Me separé de Brian de inmediato, aunque se sintió como una eternidad cuando mis labios dejaron los suyos. Nos miramos y tuve ganas de volver a dejarme llevar sin pensar en mi corazón roto ni en George.
— No puede ser — le dije con la voz temblorosa. — George...
— Minerva, ya te lo dije.
— No me importa lo que haga, si es que en este mismo momento está en una cama con la esposa de su amigo, me da igual, lo que no me da igual es lo que siento... y no se va — expliqué entrecortadamente y me di cuenta de que comenzaría a llorar si no cerraba la boca.
Lo que menos quería era llorar frente a él, no quería que sintiera lástima por mí y continuara intentando hacerme sentir mejor porque no es justo ni para él ni para mí. Aún así, después de estar entre sus brazos por tan poco tiempo, extrañé su calor. Lo necesité.
Me miró como si no tuviera remedio, pero supuse que me entendía, que ambos habíamos sido cortados por la misma tijera o algo parecido. Si me pidieran enumerar las cosas que más me gustan de Brian, probablemente luego de su voz, diría que la forma en la que entiende la miseria que intento esconder día tras día en todo lo que hago y lo que soy. Brian Jones es capaz de verme, simplemente.
— ¿Quieres un té? — me preguntó. Me había dado uno cuando llegué y ahora me ofrecía otro, pero, sin embargo, a buen tiempo, estaba sedienta y congelada aún. Una taza nunca es suficiente para ningún inglés.
— Un trago estaría mejor — bromeé antes de aceptar, descubriendo que podemos ser los mismos tontos después de habernos besado como si no hubiese mañana.
— Un té es todo lo que tengo — insistió, sabiendo que un trago no me haría nada bien. — Un té y algo de coca, pero lo último es para mí — añadió, arruinando el momento de hacernos los sanos y, de paso, haciendo que me largara a reír mientras lo seguía a la cocina.
El silencio de la gran casa me era tan cómodo, nosotros lo llenábamos todo con risas y chistes malos que no harían reír a nadie más que a nosotros. Mi corazón dolía menos cuando él estaba ocupándolo todo.
— ¿Cómo es? — le pregunté, genuinamente curiosa acerca de las drogas que había probado. — ¿Es tu favorita?
Se volteó y examinó mi rostro como si quisiera ver si estaba tomándole el pelo o era una pregunta real. Cuando se dio cuenta, se encogió de hombros y se preparó para contestar.
— La hierba me hace sentir lento, no es buena para los procesos creativos... mis procesos creativos, claro. A otros les encanta — explicó. — La cocaína es un activador, el efecto contrario de la heroína, y todo lo que necesito.
— O a lo que te acostumbraste — observé.
— No lo dirías si supieras lo que se siente — murmuró, pero luego me tomó por los hombros y me sonrió como un loco. — No tomes mis palabras como si estuviera tentándote a probarla, amor, no quiero que lo hagas.
Hice un puchero.
— El alcohol es suficiente ¿No? — suspiré.
Volvió a sonreír y me dio un pequeño beso en los labios, un pellizco, algo que a penas alcancé a sentir, pero ardió. Lo vi revolotear por la cocina, preocupándose de nuestro té mientras permanecía quieta, como congelada.
— ¿Earl grey?
— Solo negro, como el primero que me diste. Prefiero el Earl grey por las mañanas — expliqué.
Asintió enérgicamente y continuó como bailando por la cocina, sin quedarse quieto.
— ¿El primero que te di? — se volteó de pronto. Fruncí el ceño.
Esperen ¿Estaba drogado?
* * *
Bien entrada la noche, estábamos recostados en su cama mirando el techo. Por un largo rato pensé que se había quedado dormido y me contenté con el silencio, aunque la inquietud por tomar algo fuerte me hacía sentir un picor en el cuerpo y sudor frío en la frente, algo a lo que los médicos le llamarían abstinencia.
Llegué a pensar que podría escabullirme y bajar a buscar algo a su bar. En algún lugar de Cotchford farm, Brian Jones debía tener un arsenal de bebida, eso era seguro, pero ¿Dónde? Y ¿Por qué estaba considerando robarle a mi anfitrión?
Me di vuelta y lo observé. Era un príncipe en un castillo, pero uno de esos personajes trágicos sin final feliz, con muchos errores persiguiéndole la cola, esperando pisarla para hacerlo caer. Y no quería verlo caer.
Estuve a punto de acariciar su cara.
— ¿Problemas para dormir? — me preguntó.
— ¿Y tú? — pregunté de vuelta con el corazón a mil por hora. Me había tomado por sorpresa.
— No duermo — anunció dramáticamente. Sonreí.
— Brian — se volteó. — ¿George está enamorado de Maureen?
Volvió a su posición original en un rato, pensando mientras miraba el techo.
— No. Por todo lo que conozco a Harrison, está loco por Pattie — contestó.
— ¿Entonces por qué...?
— Porque la vida de un músico es miserable, Minerva, y te hace ser un maldito. No le des más vueltas, no encontrarás nada mejor — siguió, interrumpiéndome.
— Ahora entiendo por qué me llamaste "dama de compañía" — ironicé.
Rio.
— No me crucifiques más por eso — pidió, volviendo a verme. Esta vez fui yo la que se acercó a robarle un pequeño beso cómplice antes de volver a mi lugar y ver, de reojo, que sonreía de medio lado, gesto que imité inconscientemente.
¿Así iba a ser todo ahora?
![](https://img.wattpad.com/cover/153311121-288-k296003.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Cotchford Farm || Brian Jones
FanfictionSe había enamorado de George Harrison en cuanto Maureen los presentó, años atrás. Lástima que había una Pattie Boyd en medio. La vida no es siempre como uno desearía que fuera. Ahora: sin trabajo, sin hogar y con una fuerte adicción al alcohol, Min...