15: Dos tazas de té

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— Ow, ¿Qué mierda?

Brian me jaló de un brazo hacia adentro de la casa y cerró de un portazo, luego me tomó del rostro y no se molestó en explicarme por qué el apuro, sino que estrelló sus labios contra los míos sin soltarme. Contuve la respiración de la sorpresa, pero finalmente me abandoné a su particular saludo y me relajé, solo entonces sus manos dejaron mis mejillas y bajaron hasta mis brazos, luego a mi cintura, la cual apretó.

Mi cuerpo se sintió extraño, corrompido por lo que sentía, pero bien. Justo en ese momento, me dejó.

— La prensa arruinó mi mañana por completo — explicó con una mueca. — Gracias por venir.

— ¿Por eso me hiciste entrar de esa forma? — pregunté, aun exaltada.

— Oh, no. Solo lo hice — respondió vagamente, pero con una sonrisa.

Nos miramos durante unos segundos y entendí a lo que iba. No sabía, sin embargo, si estaba preparada para avanzar de ese modo con él, aunque me dio un claro mensaje que recibí con gusto. Comencé a ponerme nerviosa, así que hice lo que mejor sé hacer: evadirlo.

— Vamos a tomar un té — dije, y lo arrastré a la cocina de un brazo. — ¿Qué pasó con la prensa?

— Una entrevista, diferencia de opiniones con la banda, una pelea innecesaria — contestó cortadamente. — Son una mierda cuando quieren, los periodistas, digo. Creo que no quiero ver a ninguno más de esos merodear la finca.

— ¿Merodean la finca?

— Me preguntaron por las visitas de Tom, por el nuevo jardinero que contraté hace unos días y por ti — continuó.

— Espera... — lo solté, habíamos llegado. Fui a coger la tetera y le puse algo de agua. — ¿Por mí?

— Vienes a visitarme...

— Como muchas mujeres, supongo — dije, titubeando. No sabía si me agradaba la idea de que eso fuera verdad, pero se me había ocurrido en el momento que podría serlo. ¿Por qué no? Brian no tiene ningún compromiso desde que su relación con Anita acabó y yo... yo soy... ni siquiera sé qué soy para él, jamás lo hemos discutido.

Me quedé apoyada en una encimera con la mirada perdida en los magnetos de la nevera.

— Casualmente solo preguntaron por ti — lo oí responder y sentí que se acercaba. — ¿Qué pasa? ¿Quieres preguntar algo más?

Ahora me estaba tomando el pelo. Soy demasiado evidente.

— No — dije, posando mis ojos en los suyos. Me agradaba mirarlo, tenía una belleza muy singular cuando lo mirabas de cerca y era real, no tan solo el Rolling Stone de las revistas.

— ¿Cómo estuvo tu semana? — preguntó.

— Larga — suspiré. — Ahora tomo unas píldoras para la ansiedad. De ese modo me calmo un poco y no pienso en beber.

— Esas pastillas son una droga en sí — opinó.

— Las tomaré solo hasta que pueda controlarlo sola — le aseguré. — Y no me hables de drogas, no tienes derecho — añadí, riendo.

Entornó los ojos y se alejó.

— Voy a hacer un té para ti, ¿Vale? — anuncié, entendiendo que tal vez la había cagado un poco al hablarle sobre drogas. No me había atrevido, en el poco tiempo que llevábamos conociéndonos, a hablarle sobre lo que pienso sobre su uso de sustancias. Sí, él lo hizo conmigo, él me llevó hacia un camino que mi yo de hace unos meses no podría creer que estuviera tomando, y lo hizo por mi bien, pero ¿Podría hacer lo mismo por él? ¿Podría evitar que siguiera destruyéndose con todo lo que tomaba a diario?

Una de las cosas que me indicaba que él no deseaba que me metiera en ese asunto era que cada vez que nos veíamos se cuidaba de no estar drogado, y si lo estaba no era preocupante. Él no dejaba que lo viera como realmente es cuando se mete todo y se borra, cuando tiene malos viajes, cuando la pasa mal.

Por motivos que ni siquiera yo termino de comprender, yo quería estar en esos momentos también. Me sentía dejada afuera, después de yo haberlo dejado entrar en mis asuntos. Era como una injusticia.

— ¿Cómo está George? — me sacó de mis pensamientos. Había ignorado lo que le dije para poner en la mesa un tema que no me gusta hablar con él. Estábamos a mano.

— No... no he podido verlo — confesé.

— ¿Por qué? — siguió.

— Porque, a pesar de que me llame y siga siendo el buen amigo que siempre fue, no dejo de pensar en él y Maureen, en él y Pattie... es extraño, pero no puedo verlo — seguí. A diferencia de él, yo era un libro abierto, si seguía con sus preguntas, le respondería cada una. A eso me refiero con lo injusto que se siente que él me deje fuera de sus asuntos.

— Lo tendrás que hacer algún día — razonó.

— No hoy — dije y luego dejé de mirarlo para preparar dos tazones de té.

Al darme cuenta de que ya tenía un tazón preferido en su casa me di cuenta de que, si bien jamás lo ha aclarado, al menos debo ser algo en su vida.

— Brian — llamé. Él apareció a mi lado con una mano en la cadera. Yo seguía mirando los tazones con agua hirviendo. El suyo era suyo porque me había indicado que ese era su preferido, pero...

— Dime — murmuró.

— ¿Alguien más utiliza este tazón o...?

Percibí una sonrisa en su rostro.

— Puedes decir que es tuyo, amor — me interrumpió. Luego tomó ambos tazones y se los llevó, desapareciendo por la puerta que llevaba hacia el este de la casa. Lo seguí a grandes zancadas y lo encontré en la sala de estar.

Le quité los tazones de las manos, cuidando de no derramar nada en nuestras manos con el brusco movimiento, y los dejé en la mesita de café, luego lo enfrenté.

— Brian — otra vez lo llamaba.

— Dime — y otra vez me respondía entre murmullos porque estábamos muy cerca el uno del otro y no hacía falta levantar la voz.

Y no le dije nada. Lo jalé de un brazo y lo besé, intentando igualar la pasión con la que me tomó al entrar a su casa. Sonreí en medio del beso cuando me di cuenta de que contuvo el aire al igual que yo hace un rato.

— Quiero estar contigo — susurré.

Parecía aún sorprendido. Al no darme una respuesta rápida, comencé a sonrojarme bajo su atenta mirada.

— ¿Qué? — me impacienté.

— Estaba pensando en el té... se enfriará — dijo seriamente. Me largué a reír y, segundos después, nos besábamos contra la pared con algo que solo podría describir como necesidad.

Esto es lo que debe sentirse volver a beber; se debe sentir como a gloria. 

Cotchford Farm || Brian JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora