Capítulo 11 - ¿Por qué?

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El silencio, únicamente acompañado por el sonido de la brocha y el rodillo impregnando de pintura la pared, envuelve a los dos chicos que se revuelven incómodos internamente con cada mirada involuntaria o cada roce fortuito que surge entre ambos. Si no se pudiera cortar con un cuchillo la tensión del ambiente, la que no suelen tener, incluso disfrutarían de la situación. Sin embargo ahí está Raoul, cubriendo la palabra que tanto dolor le ha ocasionado en absoluto silencio y con un rostro inusualmente serio e impasible.

Y eso a Agoney le está matando.

Por su parte el rubio, de apariencia indiferente, lleva desde que ha empezado a pintar comiéndose la cabeza, pues no sabe si le duele más el gesto del canario en sí o que haya sido él quien lo haya hecho. Bueno... no, definitivamente lo que más le duele es que aún queriendo odiarle con el corazón tanto como lo hace con la boca, el muy cabrón se sigue acelerando a más no poder cada vez que esos ojos oscuros se posan en los suyos. Sí, sin duda eso es lo peor.

-Márchate si quieres -rompe el silencio de golpe Agoney- quiero decir, esto no es tu culpa, vete a casa y ya lo limpiaré yo

Pero Raoul no está por la labor de contestar, así que sigue pintando haciendo caso omiso al moreno. Agoney resopla y vuelve a centrarse en la pared cada vez más blanca.

En un momento dado, el catalán quiere cubrir la parte superior de la pintada, pero para conseguir su propósito a duras penas debe dar varios saltos. La imagen que ofrece es tan tierna que derretiría al canario en cualquier otro contexto.

-¿Quieres que lo haga yo? -pregunta con una sonrisa tímida

Completamente sonrojado, Raoul se limita a dar un par de saltos más para cubrir la zona deseada de pintura blanca.

-¿Oye, quieres el rodillo? -pregunta Agoney ofreciéndole el que tiene en la mano- llega más alto que la brocha

Sin embargo, el catalán da media vuelta para coger una de las sillas del gimnasio, situarla frente a la pared y subirse encima para tener un mejor acceso a la pintada.

-Tampoco es mala esa... -reconoce alzando las cejas el mayor- oye, ¿no me piensas hablar?

-¿Qué coño quieres que te diga, Agoney?

-¿Yo que sé? Lo que sea, cágate en mis muertos si quieres, pero di algo -pide el moreno

-¿De qué serviría gritarte si el daño ya está hecho? -se encoge de hombros el menor

-Era una broma, Raoul, ¿que no tiene ni puta gracia? Pues sí, pero no quería hacerte daño -asegura Agoney con seriedad

-Es que empiezo a estar un poco hasta los huevos de tus bromas -confiesa el rubio- no puedes cagarla y excusarte en que no ibas en serio o que todo es una broma porque por muy broma que sea puedes hacer daño a alguien... Y hoy me lo has hecho a mí... mucho ademas

-Nunca he querido hacerte daño, en serio, no creo que pueda explicarte nada más sobre cómo he llegado a estar haciendo esa gilipollez, pero te prometo por mi vida que jamás tuve la intención de hacerte daño -Agoney hace una mueca sincera de tristeza- lo siento

El moreno agacha la cabeza arrepentido esperando el perdón del contrario. Cierra los ojos intentando serenar todas sus emociones cuando, para su sorpresa, Raoul empieza a reír de forma más irónica que real. No entiende nada.

-¿De qué te ríes? -pregunta preocupado el moreno

-Que no te creo, Agoney -sentencia el rubio- estoy harto del rollito este de mosquita muerta que me traes de: ahora somos súper amigos y te lanzo un guiño por el pasillo después de comernos la boca pero después te la clavo por detrás cuando menos te lo esperes

TIEMPO MUERTO (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora