía como sus manos comenzaban a cerrase en puños y sin pensarlo demasiado arrojo el celular contra la pared de enfrente.

-¿Qué hiciste hijo de puta?- Escorpio le dio un golpe en la nuca -Para la próxima me regalas el IPhone que no quieras a mí, ¿sabes que cuestan un páncreas?-.

Tauro sonrió ligeramente.

-¿Por qué tardan tanto?- el grito del arquero se oyó desde la cocina -Perras, me voy a comer todo por acá, nunca había visto tanta comida- y se apareció por el pasillp que unía las dos salas -¿Qué carajos pasó?, ¿otro celular?- indagó al ver la cara de indignación del escorpión -Mierda, ese estaba bien caro, deberíamos castrarte, a lo mejor liberas más estrógeno y te calmas un toque, ¿no Escorpio?- Sagitario llevaba colgada una bolsa con palomitas de colores, y no solo comía mientras hablaba, sino que también había dejado el camino de Hansel y Gretel atrás suyo.

-1. Sag, eres un asco, mira el mugrero y 2, es cierto, deberíamos cortar a tu amiguito- Escorpio se separó del suelo y miro a Tauro quien retrocedió sintiendose algo asustado -Solo te lo dejaré pasar si me regalas uno- advirtió mientras continuaba acercándose.

-¡Sag dile que pare!, ¡lo haré!, ¡no me gusta que te acerques a mí así!, ¡los enanos enojados me aterran!- entonces supo que la había cagado.

-Según tú, yo también soy enano- le contestó Sagitario mientras miraba el desarrollo de la trama que se habia formado entre sus dos amigos -Ahora, bancatelas con tus preciosos centímetros-

-¡A ver hijo de puta!, mides 1,98; ¡Sagitario mide 1,84!, ¡y yo mido 1,72!, ¡que es una altura muy normal para las personas en general!-

Una serie de gritos y corridas -dignas de verse, no de escribirse- se desataron en la casa del toro, hasta que una voz detuvo toda la conmoción al grito de:

-¡LLEGÓ LA COMIDA NIÑOS!, ¡SE CALMAN O ME LA COMO!-.

[...]

La noche había determinado toque de queda en la camas, al menos eso aplicaba para los dos invitados que dormían tranquilos uno sobre el otro en la cama de Tauro.

La luz del baño estaba encendida, y la puerta permanecía ligeramente entornada, desde su interior no llegaba ningún ruido pero la sombra de alguien sentado en el piso demostraban que albergaba vida en su interior.

Las lágrimas se deslizaban por la piel blanca y un conjunto de ideas se mezclaban en su cabeza haciendo alboroto y destruyendo a su portador.

-¿Así que esta es tu cueva o solo donde te tiras a llorar?- la voz lo asustó y trató de pararse, pero fue en vano, unas manos se pusieron en sus hombros y lo empujaron hacia abajo -Ahh, mierda, a mi también me gusta el baño, pero, procuro cerrar la puerta, para que a nadie se le ocurra abrir, ¿no te parece?- el arquero tenía un aire distinto al que llevaba en el día, parecía más serio -¿Sabes que es difícil dormir cuando no paras de hacer berrinches?, en serio puedo oírte, al principio creí que te callarías rápido, pero luego comprendí que tenías miedo de ir hasta la cocina para biscar tu pequeño suplemento- y abrió su mano, tenía una jeringa cargada y una aguja -Que lindo, niñito sano-.

-¿De dónde-

-¿Lo saqué?, arriba de la alacena, ¿tan ciego estás que crees que no podremos verlo?, Escorpio también lo sabe, o eso creo, no es estúpido, solo es un poco bajo- el centauro sonrió, pero no para tranquilizarlo, sino para carcajearse de su propio chiste. Era tan raro, Sagitario tenía la particularidad de hacerte a un lado y alejárte de él, no te invitaba a reír a su lado, si querías, lo hacías, sino, mejor para él.

-¡Dámelo!- Tauro se aseguró de soltar un susurro muy bajo.

-¿Qué?, nah, ve por el tuyo, esto es mío, se parecen, pero, el mío- refiriéndose al líquido -Es blanco transparente, el tuyo es rosa traslúcido- y sin mucha más dilatación comenzó a quitar un vendaje que enrollaba su brazo derecho desde hacía meses por una supuesta lastimadura.

-¿Qué?, pero, ¿no estabas-

-¿Lastimado?, Taurito, hazte ver, las personas te sacan ventaja por tu estupidez. Todos saben que me inyecto, pero no quieres ver lo que no quieres ver, así como a todos nos sucede- el centauro volvió a plastificar una sonrisa en medio de su cara -Por estas cosas te pasa lo que te pasa- y luego, clavó la aguja en el interior de su codo -Llévame a la cama luego, ¿sí?, sé que puedes cargarme-.

Tauro se mordió el labio inferior.

Asesino zodiacalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora