XLIX. Juntos hacia un mismo destino

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Perdió los estribos. Cualquier rastro de conciencia se disipó, sustituida por una creciente rabia, deseo de venganza, necesidad de defender lo que era su territorio como un animal enfurecido dispuesto a matar. Y lo estaba. Habían tocado lo que más amaba e iba a perderlo por su culpa. No había vuelta atrás. Nada era más importante que Tanjirou, y sin él, le daba igual morir, ser encarcelado por años en una prisión o encerrado en un psiquiátrico. Porque no tenía vida sin él, aquel que lo sacó del hoyo. Todo aquello era vanal. Mientras Eisbär trataba por todos los medios minimizar el sangrado con su propia camiseta, presionándola por delante, Löwe hacía lo mismo por el orificio de la espalda del pelirrojo, manteniéndolo erguido para ello. Dorn no dejaba de observar la capucha que oscurecía y hacía imposible notar las facciones del chico más joven del grupo, pero podía sentir su ira, el terremoto interno que sacudía sus presencias. Este se dio la vuelta y trató de ponerse en pie, llamando la atención de los otros dos. Cuan rostro aterrador podría poseer para generar tanto peso en el aire. En sus cabezas, lo más lógico era que tuviera cara de delincuente, dura.

En cuanto plantó la pierna, el derrame se intensificó, cayendo en abundante cascada carmesí y formando más charcos bajo sus pies. Le dolía, joder que si le dolía. Pero no era capaz de percibirlo, su cerebro estaba en pausa. La dirección a la que dirigía su frente era obvia. Bajo exclamaciones de horror, él mismo tomó una rama de pino y se la clavó en el agujero de la bala, sin quejarse, y hurgó para sacarla. En vista de que estaba resbalando sin éxito, abandonó la idea y lanzó el palo con rabia. Ni siquiera les dio tiempo a reaccionar del impacto. La mujer fue la primera en levantarse en cuanto lo vio dar un paso.

-¡HOG, ESPERA! ESTÁS HERIDO, NO PUEDES MOVERTE! ¡DEJA QUE LA POLICÍA SE LOS LLEVE! -gritó en su propio idioma, intentando detenerlo del brazo. Sin embargo, el movimento brusco del otro la obligó a perder el agarre. Ella exclamó con pánico al ver cómo el otro corría hacia los agentes y los yakuzas, en concreto a por Akaza. Su pierna se torcía por falta de fuerza, pero continuaba usándola. Tres agentes que notaron sus intenciones le atraparon antes de que pudiera saltar sobre el hombre y de que el propio Rengoku lo detuviera, ya presente al acabar de llegar. Inosuke se retorció como un desquiciado, fuera de control, gritando como una bestia enloquecida y poniendo los pelos de punta a más de uno al escucharlo de aquella manera, al escucharlo sufrir a tal nivel. Pataleaba tanto que la única forma de mantenerlo quieto fue estrellarlo contra el troco de un pino y llevar sus manos a la espalda, como si estuviera siendo arrestado. Aun así, no detuvo sus horrorosos rugidos. Al lado, el adulto trataba de hablarle en medio del griterío, intentando por todos los medios calmarlo. Dorn volvió a llorar, incapaz de soportar la situacion. En vagos intentos por no verse tan afectada, desvió su mirada al chico japonés que mantenía sus ojos cerrados con fuerza, tan adolorido y a la vez tan cansado, frío.

-Tú sabes japonés, háblale... -pidió entre hipidos a su compañero más alto. Este solo presionó los labios, aguantando la compostura tal y como hacía el otro músico, ambos soportando las ganas de imitarla a ella.

-Hey... -le hizo caso y se acercó un poco más al chico para que entendiera que se dirigía a él. Vio uno de sus ojos rojizos abrirse en una fina línea forzosa, húmeda. -Te vas a poner bien... -su voz se rompía con cada palabra. Incluso si no lo conocían, la experiencia era traumática. No querían ver morir a alguien delante de ellos, mucho menos a un niño de 16 años. Terminó por abrir el ojo contrario del mismo modo, con dificultad, pesadez.

-¿Dónde...? -aguantó la leve respiración que tenía a causa del dolor en todo su torso, buscando como pudo al otro chico, moviendo la cabeza muy despacio y sin apenas cambiarla de lugar. -¿Dónde está...? -soltó del tirón, obligado a dar una desesperada bocanada de aire que aprovechó para vocalizar de nuevo. -¿... Inosuke? Lo oigo... chillar...

Rage WildDonde viven las historias. Descúbrelo ahora