-No lo entiendo -se indigna el canario tirando el boli sobre la mesa frustrado
Hace más de dos horas que terminaron el entrenamiento, más de dos horas que fueron a casa de Raoul y más de dos horas que está intentando entender las frases condicionales en inglés y no se entera de nada.
¿Por qué le cuesta tanto algo que a los demás les resulta tan simple? La impotencia y la indignación le forman una bola en la garganta que le da ganas de llorar. Definitivamente es estúpido. Debería dejarse el instituto.
-Eh, Ago, no te rayes -pide Raoul con la voz más dulce que es capaz de emitir- vamos a intentarlo otra vez
Agoney no sabe cuándo se ha transformado en Ago en la mente del catalán, pero el hecho de que le haya gustado tanto oír el mote salir de sus labios le asusta profundamente. Aún tiene que hablar con él.
-Déjalo, Raoul, soy tonto y no debería perder mi tiempo ni el tuyo intentando demostrar lo contrario -sentencia el moreno levantándose de la silla del escritorio y tirándose de espaldas sobre la cama
-No pierdo el tiempo ayudándote, lo hago porque quiero y además así repaso yo también, todos ganamos -afirma Raoul imitando al contrario y tumbandose a su lado
-No, tú no ganas, porque esto ya te lo sabes de sobra y te estoy retrasando un montón -se frustra Agoney revolviendose los rizos de desesperación
-Eh, ya vale... -pide Raoul retirandole las manos de la cabeza para sustituirlas por la propia y empezar a masajearle el cuero cabelludo con cuidado- vamos a descansar un poco y luego lo retomamos y verás como lo pillas, ¿sí?
Lo único que obtiene es un ronroneo de gusto como respuesta que le hace esbozar inevitablemente una amplia sonrisa.
-Tú puedes, en serio -le susurra prácticamente en el oído- confío en ti
Agoney abre los ojos y los clava en las pupilas contrarias. Los ojos que está mirando le devuelven una luz tan desmesurada que algo dentro de él se le rompe un poquito. No sabe cómo va a decirle lo que tiene que decir.
-Raoul... yo...
Pero los labios del catalán optan por cubrir los propios en ese mismo momento y Agoney ya no responde. Porque si Raoul le besa, Agoney pierde el norte. El rubio juguetea con la aspereza de la barba que cubre la barbilla de Agoney mientras su lengua causa estragos en el interior de la boca contraria. El canario lleva sus manos al cuello de Raoul haciendo encajar sus dedos entre la suavidad de los pelitos de oro cortos que brotan por la parte superior de su nuca.
-Raoul, en serio, tengo algo que decirte... -vuelve a intentar el tinerfeño recibiendo entre palabra y palabra un nuevo beso
-Yo también -afirma el rubio buscando de nuevo sus labios sin siquiera abrir los ojos- lo sé, ahora sí, estoy preparadisimo y papá y Álvaro no están en casa...
Los besos del catalán se trasladan a la yugular de Agoney haciendo que un gemido de placer se escape desde lo más hondo de su garganta.
-Dios, Raoul... -suelta el mayor cogiendo del cogote al contrario para pegar más su boca a su cuello, como si quisiera ser devorado ahí mismo, quizás así sea
No. No puede hacerle eso.
No puede adueñarse de la primera vez de Raoul sin que él sepa todas las condiciones de la situación. No tiene ningún derecho a aprovecharse de esa forma. Así que, muy a su pesar, desliza sus manos de la cabeza del catalán a sus hombros, ayudándose así de las manos para poder escapar de los labios de Raoul.
-Para, Raoul, por favor...
-¿Por qué? -pone un puchero el catalán
-Porque si seguimos tengo miedo de no ser capaz de parar yo -confiesa el mayor desconcertando al contrario
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TIEMPO MUERTO (Ragoney)
FanfictionAgoney está acostumbrado a saltarse las normas, por ello su vida da un giro al verse obligado a formar parte del equipo del instituto de un deporte con tantas reglas como el baloncesto. ¿Aprenderá a jugar o acabará matando al pequeño capitán del equ...