11: Oscuridad

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Bebíamos té. Al entrar en su cocina, fue fácil distinguir que Brian adoraba el té, y el que había preparado para esta tarde estaba especialmente rico, sobre todo porque comenzaba a hacer frío y estuvimos todo el día paseando por el jardín, terminando nuestro paseo en la gran y majestuosa piscina de la finca, en donde nos quedamos charlando sobre lo que viniera.

— ... Así que George y tú han sido amigos por mucho tiempo ¿No? — soltó.

— Algo así, fue algo muy fortuito. Conocí a Mo por el tiempo en el que ella era peluquera y aún no sabía nada de Ringo, luego, bueno, lo conoció, se casaron, me perdí la boda porque me quitaron las amígdalas en esa fecha y en una de esas, mucho después, conocí a Ringo y luego a George. George es muy parecido a mí, quizás por eso somos amigos — expliqué.

— No veo el parecido — confesó Brian, bebiendo de su taza con tranquilidad. Estaba sentado en uno de los taburetes de la cocina con las piernas cruzadas, lucía como uno de esos príncipes antiguos que beben el té en el palacio con la reina. Tenía gestos demasiado refinados a veces.

— ¿En qué sentido? — curioseé.

— Siento que eres menos pasiva que él, si algo te molesta solo gritas y dices 'No soy una puta, imbécil' — casi boto todo el té por la nariz cuando hizo alusión a nuestra primera conversación por teléfono. Tosí un poco antes de hablar.

— Imbécil — repetí, pero no con un tono enfadado sino más bien provocador, como queriendo que él se enfadara.

— Lo sé — dijo, en cambio. — George tampoco tiene tendencias a colgarse de alguna adicción, cosa que nosotros dos parecemos tener — añadió.

— Ya estoy viendo la diferencia — acepté. — Pero decía que ambos éramos parecidos en cuanto a gustos musicales, arte, tonterías así. En personalidad no tengo mucho que decir.

Sonrió quedamente. Miré hacia el reloj de pared y me di cuenta de que ya debería irme.

— Quizás es hora de retirarme — dije.

— Quizás, pero ¿Dónde irás? — preguntó. — Digo, porque me has contado que no tienes un lugar fijo al cual llegar.

Me pasé una mano por la cabeza, pensando.

— Pues debería llamar a George, he estado reconsiderando volver a donde estaba.

Me miró como si se compadeciera de mí.

— Minerva — suspiró. — ¿Sabes por qué George aún conserva ese departamento viejo?

Fruncí el ceño y negué, en realidad nunca había cuestionado que él tuviera ese departamento, y si lo hacía siempre llegaba a la conclusión de que era un lugar al cual él iba a relajarse cuando deseaba estar solo.

¿Por qué Brian me miraba como si supiera algo que yo no?

— Bueno, es mejor así — y, al parecer, se arrepintió de esta conversación y se puso de pie, dejando su taza en el lavabo. — Llámalo.

Me levanté también y fui hacia donde se encontraba, dejando mi taza junto a la de él.

— Brian, ¿Qué fue eso? — lo detuve.

Parecía intranquilo.

— Minerva, podrías quedarte aquí, no me molesta, ya has visto que es un sitio enorme y yo no estoy mucho en casa tampoco — comenzó a caminar hacia afuera de la cocina, pasando por algunos pasillos mientras lo seguía de cerca.

— ¿Por qué no quieres que vuelva a lo de George? ¿Por qué te preocupa?

Llegando a la sala de estar, se detuvo y me enfrentó.

— Porque ese es el lugar que tiene para reunirse con Maureen.

— ¿Qué Maureen? — fue mi primera reacción, pero después... — ¿Maureen... esa Maureen? ¿Estás loco? ¡¿Qué tienes en la cabeza?!

Brian nuevamente me miraba como si me tuviera lástima.

— Desde la primera vez que te vi junto a él supe que no es solo un amigo para ti, y pensé que tú sabías, pero tú lo tienes en un pedestal y no... no es así...

— Estás diciendo esto solo porque él es una buena persona y tú no lo eres.

Lo vi sonreír.

— Sé que no soy una buena persona, pero a lo largo de toda la mierda que he hecho, no tendría a una persona que me ama con los ojos vendados mientras tengo una esposa y una amante a la vez y ninguna de esas dos mujeres es ella ¿Entiendes?

— ¿No crees que es mucho peor ser violento? ¿Abandonar a tus hijos?

— Ellos tienen dinero periódicamente...

— ¡Pero no a un padre, Brian!

Por suerte ese tal Tom se había ido temprano porque nuestros gritos se escuchaban hasta el bosque.

— Vete — me pidió.

— No tenías ni que decirlo — escupí. Fui a recoger mis cosas y salí de allí sin despedirme.

* * *

Pasé la noche en el sucio y pequeño departamento de uno de mis antiguos compañeros de copas, uno que más que alcohol tiene una fuerte dependencia a la heroína y está completamente deshecho. Verlo me hizo peor. Me acosté a llorar en su sofá junto a una botella de cerveza, a la cual le siguieron otras de vino hasta que perdí la conciencia. Por mucho que mi mente inventara excusas para George, lo que había dicho Brian no dejaba de sonar como la verdad. Había tantas cosas que se explicaban, que encajaban con esa teoría.

Lo peor de todo es que yo creía que él no se fijaría en mí porque tenía todo con Pattie, pero no solo no se fijó en mí por eso, sino que se fijó en la esposa de su amigo y compañero, dejándome claro que yo nunca fui una opción, antes el peor de los adulterios que yo, antes cualquier cosa.

Mi ego y corazón estaban destruidos. 

Cotchford Farm || Brian JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora