No era lo mismo. Para nada era lo mismo saberlo por su propia lógica que escucharlo. Podía poner la mano en el fuego y confirmar que había oído su propio corazón romperse como una bola de cristal cuando estrellaba contra el suelo, en mil pedazos. Todo su pecho comenzó a doler de una manera insoportable que jamás había sentido. Era incluso más doloroso que la depresión. Debió dejarlo caer en la maldita noria. No, se mentía, era al revés; debió haberse dejado caer a sí mismo. Lo peor de todo era que no podía culparlo, que sabía que tenía toda la razón del mundo al no corresponder. Era él quien tenía el problema de los sentimientos potentes y explosivos, no Tanjirou. Este poseía emociones estables como cualquier persona perfectamente sana. Él no lo era, siempre estuvo enfermo de la cabeza, incluso a día de hoy, continuaba estándolo con aquella depresión que apenas se notaba por las compañías nuevas, con el trastorno afectivo bipolar y trastorno límite de personalidad, el primero la causa se su irritabilidad repentina y periodos maniáticos casi constantes. Y el segundo, añadiendo más síntomas de ira, culpable de su incertidumbre en cuanto a la confusa visión que tenía de sí mismo y el cambio repentino de intereses y opiniones, provocando estos que fuera capaz de considerar de golpe a alguien como un enemigo incluso si el día anterior era amigo. Sin contar la ya conocida ansiedad fóbica social. Definitivamente estaba mal, muy mal. Y no planeaba pedir ayuda para cambiarlo, ni pisar un psiquiátrico. Cumpliendo en aquel momento con los síntomas de una de ellas, no se enfadó, sino que aceptó aquello con tal de mantener al japonés donde estaba.
-Ya lo sabía. -no mentía, era cierto que era consciente. -Olvida esa mierda, lo dije sin pensar. -se dio la vuelta, liberándose del suave agarre en sus manos y comenzó a preparar los platos de manera tranquila, como si nada de lo ocurrido le hubiera afectado, ni siquiera el hecho de casi morir.
-Inosuke... -sin embargo, Tanjirou estaba afligido, decepcionado. -Escucha... -se acercó hasta ponerse a su lado frente a la encimera. -Te quiero. Eso no cambia. Te quiero muchísimo, y lo sabes... Pero nos conocemos desde hace mes y medio, nada más. Ni siquiera sé cómo he llegado tan lejos contigo, y no me arrepiento. -trataba de estar lo más relajado posible, intentando olvidar las ganas que su cuerpo tenía de temblar todavía por la horrible experiencia en la noria. Se esforzaba por él. -Amar es algo que... va demasiado lejos, es un sentimiento muy grande que requiere muchos pasos y paciencia. No es algo que se sienta de repente... -dudaba que el alemán le hubiera dicho esas palabras en serio, le creyó cuando dijo que lo gritó sin pensar, tal vez confuso y alterado por el pánico del momento. -Aun así... -se permitió besar su mejilla con delicadeza. -Estoy dispuesto a trabajar contigo para hacerlo nacer. Nada me gustaría más. -no se negaba a que ocurriera, incluso lo deseaba así porque quería demasiado al extranjero. Y si podía hacerlo a un nivel más alto, se esforzaría en ello. De eso trataba estar de pareja con alguien, de solo gustarse al inicio, de conocerse, de empezar a quererse, de convivir, y llegado el momento, subir aquellos escalones hasta amarse en cuanto hubiera una base sólida y segura para ambos.
Y de nuevo, enorgulleciendo el significado de la palabra "trastorno", el pasotismo y pasividad se transformaron en repentina euforia violenta. Era tan difícil diagnosticar aquello, fácilmente confundible con simple felicidad al recibir una buena noticia. Por esa razón muchas personas no sobrevivían, el cerebro humano continuaba siendo misterioso e imposible de entender por completo, más cuando no poseía estabilidad. Abandonando todo, saltó encima del contrario, tirándolo al suelo. No le importó hacerse daño en el brazo, lo abrazaba con todas sus fuerzas mientras reía de forma maniática, aunque graciosa. Dejó en un leve shock a Tanjirou por no haberlo visto venir, pero pronto rió con suavidad y acarició su cabeza. Antes de poder preguntar si ya no estaba molesto, sus labios se quedaron atrapados por los ajenos en un beso fuerte y enérgico que duró dos segundos. Dos apasionantes segundos rotos por un sonido húmedo muy alto. Y de nuevo, la actitud contenta y alegre descendió de un tirón, asimilando una expresión seria repentina y una quietud sospechosa. El pelirrojo parpadeó, confuso.
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Rage Wild
FanfictionUniverso alterno. Principal: Tanjirou x Inosuke. Leve: Genya x Inosuke Mención: Zenitsu x Nezuko Genya siempre fue fan de un grupo de Heavy Metal originario de Alemania, y para su fortuna, aquel año realizaban una gira benéfica por varios países de...