Capítulo 20 · Navidad feliz ·

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—Feliz Navidad, mamá. Te echo mucho de menos —susurró Emma, con la voz cargada de pesadumbre. Estaba de rodillas frente a la lápida, intentando dejar de ver la losa de piedra e imaginando que ahí estaba su madre—. El otro día pensaba en lo mucho que te gustaría escuchar mis historias sobre Hogwarts...

Miró de reojo y vio a su padre, con los ojos cerrados, asintiendo muy despacio mientras la escuchaba hablar. Se adivinaba una sonrisa en la comisura de sus labios, como si Amelia estuviera ahí con ellos y él quisiera que no lo viera triste.

—Soy muy feliz allí, tengo amigos que me quieren y las clases me gustan mucho, aunque Historia de la Magia es muy aburrida, con tu permiso, y Pociones es muy complicada por el profesor Snape —añadió, tragando saliva. Se preguntó si su madre había conocido a Snape, que solo debía ser unos pocos años menor que ella—. Me he hecho muy amiga de la profesora Trelawney, y ella también te echa mucho de menos. Me lo está enseñando todo, mamá. Espero que, estés donde estés, te sientas orgullosa de mí.

Se quedó en silencio, como si esperara que su madre le respondiera a aquello.

Ojalá pudieras decirme que estás orgullosa.

—Te quiero. —Aquellas dos palabras fueron más bien articuladas en lugar de habladas. Dudaba que su padre o Keira las hubieran escuchado.

Se puso de pie y dio unos pasos hacia atrás antes de limpiarse una lágrima, y entonces tuvo una idea. Se inclinó de nuevo y posó la palma de su mano encima de la lápida, esperando tener una visión, pero aquello no resultó.

Se irguió y su padre la abrazó con fuerza y le dio un beso en el cabello, sin decir una sola palabra porque sabía que si hablaba se pondría a llorar. Keira dejó un ramo de flores sobre la tumba de Amelia y volvió junto a su padre y su hermana, buscando rápidamente la mano de Emma para tener su apoyo.

Antes de marcharse, Emma no pudo aguantarse la curiosidad y tocó disimuladamente la lápida que había junto a la de su madre. En su cabeza se proyectó una imagen de un anciano tocando un piano. Al mirar la lápida, comprobó que era un tal Marcel Johnson, que había muerto con 70 años. Era una pena que la tumba de su madre no le hubiera permitido verla con tanta claridad como a él. Le habría gustado volver a verla una vez más.

Habían pasado tres días de nuevo en Estados Unidos, en casa de sus abuelos paternos, para visitar a la familia Blackwood y, de paso, la tumba de Amelia. Emma había aprovechado para quedar con sus amigos y contarles todas sus historias, y ellos también la pusieron al día. Sin embargo, tenían que volver a Inglaterra. Por muy a gusto que estuvieran en su país natal, sabían que iba a ser una Navidad muy triste sin Amelia, así que preferían estar en un lugar nuevo. Y aquel lugar era la Madriguera.

Se presentaron a las 14:05 frente a un periódico antiguo y mojado tras un callejón poco transitado. Llevaban sus maletas preparadas y todo listo para realizar el viaje de vuelta al que ahora era su país de acogida. Justo antes de que el minutero marcara las 14:06, contaron hasta tres y pusieron las manos sobre el periódico, y el mundo comenzó a dar vueltas.

 Justo antes de que el minutero marcara las 14:06, contaron hasta tres y pusieron las manos sobre el periódico, y el mundo comenzó a dar vueltas

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I Didn't See You  · George Weasley ·.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora