La nueva Profecía

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Narración.

26 años atrás

Despertó en medio de la noche fantasmal, de un verano tiempo atrás, recuperando el aliento que había perdido sin notar, su cuerpo sudoroso y frio temblaba ante los hechos que habían pasado por sus sueños, hechos que no podía ignorar con facilidad.

Se levantó de la cama, cubrió su delgada figura con un sobretodo pesado de terciopelo verde oscuro que le habían obsequiado cuando cumplió la mayoría de edad, cuando descubrió sus dones, producto de su herencia bastarda y decidió partir del núcleo familiar para aprender a usarlos debidamente.

Tomo el candil que se encontraba sobre el mueble contiguo a sus aposentos, y corrió por los pasillos del palacio, con desesperación genuina y devastadora, sentía como sus latidos recorrían todo su cuerpo, cada uno era más fuerte, cada uno llegaba a extenderse un poco más sobre ella, llegando de sus pies a su cabeza cuando decidió detenerse a tomar un respiro, y solo había llegado a la mitad del camino pero no podía frenar su marcha si quería que aquello fuera secreto, como debería ser.

Siguió su camino hasta las profundidades del palacio, donde un pequeño oasis verde y dotado de vida, escondía una fuente, de agua viva donde las alamas de los líderes antiguos podían reposar eternamente. Sabía que no debía estar allí pero fue de todos modos, no encontraba en su mente la claridad necesaria para hacer aquello que dictaba el deber, temía profundamente y desconfiaba de sí misma.

Arrodillada sobre el borde de la orilla, mirando su propio reflejó en las aguas sagradas, cerro sus ojos implorando ayuda, porque hasta de su vida misma temía.

- No estas entendiendo!- gritó tomándose el cabello, que suelto caía sobre su hombros desnudos, él se obligó a sí mismo a ignorar aquella piel blanca y pura que necesitaba más que nada.

- Entonces explícate pues eh hecho todo para que podamos estar juntos de una buena vez!- contestó con la misma furia, por primera vez en todos esos años, dejaba que su carácter aflore, dejándola fría y helada al ver sus ojos verdes mirarla de esa manera tan dura, confundiéndola un poco pues desprecio era lo único que transmitían.

- Mi padre murió! –

- Eso te hace más libre aún pero al parecer el problema radica en otro lugar- reflexiono mientras miraba hacia la luna que blanca y entera se alzaba sobre el cielo nocturno, odiaba que esto suceda entre ellos, por cada buen momento que lograban pasar, parecía ser que todo volvía siempre a un mismo camino: la corona, el liderazgo, el pueblo, SU pueblo, un lugar donde el amor no tenía espacio ni era bienvenido.

- Debes entender que, si quiero ser una gran líder, no...-

- No qué?- irrumpió el girándose violentamente y caminando hacia ella, haciendo que un temor sutil y persistente se instale en Jarle- no puedes amar?! No puedes casarte? No puedes querer una familia porque te haría menos líder-

- Sabes que influiría en mi rendimiento, y no puedo permitir que me vean como débil-

- Entonces acostarte con dos a la vez te hace mucho más fuerte, lo entiendo-

- Nada de sentimientos, eso acordamos-

- Estas insinuando que está bien lo que haces?

Sus ojos se llenaban de lágrimas pues el amor que tenía por aquel de ojos claros y cabello castaño era mucho mayor a cualquier otro, sin embargo no podía sucumbir a ellos, aunque en su ausencia busque con desvelo compañías innecesarias.

- Ninguno que se considere grande puede ver más allá de lo que su pueblo necesita- contesto con seguridad, irguiéndose sobre sí misma, calmando su mirada, intentando mostrar cuan superior era, en lo que a rangos refiere.

Renacer En Invierno [ Herederos I ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora