IV. Susurros en la oscuridad

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Me apasionan vuestras reacciones. Sobretodo eso de "no hablo Hitler", "no hablo taka taka"  xDDDD Yo no hablo vientoñol. Ay.

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No quería mentir, había dormido fatal. No pegó ojo en toda la noche. No solo por la incomodidad del sillón, sino también por los brutales ronquidos de Inosuke. ¿Cómo demonios era capaz de generar esos sonidos tan grotescos? No tuvo que pensar demasiado para darse cuenta de que era por el mal estado de sus vías respiratorias. Si lo hacía a menudo con la tráquea sana, estaba seguro de que no haría tanto ruido. Sin embargo, los sonidos eran lo de menos aunque contara con ellos. Su experiencia de familia numerosa le dio la capacidad de poder dormir con gritos de fondo, pero no con un sillón como ese. No le echaba la culpa al extranjero, ni de broma. Fue el maldito asiento reclinable. Llevar horas en él terminaba haciéndosele incómodo al cuerpo, causándole dolor de espalda y calambrazos en los glúteos. Fue a las 5 de la madrugada cuando pudo conciliar el sueño por puro agotamiento. Ni siquiera escuchó por la mañana cuando una enfermera entró a recostarlo boca arriba y así poder rellenar tres tubos con la sangre del alemán, quien tampoco se estaba coscando de nada por encontrarse en el mismo estado que el pelirrojo.

Fue unos pocos minutos después que sus ojos rojizos se abrieron. No solía saltarse su horario tan bien repartido, pero sí había pasado alguna que otra noche en vilo estudiando o... como la última vez, tratando de descubrir el misterioso rostro de Hog. Todavía lo tenía metido en la cabeza, grabado a fuego en su mente. No podía estar tranquilo del todo hasta saciar su condenada curiosidad. Observó con los párpados caídos cómo Inosuke seguía durmiendo, dándose cuenta de que ahora llevaba puesta una vía intravenosa en el dorso de la mano izquierda, aunque no había cable. Tal vez se la introdujeron por protocolo, por si tenían que administrarle algo más. Recordaba que aquel bello chico también era fan de Rage Wild, podía preguntarle si alguna vez tuvo la oportunidad de notar algo, por discreto que fuera, sobre Hog. No lo haría ahora, esperaría a que se despertara, no iba a interrumpir sus dulces sueños. Le veía demasiado tranquilo y pacífico en ese estado como para ser tan cruel de arrebatárselo. Sin querer, volvió a perderse en el negro follaje de sus pestañas largas que caían con suavidad sobre las zonas más altas de sus mejillas. En esa piel blanca tan limpia, luminosa como la de un ser celestial. En su cabello oscuro y degradado a un vibrante azul rey. Y por último, en sus labios rosados, entreabiertos y formando una abertura muy pequeña y sutil. El cable de oxígeno se le había descolocado y caído de su lugar. Se inclinó un poco, lo recogió y volvió a ponérselo en la nariz, sujetándolo tras sus orejas, llevándose en el proceso algunos mechones. ¿Cómo era posible que un chico fuera tan hermoso? ¿Y si tal vez... era una persona trans? Podía haberse quitado los pechos desde un inicio y comenzado una rutina de ejercicio para la musculatura pectoral, pero sin muestras de haber tomado hormonas porque su rostro seguía siendo el de una dama, puro, sin una sola característica masculina en él, a excepción de lo que su mano había tocado el día anterior. El resto no sabía cómo era, no lo vio, ni lo palpó. No conocía demasiado sobre ese tema, por lo que no tenía idea de cómo funcionaba exactamente. No, no encajaba. En su identificación ponía que era un hombre, y tenía su nombre como tal. Por lo que sabía, no se podía cambiar hasta alcanzar la mayoría de edad. O eso creía... Desechó por completo que fuera una persona trans y admitió simplemente que tenía una cara muy linda. Darle tanta vueltas solo le provocaría dolor de cabeza.

Se estiró un poco, tronando sus articulaciones para liberarlas del agarrotamiento. Arrastró la mesita con ruedas y se agachó a abrir la pequeña puerta del cajón y sacar su mochila, tomar su botella de agua y otro bocadillo que tenía. Su madre le había metido bastantes provisiones. Volvió a dejarlo todo en su lugar, a excepción de lo que había tomado. Retiró el papel albal y pegó un mordisco, echando la cabeza en el gran respaldo del sillón. Esperaba que el grupo heavy hubiera podido salir ileso de aquello. No le gustaría nada que alguno de los integrantes hubiera sufrido lesiones. Conllevaría la cancelación de su gira benéfica y podía afectar monetariamente a los fondos. Y a Genya.

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