Capítulo 21 - Vago

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Los nervios le juegan una mala pasada acumulándosele en la boca del estómago en forma de huracán. Van a dar las notas de filosofía y Raoul sabe que ese examen también le salió mal. Por ello no le sorprende ver el 4'2 rojo en la esquina superior derecha de su examen.

Aunque que no le sorprenda no significa que no le duela.

-Raoul, ¿qué está pasando? -pregunta con preocupación la maestra al darle la nota- sé que no es el primer examen que suspendes esta evaluación, tú no sacas estas notas, ¿estás bien?

Pues no, no está bien. Y menos si todos los profesores van a exponerle de esa forma delante de sus compañeros. Se encuentra mal, tiene ganas de vomitar.

Aunque esté un poco más en paz consigo mismo a sabiendas de que no tiene que compararse con Álvaro, no puede permitirse sacar esas notas. Él siempre ha sido un chico de sobresalientes y no puede fallar de ese modo a quienes esperan más de él. No quiere decepcionar a nadie. Además, el baloncesto no es una salida para nada segura y si quiere ir a la universidad, a pesar de que no sea la gran pasión de su vida, tiene que sacar buena nota.

-Estoy bien, solo me he relajado un poco -logra verbalizar el catalán- no volverá a pasar, lo prometo

-Ponte las pilas, Raoul, no seas vago que tú puedes -le suelta la profesora antes de irse

¿Vago? ¿De verdad se piensa que no ha estudiado por pereza? ¿Esa es la imagen que da? No. Él no es así, ¿no lo ha demostrado ya suficientemente a lo largo de todos estos años? Raoul lleva semanas intentando concentrarse en los libros y no puede, pues en su mente sólo parece haber espacio para el baloncesto, su familia y cierto canario al que le están dando el examen en estos momentos. ¿Por qué un fallo parece pesar el triple que todos estos años de esfuerzo y buenos resultados?

Raoul no entiende nada pero el aire empieza a pasarle con contagotas a los pulmones.

"No llores, estás en clase, no llores" se recuerda reiteradamente para no derrumbarse.

-¡Toma! -grita de repente Alfred dejando un rápido beso en la mejilla de su amigo- si es que tienes una cabecita...

-Pero calla -lo riñe avergonzado el canario

-¿Qué has sacado, Agoney? -pregunta con curiosidad una de las chicas que se sienta delante del canario

-Un siete y medio -afirma sonriente y algo sonrojado el moreno

-Hala, flipo -la chica le choca la mano

-Estoy muy sorprendida contigo, Agoney, sigue así, muy bien -lo felicita la profesora antes de seguir repartiendo exámenes

Y la situación no puede reventar más a Raoul. ¿Por qué es todo tan injusto? Si Agoney hubiese sacado su nota no pasaría nada, los profesores y compañeros simplemente le hubieran animado a esforzarse más mientras que a él le cae encima el peso de la decepción. Si él hubiese sacado la nota del canario, le hubieran dicho que no es suficiente, que él es un chico de nueve mientras que al moreno falta que le lleven un ramo de rosas.

Raoul entiende la reacción de todo el mundo comparandolas con el resto de notas que han sacado ambos a lo largo de sus vidas, pero ¿a caso no son personas? Él cree tener todo el derecho del mundo a poder equivocarse sin ser juzgado y sentenciado, al igual que piensa que encasillar a Agoney en las malas notas es transmitirle al chico que nadie tiene fe en que saque más de un cinco.

Todo está tan mal...

El colmo llega cuando sus compañeros se creen con derecho a opinar aprovechando que la profesora ha tenido que abandonar momentáneamente la clase.

TIEMPO MUERTO (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora