Capítulo 35 · Lo que más valoras ·

3.1K 275 309
                                    

Algas. Un pueblo sumergido. Criaturas acuáticas cuyos rostros parecían sacados de pesadillas, nadando entre sus pilares. Harry buceaba mirando a su alrededor en busca de algo, y parecía desesperado por encontrarlo. Un segundo después, tenía un tridente contra la yugular.

 Un segundo después, tenía un tridente contra la yugular

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Emma se despertó por la impresión.

Se había quedado dormida en la sala común, y el libro de Encantamientos se había deslizado por su regazo hasta caer al suelo.

Era la segunda vez aquella semana que se quedaba traspuesta mientras estudiaba. Últimamente tenía muchos trabajos acumulados, así que aprovechaba cada momento que tenía a solas para leer cualquier material que le fuera útil para clase, porque eso de leer por placer se había terminado por el momento. Todos sus compañeros, con la única excepción de los gemelos, compartían su ansiedad. George y Fred tenían la suerte de que Emma fuera buena amiga —y novia— y les ayudara a terminar sus entregas y deberes.

La preocupación era una especie de sentimiento general. La felicidad del baile parecía haber sido un alto en el camino y ahora todos estaban consumidos por un hastío común.

Cedric, por su parte, seguía sumido en una melancolía de la que le costaba salir. Ni siquiera su popularidad a raíz del torneo le aportaba un poco de felicidad. Parecía incapaz de aceptar la ruptura con Emma, y aunque no se había vuelto a acercar a hablar con ella, la perseguía con la mirada por los pasillos o estaba pendiente de ella en clase. Casi parecía estar buscando algo, ya fuera una señal de que ella por fin había pasado página con George o de que, tal vez, fuera todo lo contrario y estuviera dispuesta a volver con él, a pesar de que Emma le había dicho en navidad que no sería así.

Otra persona que parecía enormemente angustiada era Isabella O'Connor, y esa angustia había llamado irremediablemente la atención de Emma. Podría ser fría y mala persona y todo lo que quisiera, pero Emma veía la nube negra alrededor de su pequeña figura y no podía hacer otra cosa que sentir curiosidad y preocupación. La única persona con un aura tan oscura en aquel castillo era Harry, así que estaba claro que algo le ocurría a Isabella, y Emma pensaba que era lo mismo que ocasionaba que fuera una persona tan detestable. A pesar de ser su rival, no dejaba de ser su prima, así que Emma la vigilaba desde la distancia, lo que le había permitido darse cuenta de que estaba en un estado de intranquilidad constante, saltando aterrada ante el más mínimo movimiento brusco.

La había visto, también, recibiendo cartas en mitad de la noche y corriendo las cortinas de su cama para leerlas en privado. Emma no le preguntaba quién le enviaba lechuzas de madrugada, pero el contenido de las cartas siempre parecía molestarla hasta tal punto de no dormir en toda la noche.

Tenía tanta curiosidad por descubrir quién hablaba con su prima que varias veces se chocó con ella a propósito para provocar una visión, y cuando lo consiguió solo pudo ver la cabeza de un hombre que parecía muy enfadado en la chimenea de la sala común. Emma sintió al ver aquel rostro que, por alguna razón, se le hacía familiar, pero no sabía ubicar de qué lo conocía, y todavía sabía menos por qué amenazaba así a Isabella. Emma no tenía la confianza suficiente como para preguntarle, y debía admitir que todavía seguía guardándole rencor por lo que había hecho con su cuaderno de dibujos.

I Didn't See You  · George Weasley ·.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora