Capítulo 37 - Entra

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El nerviosismo se hace presente tanto en el ambiente como en el propio cuerpo del canario. La respiración agitada, las manos sudadas, el estómago revuelto... todo su organismo parece haberse puesto a favor de Raoul en esta pequeña batalla de intereses. Aunque poco hay que batallar cuando el principal interés de Agoney es el propio Raoul.

Antes de que ninguno se atreva a soltar la primera palabra, se permiten observarse en silencio durante unos segundos, disfrutando de la calma previa a la tormenta de emociones que saben que se les viene encima. 

El moreno repasa la postura del contrario. Lo ve recostado sobre uno de los brazos del sofá, con las piernas cruzadas como los indios y uno de sus brazos rodeando su propio estómago mientras que el otro se alza por el pecho hasta llegarle la mano a la boca, permitiéndole así llevarse el pulgar a los labios.

-No te muerdas las uñas... -pide Agoney rompiendo el silencio y sacando de su ensimismamiento al catalán

-Perdón, los nervios -se justifica el rubio con una risita aguda que acaba contagiando al mayor

-¿Puedes empezar tú, por favor? -pregunta tímido el canario a la par que agacha la cabeza sintiéndose frágil

-Claro, no te preocupes -sonríe de lado el menor dejando la mano que se ha retirado de la boca sobre la rodilla del contrario, dejándole un apretón de ánimo- yo quería hablar contigo porque pienso que debo sincerarme sobre algo que realmente me preocupa

-Dime pues -traga saliva intentando disuadir el nudo que se le ha formado en la garganta

-Ufff -resopla intentando serenar sus latidos- es difícil esto...

-¿Me lo dices o me lo cuentas? -Agoney suelta una carcajada que logra destensar el ambiente

-Creo que a pesar de las ganas que tengo de estar contigo, me aterra profundamente empezar algo más... físico -acaba confesando Raoul- cada vez que nos besamos mi cuerpo lucha consigo mismo por ver si se imponen las ganas que te tengo o el miedo a ser un polvo más y no sé muy bien cómo gestionar eso

El moreno, por su parte, se lleva las manos al pelo y empieza a revolverse los rizos con nerviosismo. ¿Cómo pudo ser tan gilipollas de causarle inseguridades a la persona más bonita del mundo con tal de salvarse el culo de las propias?

-Soy una mierda, Raoul -se frota los ojos con ahínco de la impotencia

-No digas eso...

-Es que es la verdad, te hice mucho daño -clava sus ojos vidriosos en los del contrario. Raoul puede hasta sentir en sus propias carnes el arrepentimiento que desprende la mirada oscura del canario- nunca sentí nada de lo que te dije, no eres solo un pasatiempo, y no sé qué hacer para tener credibilidad... pero te prometo por mi propia vida que si pudiera ir atrás en el tiempo volvería a esa noche y ahí, abrazaditos en la cama, te diría que eres lo mejor que me ha pasado nunca y no te dejaría marchar, no esta vez

-Pero no puedes retroceder en el tiempo -pone una sonrisa tranquilizadora y cálida el rubio

-Lo sé y lo siento, tienes que creerme -suplica el mayor cogiendo las manos del catalán entre las propias- por favor

-Te creo -asiente el rubio permitiendo que se reanuden los latidos dentro del pecho de Agoney- pero necesito que entiendas que a veces me cueste o que me sienta inseguro

Agoney asiente comprendiendo que sería demasiado pedir lo contrario. Ya ha sido suficientemente egoísta con ese chico como para ahora exigirle nada. Después de tanto tiempo viéndose a sí mismo como un juguetito roto, ¿quién le iba a decir a él que iba a romper a otra persona que solo quería ayudarle a repararse? 

TIEMPO MUERTO (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora