40: Amor

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— ¿Por qué?

Fue la última pregunta que esperaba que me hiciera después de lo que le dije, pero lo hizo, y no tenía idea por qué lucía tan confundido.

— Brian, Anna es buena, ella me dijo que estabas más tranquilo por lo que sucedió con la banda y que todo está marchando bien entre ustedes — le expliqué. — Y ella sabe que yo no soy solo la amiga de George que va a buscar sus gafas de sol a tu granja, ya me lo has dicho, así que lo mejor que puedo hacer es... verte hoy y acabar con esto.

— ¿Por qué asumes todo eso de Anna y de mí? No creo que puedas sacar muchas conclusiones de lo que hablaron cuando fuiste por las gafas — concluyó, escéptico.

No quise delatarla. Sabía que si le decía ahora mismo a Brian que la había vuelto a ver y había charlado con ella crearía un problema que no quería crear, así que me encogí de hombros y dejé que creyera que esas eran solo conclusiones de mi primera impresión con ella y listo.

— Te llamé y no supe de ti — seguía reclamando, haciéndome cada vez más difícil no comenzar a gritarle que fui por él, que tan solo un llamado bastó para volver arrastrándome al hoyo del cual había salido a penas porque aún sentía, y quizás con más intensidad, todo lo que sentía por él.

— Ha pasado una semana, no quería aparecer cuando tenías todo el lío de hablar con la prensa y probablemente establecer tu salida legalmente — mentí.

Nos quedamos en silencio y volví a mirar por la ventana hacia afuera. Era un bonito lugar. Lástima que George no pudiera con la culpa y se viera forzado a venderlo para poder retomar su relación con Pattie y, espero, no volver a hacerle lo que le hizo.

Lo sentí dar unos pasos y en un momento llegó a mi lado.

— No quiero que desaparezcas — dijo. Lo miré de reojo y vi que miraba hacia el frente con las manos en los bolsillos. En ese momento me sentí más atrapada que nunca; su aroma me traía recuerdos que había intentado bloquear y cada vez que aparecían en mi cabeza comenzaba a sentirme peor.

No quería llorar frente a él ni tampoco hacer un espectáculo. Tan solo quería hacer lo correcto sin dañar a nadie.

— No puedo quedarme a ser tu amiga, Brian — confesé y quise decirle muchas más cosas que pasaban por mi cabeza de solo imaginar lo que sería aceptar ser su amiga y mirar desde afuera su vida.

No podía.

Lo miré y él a mí.

— Porque me amas — dijo. Alcé ambas cejas con una expresión que, fuera como fuera, hizo que sonriera como si compartiéramos un secreto nacional. — Y yo a ti — añadió antes de que pudiera decir nada.

— ¿Qué...? — balbuceé. En pocos segundos el escalofrío que recorrió mi cuerpo se convirtió en una reacción de conmoción y mis ojos se llenaron de lágrimas, las que no quise que salieran desde que llegó.

— Anna es una mujer maravillosa, no tengo dudas de eso — confesó. — Pero lo que siento por ella es... y por muy feo que sea... un cariño que nació de conformarme. Simplemente conformarme con lo que llega y dejar que los días pasen sin necesariamente esforzarme por ver si hay algo más, porque eso... eso solo lo hice contigo.

— Ella me dijo que tenías proyectos, que estabas feliz... me dio a entender que estabas en el camino correcto y yo no quise interrumpir eso, no tengo el derecho de interrumpirte si eres feliz — protesté. Brian me tomó de las mejillas con ambas manos y me hizo mirarlo. Sentir sus manos ásperas contra la piel de mi rostro en un momento como este fue indescriptible. Nunca pensé sentir algo así con algo tan simple y profundo a la vez.

Cotchford Farm || Brian JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora