Montada sobre su estimada escoba, Emma sobrevolaba la arboleda que rodeaba la escuela. Observaba con intriga la frondosidad bajo sus ojos, todavía preguntándose quién en su sano juicio construiría un castillo pensado para albergar niños en un lugar tan cercano a un bosque como aquel. Según le habían contado, en él habitaban criaturas del todo peligrosas. Algunas, incluso, letales.
Sin embargo, en Ilvermorny no es que fuera muy diferente. Si bien también había alguna que otra criatura rondando, las vallas se aseguraban de repeler a toda aquella que fuera verdaderamente peligrosa para el alumnado.
Sobrevoló también el castillo, observando todas las torres, las gárgolas y ventanas que decoraban la fachada. No había edificios tan antiguos en la zona en la que ella solía vivir, así que, en realidad, para Emma era como ver historia con sus propios ojos. Su madre le había enseñado a apreciar ese tipo de edificaciones y toda la historia que llevaban detrás.
Finalmente, pasó por encima del campo de Quidditch, una inmensa construcción con hierba verde. Solo de imaginarse aquellas gradas llenas de espectadores gritando su nombre, a Emma se le erizó el cabello. Nunca había jugado en ningún otro campo que no fuera el de su antigua escuela, así que tenía muchas ganas de que llegara el momento de jugar.
Sobre el césped divisó a Oliver Wood corriendo para entrenar, y vio cómo le guiñaba un ojo desde la distancia. Le hizo unos gestos para que se acercara y Emma se dirigió hacia allí para ver qué quería el capitán de su equipo, algo molesta por el hecho de que detuviera su paseo en escoba. Cuando aterrizó y dejó la escoba en el suelo, Oliver sonrió y se quitó la camiseta. Se quedó a apenas medio metro de ella y la miró de arriba abajo. Ella por un segundo temió no llevar nada de ropa, pero al mirar hacia abajo observó con alivio que llevaba puesto el uniforme de Quidditch.
—Oliver...
—¿Acaso no te gusta lo que ves?
Emma observó el torso desnudo del chico y vio que estaba definido y fuerte, algo que no había podido percibir cuando lo había visto con el uniforme. Caían unas pequeñas gotas de sudor por su torso y Emma notó un pequeño escalofrío que atravesaba su columna. Se fijó en que tenía una pequeña cicatriz por encima del ombligo. Cuando levantó la vista para preguntarle cómo se la había hecho, observó que ya no era Oliver quien se hallaba frente a ella, sino un chico alto y pelirrojo con el rostro plagado de pecas y una sonrisa traviesa. Cuando lo miró a los ojos, el chico apartó la mirada rápidamente, pero luego volvió a posarla sobre su rostro y la mantuvo durante unos instantes. Conocía perfectamente esa mirada.
Su corazón respondió acelerando tanto sus latidos que Emma tuvo que acordarse de inspirar y expirar para aplacar los nervios. En su estómago se reproducía la misma sensación que tenía cuando iba a salir a jugar a un partido de Quidditch. Trató de tragar saliva, pero estaba tan ansiosa que tenía la boca completamente seca, y de ella no parecía poder salir ni una palabra. El chico pelirrojo, cuyos rasgos eran sumamente familiares, tomó su mano y se la llevó a los labios para depositar un suave beso sobre sus nudillos. Al ver que ella no decía nada, preguntó:
ESTÁS LEYENDO
I Didn't See You · George Weasley ·.
FanfictionElla lo ve todo. Él solo la ve a ella. Tras la trágica e inesperada muerte de su madre, Emma Blackwood deja atrás su vida en Estados Unidos y sus estudios en la escuela de magia americana Ilvermorny para trasladarse a Hogwarts. Allí, su vida dará un...