XLI. Ojalá hubieras sido tú

423 49 54
                                    

Y aquí llega... el último capítulo de esta historia de música, drama y amor.

††††††††††††††††††††

Fue así. Se había acabado. No podían mantener una relación a tales distancias, cada uno en la punta contraria del globo. Era imposible que funcionara, y ambos lo supieron desde el principio. Löwe había estado atento a aquella corta conversación que terminó con la frase de Inosuke y una bajada de cabeza de Tanjirou. Ninguno de los dos volvió a abrir la boca, a mencionar palabra, camuflados en su pequeño aire grisáceo por la charla de los adultos. No se miraban. Mejor dicho, el alemán no le miraba. Mantenía la cabeza hacia un lado, con el mentón apoyado en la mano y el codo sobre el reposabrazos de la silla. De una manera u otra, él iba a terminar así, fue consciente de ello desde el momento en el que comenzó a sentir más que atracción. Tal vez hubiera sido demasiado rápido, pero los sentimientos fueron sinceros y reales. El pelirrojo buscaba sus ojos y no los recibía, se le estaba privando de ellos. Estaba abatido. No quería dejarlo, mas no sería sano tener un noviazgo que no iba a ninguna parte.

-Inosuke... -intentó hablarle de nuevo. No sabía si le estaba escuchando o haciendo caso, no le dirigía la mirada. -De verdad que lo siento... Espero que, al menos... podamos mantener el contacto por teléfono, o las redes...

¿Para qué? Pensaba el extranjero. Mantenerse en contacto solo le destrozaría más el corazón. Tener que escribirle o hablarle, escondiendo y reprimiendo sus emociones por él para fingir una amistad. ¿Qué clase de contacto era ese? No, definitivamente no era bueno. En un remoto caso de que alguno se mudara, podía hacer el esfuerzo. Pero no. Él ya no podía abandonar su carrera por la forma en la que habían terminado las cosas con Rengoku y sus compañeros, ya no era capaz de romper la banda. Y Tanjirou, era evidente que jamás saldría de Japón. E incluso se jugaba el cuello a que tampoco de Tokio. Era un desperdicio. Ni siquiera le dedicó un cruce de pupilas cuando los adultos parecieron terminar y la silla volvió a moverse. No hasta que estuvo de espaldas, y por pura inconsciencia, miró hacia atrás para presenciar de nuevo cómo el pelirrojo lloraba. Genial, por su enojo efímero había jodido la última vez que se verían, sin darle siquiera una despedida. Regresó a su posición y aguantó como un hombre imitar lo que vio, rígido, con el peso en la garganta que aplastaba su pecho. Si estuviera solo, le gritaría un adiós, un te quiero, lo que fuera. Pero... Rengoku abrió la puerta trasera del auto, lo cargó y lo dejó con cautela en el asiento derecho mientras Dorn entraba por el otro lado al del centro, seguida del joven de ojos grisáceos. Ni siquiera les dio tiempo a cerrar las puertas cuando los flashes de luz comenzaron a cergarlos. Lo que les faltaba; prensa. El rubio se apresuró al asiento copiloto a la par que el castaño, dándose prisa en cerrar las puertas y marcharse antes de que les bloqueara el paso.

A los pocos minutos, Tanjirou acabó de entrar al metro con su madre en dirección al apartamento, ya que los veranos siempre se quedaba allí, de todas formas. Sin embargo, estaba destrozado. Había dejado de llorar, pero estaba hecho polvo emocional y físicamente. Kie intentaba por todos los medios reconfortarlo, peinando y colocando su cabello rojizo, acariciando sus mejillas y sus brazos. No servía.

-Cariño, sabías que esto pasaría... -no le echaba la culpa, le recordaba que desde el inicio él mismo fue consciente de la situación y debía tomarla como una experiencia más. -¿Quieres quedarte en casa? -de aquella forma podría distraerse con sus hermanos, aunque también estresarse...

-No. -sorbió por la nariz y se frotó un ojo, aspirando con temblor en la respiración y sintiendo el dolor de las heridas por ello.

-Cielo... Todavía estás reciente, creo que deberías volver a casa hasta que puedas volver a hacer todo tú solo... -tenía razón, y el chico lo sabía. Este suspiró despacio para no volver a dañarse, asintiendo. Aunque de todas maneras, tenía que pasar por el piso para recoger. Tenía que esconder la caja de preservativos y el lubricante...

Rage WildDonde viven las historias. Descúbrelo ahora