Inosuke se quedó en su lugar, en silencio. Ocultaba parcialmente su rostro ennegrecido por la pesadumbre con el flequillo. Hacía tanto tiempo que no sentía hervir aquel tipo de emociones desesperadas... Le causaban una gran picazón en todo el cuerpo, tentado ante la idea de rascarse hasta sangrar. Tenía la mala costumbre de que cuando se encontraba muy nervioso por algo, estresado, la primera reacción de su cerebro extraño era ordenar que rascara su piel sin parar. Algunos simplemente se mordían las uñas o agitaban un pie. Pero lo suyo rozaba las heridas profundas por la fuerza que le ponía. Desde que ingresó en el hospital, trató de reprimirse. Su comportamiento estático causó confusión en el enfermero y preocupación en los jóvenes. Tanjirou ya no iba a decirle nada. Le había echado, aunque continuara en la habitación por haber tomado una tregua por Genya. Se levantó, y estuvo dispuesto a decirles a sus amigos que se marcharan los tres de allí. Sin embargo, aun habiéndose puesto en pie... No pudo hacerlo, no hubo una sola palabra por su parte. No quería irse. Era incapaz de dejarlo solo, a pesar de que se lo había exigido. Mucho menos cuando iban a someter al extranjero a otra prueba, sabiendo que no tenía a nadie más, y encima siendo menor de edad. Comenzó a clavar su vista con intensidad sobre el alemán que le daba la espalda. El pensamiento le hizo desconfiar. ¿Cómo se le permitió a un menor viajar desde tan lejos sin un adulto? Era... curioso, tal vez ilegal. La cosa estaba empezando a olerle demasiado a chamusquina, con un intenso aroma a sospecha. Su ceño se frunció en duda, sin apartar sus ojos de las puntas azuladas de su cabello. Un azul intenso repartido por mechones largos sobre sus hombros. Mechones... azules... Apenas le dio tiempo a asimilar lo que fuera que su cabeza estaba maquinando. Fue interrumpido cuando notó que el chico hizo un extraño baile, rodeando al enfermero que intentó tomarle el hombro para dirigirlo a la cama. Lo hizo con una vuelta, provocando todo el lío a los brazos del hombre. Posteriormente, salió corriendo de la habitación.
-¡¿Hah?! -el pelirrojo reaccionó al mismo tiempo que sus compañeros. Sin embargo, él fue el primero en salir detrás, junto con el enfermero que le gritaba al paciente que se detuviera. -¡Inosuke, regresa! -los otros dos fueron detrás para intentar agarrarlo. Cuantos más hubiera para inmovilizarlo, mejor.
-Fuck you! ¡Que te jodan! -gruñó en alto por el límite que el daño en la garganta le marcaba. Corría sin detenerse por el pasillo, esquivando al resto de pacientes y enfermeros que le regañaban por hacerlo. Pasaba de sus voces, no le importaban lo más mínimo. Ni de coña iba a quedarse más tiempo ahí. No, su grupo le necesitaba porque él era el líder, no podían sobrevivir a la carrera de la música sin él, y tampoco estar contentos. O al menos, eso era lo que pensaba en su cabeza ególatra. No supo por qué razón, pero se sintió muy dolido, devastado, cuando los vio llorando a los tres al final. Solo quería una cosa, y no se la iba a discutir a sí mismo; verles sonreír. Volvería con una bolsa de basura en la cabeza si era necesario. ¿Lo malo? No tenía ni la más remota idea de dónde estaba la salida, aunque tuviera carteles por todas partes. No sabía leer ese maldito idioma. Tampoco podía volver a por sus cosas. Tendría que renovar su carné de identidad, porque aquel, si conseguía salir, nadie se lo devolvería porque el desconocido Inosuke desaparecía para dar lugar al músico, como siempre había sido. Y su ropa, y su cartera con tarjetas vip de algunos lugares y 2.460 euros en billetes, que vendrían a ser 292.940 yenes, solo que estaban sin el cambio de moneda aún. Una cantidad excesiva para llevar en un monedero con la que podía pagarse tres o cuatro pisos alquilados al mismo tiempo. Sin embargo, se olvidaba de que en dichas tarjetas lujosas figuraba el nombre de Hog, no el suyo. Joder, y el papelito que siempre llevaba encima con los números de teléfono de sus compañeros estaba también en su cartera. No podía ir a llamar a ninguna cabina ahora. Tampoco usar un teléfono ajeno, la policía lo buscaba y rastrearían todo hasta dar con él sin la máscara. Dejar que el mundo supiera su identidad... era un suicidio. ¡Oh, dios, su propio móvil! ¡Lo dejó en el camerino! ¡Ese maldito cacharro tenía un diaro personal de cuatro años en la sección de notas! Si habían conseguido desbloquearlo y mirar... ¡Maldita sea! ¡Todo iba de mal en peor!
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Rage Wild
FanfictionUniverso alterno. Principal: Tanjirou x Inosuke. Leve: Genya x Inosuke Mención: Zenitsu x Nezuko Genya siempre fue fan de un grupo de Heavy Metal originario de Alemania, y para su fortuna, aquel año realizaban una gira benéfica por varios países de...