Ella lo ve todo.
Él solo la ve a ella.
Tras la trágica e inesperada muerte de su madre, Emma Blackwood deja atrás su vida en Estados Unidos y sus estudios en la escuela de magia americana Ilvermorny para trasladarse a Hogwarts. Allí, su vida dará un...
Cuando se despertó, reconoció enseguida el olor a humedad y polvo de la habitación. Había pasado allí las suficientes noches como para recordar cómo crujía esa casa y lo incómodas que eran las camas. Abrió los ojos para confirmar sus sospechas: estaba en Grimmauld Place.
Le dolía mucho la cabeza, pero era un dolor externo, no tenía nada que ver con el don. Se llevó la mano hacia la zona y notó que tenía una venda enrollada en ese lugar. Seguramente ofrecía un espectáculo similar al de George.
George.
Se incorporó rápido por el susto, pero debía estar débil por el golpe, así que se tambaleó unos cuantos segundos antes de apoyar la mano en la pared para evitar caerse. Se le nubló la vista de manera instantánea, por lo que apoyó también la frente y cerró los ojos hasta que todo dejara de dar vueltas.
Se encontraba en ropa interior, y su vestido estaba extendido en la cama de al lado, junto a su bolso y sus zapatos. Por la manera en que todo estaba pulcramente recogido, supo que Hermione había sido quien le había curado la herida. Se acercó a trompicones hasta el bolso y sacó ropa limpia de él, pero en lugar de ponérsela, corrió al baño a intentar lavarse la sangre de los brazos.
Efectivamente, la venda que Hermione había colocado hacía que tuviera un aspecto lamentable, pero se tranquilizó pensando que, con toda seguridad, la herida que se escondía era mucho más fea. Se vistió, desentumeciéndose las extremidades, y bajó al primer piso agarrándose bien de las escaleras para no caerse. En la cocina, Hermione, Ron y Harry estaban sentados alrededor de la mesa.
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Se alegraba de verlos a los tres aparentemente intactos, pero no estaba demasiado contenta con estar en Grimmauld Place. No había tenido ninguna visión acerca de ello, y no quería desviarse del plan.
Aunque es mejor esto que estar sola.
—No tendríais que haberme traído con vosotros.
Hermione puso la vista en blanco al escucharla decir aquello.
—Ah, tienes razón, tendríamos que haberte dejado tirada inconsciente en esa cafetería Muggle —respondió Ron con sarcasmo.
—Nos salvaste, Emma —dijo Hermione, colocando ambas manos sobre la mesa para darse el impulso de levantarse—. ¿Ves por qué tienes que venir con nosotros? ¿Te imaginas lo que habría ocurrido si no llegas a avisarnos?
—Seguramente os las habríais apañado —rebatió ella, sentándose para que Hermione le mirara bien la venda—. Solo sé que no debo estar con vosotros. En mis visiones no salíais, y si cambiamos algo del futuro puede ser peligroso y...
—¿Y si lo has cambiado ya? A lo mejor ahora te ves con nosotros. No tiene por qué ser algo malo, solo diferente —ofreció Harry.
Emma pensó un segundo en intentar indagar en el futuro, pero le dolía la cabeza, estaba cansada y tenía mucha hambre. Iba a ser una tarea casi imposible.
