Cerca y Lejos

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- Eru ¿no podemos esperara mañana?-

Estabamos caminando en medio de los arboles que se alzaban sobre nosotros, la luz de la luna redonda y completa nos bañaba con su claridad.

Él tomaba mi mano guiandome al lugar elegido, de no ser porque mi abuela estaba de acuerdo, no hubiera accedido a venir.

Debo admitir que mi espalda no duele tanto como esperaba, una vez que mi cuerpo comenzó a moverse, los dolores cedieron un poco, bastante a decir verdad pero la fatiga me dominaba por completo.

-Me temo que no-

La distancia que imponia sobre nosotros para luego derribar era difícil de comprender, sobre todo con su accionar tan frio pero considerado, me dejaba confundida.

Por momentos parecía ser mi existencia su unica y genuina preocupación pero a su vez era yo misma la que causaba ese rechazo a veces impulsivo que venia de repente.

- A donde me llevas Eru, estoy asustandome y tu forma de actuar no ayuda-

De repente se frenó, se mantuvo unos segundo tieso y giro para mirmarme, una leve capa de sudor se veía en su frente haciendo que sus mechones de pelo se pegaran a su piel.

-Aquí- dijo cambiando su postura y esbozando una media sonrisa.

El aire otoñal estaba fresco y la brisa rozaba mis mejillas, aunque llevaba puesta una campera de abrigo, sentía que podriamos estar mucho mejor en casa y hacer esto mañana con el sol cálido de la mañana. El mal humor me estaba superando, y enterarme que existía un kilo de información que me ocultaban no ayudaba en absoluto.

- Bien ¿y que se supone que haré?- espeté cruzandome de brazos, pretendiendo que Eru reaccione o pregunte el porque de mi cambio de actitud.
Aunque lo único que hizo fue sentarse en el suelo y mirarme espectante de que haga lo mismo.

El silencio dominaba todo el espacio aunque se percibían los pequeños respiros de la naturaleza a causa de las criaturas noctámbulas que se abrian paso a la vida.

- Lo primero que necesitas es calmarte- cambio su tono de voz y cerro los ojos, aunque mi mente seguía girando sin parar, él dio unos pequeños golpeteos con la palma de su mano en el suelo, me sente de mala gana, esperando que dijera algo, me dispuse a juguetear con el viento ante la falta de respuesta ya que él parecia meditar.

- Deja el viento en paz- dijo con dureza.

- Entonces ¿què se supone que debo hacer?- pregunte contestando de la misma manera.

Abrio los ojos y me miro extrañado, se quedo estudiandome unos segundos luego respiro profundamente, se colocó más cerca de mí.

-Cierra tus ojos- ordenó.

- ¿Cuanto demora esto? tengo sueño- acotè solo para que reaccionara de alguna manera a mi actitud.

- En este momento no soy tu amigo, te estoy enseñando, deja de comportarte como puberta-

-Bien- cedí

- Cierra tus ojos-

- Estan cerrados-

- Bien, ahora piensa en todo tu alrrededor y sin abrir los ojos comienza a reconocer la vida que te rodea.-

Al principio todo era silencio, nada en lo que pensar, no era más que un bosque en las penumbras de una noche otoñal.

Las hojas de los arboles chocaban unas con otras, bailando con el viento que las llevaba de un lado a otro. Los grillos cantaban en medio de las oscuridad mientras a lo lejos se oía un buho despertar.

Renacer En Invierno [ Herederos I ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora