I Didn't See You · George Weasley ·.

Capítulo 22 · A dos bandas ·

Emma volvió a Hogwarts con renovadas ganas, a pesar de que, en los últimos días, no había dejado de pensar en el extraño sueño que había tenido al final de las vacaciones. Se lo había contado a su padre y a la profesora Trelawney, y ambos la habían tratado de tranquilizar diciendo que había sido un sueño normal como cualquiera que pudiera tener alguien sin un don, en el que ocurrían cosas que no eran reales. Sin embargo, Alfred Blackwood parecía afligido desde entonces, y la profesora Trelawney más inquieta y asustadiza de lo normal. Eso no hacía nada en absoluto por ayudar a Emma a dejar de lado aquel extraño sueño.

Su mente nunca descansaba, porque además de aquellos pensamientos intrusivos constantes, también debía preocuparse por sus estudios, sus entrenamientos y la nueva información que tenía acerca de su familia materna. No se había parado a preguntar a nadie si había algún Lyne por el castillo, puesto que temía escuchar la respuesta. De igual modo, estaba segura de no haber escuchado acerca de nadie que se llamara así en los cinco meses que llevaba en la escuela, así que suponía que, si verdaderamente había alguno en Inglaterra, no estudiaba en Hogwarts.

Otro pensamiento inevitable que cruzaba su cabeza cada día desde las vacaciones era George.

George, que le había pedido un poco de tiempo, parecía estar tomándose esa petición muy en serio. Emma esperaba escuchar cualquier día la noticia de que George había puesto un fin a la relación con Anne, pero ese día nunca llegaba.

En realidad, se suponía que tampoco estaban juntos, que estaban quedando de manera esporádica sin llegar a ponerle un nombre a lo que fuera que tenían. Emma sabía que no estaban tan bien como antes de las vacaciones: George seguía sin parecer del todo convencido, y cuando veía a Anne por los pasillos, siempre la encontraba ligeramente afligida, con un aura grisácea y azul a su alrededor que se tornaba amarilla cuando les acompañaba algunas veces durante las cenas.

Podía ser que no fueran novios de verdad o que George estuviera tardando un poco en separarse de ella, pero Emma no comprendía por qué lo alargaba innecesariamente. Por mucho que le desagradara su propia reacción ante aquello, siempre se encontraba molesta cuando los veía juntos, especialmente porque no entendía el comportamiento de George, quien le había dicho en Navidad que no terminaba de encontrarse a gusto con Anne.

Que yo también le gusto.

Empezaba a pensar que había sido alguna especie de mentira que George había dicho solo para besarla y, al no conseguirlo, se había ido con una chica que sí lo besaría. No quería llegar a eso, en realidad, sabía que era su propia cabeza jugando en su contra y suponiendo cosas que no tenían por qué ser ciertas, pero cada día se irritaba más con el comportamiento de George.

Así que volvió a intentar meterse en la cabeza que no le convenía. Que aunque cuando estaban solos —no habían vuelto a estarlo desde aquella noche, en realidad— él parecía dedicado completamente a ella, cuando estaban de nuevo rodeados de gente era algo diferente. Por muy divertido que fuera o por lo bien que la hiciera sentir, la tenía expectante y confundida, y eso no le gustaba.

Es mejor si solo somos amigos.

La situación le quedaba grande y no sabía cómo gestionar lo que estaba ocurriendo, y aunque se moría de ganas de contárselo a sus amigas, no sabía cómo expresarse sin sentirse mal consigo misma, porque cuando dejaba de pensar en George era cuando empezaba a pensar en Cedric, y entonces, todo se revolvía en su interior, porque enamorarse de dos personas a la vez era confuso y exasperante.

Quedaba con él muy a menudo para estudiar —nunca estudiaban— y terminaban todas esas citas con besos y con los dos marchándose con una sonrisa tímida de vuelta a su sala común. Cada día tenía más claro lo que él sentía por ella y lo que ella sentía por él, y era tan fácil y tan cómodo que cuando estaban juntos no entendía por qué alguna vez había pensado en otra persona que no fuera él.