22: Famosos

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Era un estudio. Había pensado, por un momento, que era un concierto al aire libre o en un estadio, lo que fuera menos un estudio, al cual pasé luego de mostrar mi tarjeta y luego me guiaron a donde tenían instalada una gran carpa de circo y todo era bastante caótico: la gente chocaba contigo, había camarógrafos, asistentes, gente de iluminación, audio y demás con muchos cables por todos lados y más de una vez tropecé con alguno mientras caminaba mirando todo sintiendo que había ido a caer al lugar equivocado.

¿Acaso los Stones se habían vuelto actores de cine? ¿Qué diablos iban a hacer con un circo aquí? No veía instrumentos, solo gente y más gente hacinada paseando por todos lados.

Así no es cómo imaginé ver a Brian. Había llegado a la determinación de asistir para verlo de lejos y ahora lo único que quería era ver su cara conocida en medio del caos y dejar que me guiara a través de él.

Y no me rendí hasta verlo a lo lejos charlando con gente sentado en las gradas del "circo" que habían montado. Me quedé paralizada observándolo reír con una mujer y... espera, ¿John Lennon? ¿Ese era su hijo el que tenía entre los brazos? ¿Los Beatles estaban aquí?

Acelerada, avancé a tropezones hasta que alguien me cogió de un brazo y me detuvo.

— Para el show — me dijo un tipo con unos audífonos en la cabeza, supongo que uno de los tantos asistentes que andaba por ahí.

— ¿Qué? — solté, mirando la sábana color amarillo que me pasó. ¿Qué demonios?

Me volteé y volví a enfocarme en él. Reía escandalosamente y supuse que algo debió haber fumado antes de entrar a socializar, porque no era el mismo solitario reflexivo que es en Cotchford Farm. A no ser que los meses le hayan cambiado la vida, yo no sé.

Al menos a mí sí me había cambiado un poco la mía el dejar la bebida, someterme a terapias estrictas, tener un trabajo remunerado y una rutina monótona que cumplo al pie de la letra.

Fue extraño cuando él se dio cuenta de mí. Quizás lo había estado mirando tanto que había sentido esa extrañeza que sientes cuando hay un par de ojos atravesándote la piel. Su cabello estaba más largo y revuelto, pero igual que el oro como siempre. Le sonreí para no quedarme con cara de idiota, y lo vi susurrarle algo a la mujer a su lado y luego acariciar el cabello del niño en las piernas de Lennon antes de levantarse y venir por mí.

Mis piernas temblaron. Quizás de la anticipación, quizás del temor a volver a tener una conversación con él después de la última que tuvimos.

Y antes de que dijera algo incómodo, me di cuenta de que llevaba los ojos delineados y era evidente que estaba disfrazado de mago o algo así.

— ¿De qué se trata todo esto? — pregunté, a estas alturas intrigada.

— Estás a punto de ver el circo de Rock n' roll de los Rolling Stones — dijo.

Su voz me jodía la existencia. Después de haber conocido cómo es capaz de gritar para hacerme salir de su granja, volver a esa voz como caricia en la mejilla era anestésico.

— ¿Por qué viniste? — lo oí luego. Alcé una ceja.

— Pues si quieres me voy por donde vine — respondí, a la defensiva. Él negó con la cabeza.

— No quise que sonara así — se arrepintió. Había algo extraño en él, a pesar de lo suave y normal de su voz y lo festivo que se veía todo, incluyéndolo ahí disfrazado y maquillado para el show de su banda.

Si no estaba viendo mal, era tristeza, era... ugh, puede ser que simplemente esté drogado hasta el último cabello de su cabeza. Debería dejar de pensarlo.

Cotchford Farm || Brian JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora