III. Bosques de esmeraldas

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Fue una situación algo extraña, por no decir incómoda. ¿En qué maldito momento perdió su máscara? Ah... seguramente fue al saltar del escenario para evitar que la jodida viga lo aplastara y le convirtiera en puré. No entendía cómo nadie había puesto el grito en el cielo cuando ocurrió, tal vez no llegaron a darse cuenta. Estaba preocupado, pero jamás estaría dispuesto a expresarlo con muecas o palabras. Tuvo sus minutos de silencio para observar más detenidamente qué estaba pasando. Ver su brazo escayolado fue un golpe emocional bastante duro, ¿cómo rayos iba a tocar con un brazo así? Y ni hablar de cómo le ardía la garganta tras haber gritado un poco. Incluso notó cómo sus cuerdas vocales se desviaron al hacerlo, causando un cambio de tono repentino e incontrolable, desagradable. La arrebató en condenado informe de las manos a aquel tipo pelirrojo. Le pareció raro que este no se molestara o se quejara por su brusquedad, sino que lo miró con una sonrisa genuina. ¡¿Qué se creía que estaba haciendo al darle esa mueca?! ¡Era repulsivo! Bien, realmente no lo era, le parecía atractivo, pero estaba tan desacostumbrado a recibir esa clase de amabilidad que le cabreaba de sobremanera sentirse siquiera contento por algo tan simple. Quería que dejara de poner aquella asquerosa y bonita cara, le hacía sentir vergüenza ajena por sí mismo. Acababa de recordar que no sabía leer japonés, veía demasiados símbolos y rayas confusas. Tenía mucha suerte de que pudiera entender el idioma de oído. Tener ese sentido tan influenciado por la música le dio la capacidad de poder recordar fácilmente lo que entraba por él, incluso si no había estudiado nada al respecto. Era similar a lo que ocurría con los niños muy pequeños que aprendían a comprender el idioma de sus padres por primera vez, sin necesidad de leer o escribir. Emitió un gruñido profundo y molesto, mostrando con el ceño fruncido el informe frente al otro chico. Tanjirou no era tonto, pudo saber que quería que le diera explicaciones, también porque aún no le había contado apenas nada.

-Ah... -se rascó el mentón por unos momentos. -Cierto, no te dije nada aún. Han dicho que deberás tener el brazo así por tres meses. -vio cómo aquellos ojos esmeralda, tan atrayentes y luminosos, se abrían más de la cuenta, retirando los pliegues fruncidos de su ceño. Fue capaz de presenciarlo a través de sus pupilas abiertas; no le había hecho ninguna gracia, y juraba que había captado un destello de pánico muy diminuto. -Y... humm... -le costaba tener que contarle, eran cosas que ninguna persona querría tener que pasar en su vida. O al menos, él no lo desearía. -Dijeron que no puedes levantar mucho la voz, tienes la garganta afectada por el humo y puedes dañarla de forma irreversible. -no sabía si había algún tipo de operación que pudiera arreglarlo si llegaba a ocurrir. Definitivamente, se arrepintió de no haber intentado escoger otras palabras mejores, a pesar de que no era consciente de si existía una manera más suave de decirlo. Se le hundió el ánimo cuando presenció cómo aquellos párpados se entrecerraron y sus iris perdían color y luminosidad. Sobretodo cuando el alemán cortó el contacto visual para centrarse en un techo blanco y vacío.

Con que era de esa manera, ¿eh?... Con un brazo escayolado durante tres meses, incapaz de tocar, y con la voz hecha una mierda, con riesgo de perderla. Fantástico, todo acababa de irse a la mierda para él. No dejaba de preguntarse por qué. Por qué cojones se desprendió aquella maldita viga, en primer lugar. No quería aceptar que eran accidentes que simplemente pasaban porque tenían que hacerlo, necesitaba echarle la culpa a alguien, pero no tenía a quién. Respiró profundamente por la nariz, inhalando el oxígeno frío y puro que le introducía el cable, y posteriormente, expulsando aire caliente en un suspiro largo por la misma vía. El simple acto le ocasionó molestias en la tráquea. Desde que se despertó la sentía más cerrada de lo normal. Escuchó un leve "lo siento" en japonés. No le prestó atención. Ese tipo había visto su cara y le había dado las peores noticias que podía haber recibido en toda su miserable vida. ¿Cómo demonios iba a regresar al grupo así de lesionado? Había mandado la gira a la basura, y ellos no podían continuar sin él, a menos que Löwe tuviera que tocar la batería y cantar al mismo tiempo. Aunque eso dejaría un vacío visual bastante notorio... Odiaba la forma en la que el pesar se había apoderado de él, mostrándose tan débil frente a un desconocido. Estaba tan impactado por su situación que ni siquiera pudo luchar para fingir. No mencionó palabra alguna, ni hizo ningún tipo de sonido. Incomodaba a Tanjirou con su silencio, pero este entendía que necesitaba tranquilidad para asumirlo, por lo que tampoco abrió la boca. La habitación se sumió en un silencio completo, con el único ruido sutil de la bombona de oxígeno expulsar dicho gas limpio.

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