Narración
Lynae despertó lentamente, sus ojos claros se abrían dando paso a la claridad de la mañana que con sus colores cálidos dibujaban en el cielo algunos matices dignos de un cuadro, luego de observar con detenimiento el paisaje intentó incorporarse pero un gran dolor la asotó de repente en su pierna y justo debajo de sus costillas. La visión paso a ser parcial y borrosa pero aún así logró distinguir poco a poco la familiar figura de el mejor profesor, según sus propios criterios.
Deaven se acercó con un vaso de agua y algunas galletas en un pequeño plato, ese de ojos dulces y hombros caídos que no había apartado la mirada de ella en toda la noche.
-¿Donde estoy?- pregunto con la poca fuerza que tenía disponible. Viendo las estanterias llenas y el espacio cuidadosamente distribuido para el desorden.
-En mi casa- contestó él y la ayudo a incorporarse, le colocó unos almohadones detrás de la espalda para amortiguar un poco la dura madera del viejo sofa. - Trata de comer algo, pasaste un día completo dormida-
- Gracias- atinó a decir ella con un poco de verguenza.
- Lynae ¿Que hiciste? ¿Quién te hizo este daño? Trato de no pensarlo pero algo me dice que fuiste tu misma la causante de esto - dijo seriamente.
- ¡Mi bolsa! ¿Donde esta? - repuso recordando los sucesos anteriores a su desmayo. En ese momento intento ponerse en pie pero el dolor era ahogador y la obligo a recostarse nuevamente.
- Tranquila, no gastes fuerzas, yo la traigo-
El solo hecho de oír que su bolsa con las preciadas armas estaba y no la perdió en los últimos momentos de debilidad la dejaba respirar con más alivio, despues de todo, si valia la pena soportar éste dolor.
-¡Deaven querido! tranquilo, no intente suicidarme- dijo recuperando un poco de su natural actitud, mientras éste se acerbaca intentando inspecionar lo que la bolsa contenía - conseguí esto...las armas de Regina.-
-¿cómo? - sus ojos pardos se abriero exajeradamente para pasar a tomar los objetos con sus manos. Comprobando por su propia cuenta las delicadas y minuciosas incripciones en color dorado sobre el blanco cuerpo de las mismas.
- Estaban en el estanque de la muerte... Por eso...- no fue necesario terminar la frase ya que era una obviedad la causa de su estado tan terrible y moribundo-
- Podrías haberlo mencionado, hubieramos ido contigo-
- No te ofendas Deaven, te tengo mucho respeto pero no eres la clase de elfo que se arriesga más de lo necesario para subsistir-
Se permitió pensarlo con molestia pero aún así sabía que la joven tenía razón y por milisegundo, teniendo en cuenta que sus recuerdos, los mismo que intento enterrar para no sufrir, volvían a su vida, dió lugar a esa afirmación para preguntarse a sí mismo si esa fue la razón por la que su amor nunca fue conocido más allá de estas tristes paredes de madera oscura y desgastada-
-¿ y Aren? - preguntó ella solo para sacar algún tema de conversación dado el silencio rotúndo de su anfitrion.
- Está durmiendo aún, el fue quién realizó la sanación-
- ¿De verdad? - saltó ella con su innata curiosidad ya que no era un paso simple para cualquier aprendiz, llevaba años de práctica, y no precisamente la práctica que ellos llevaban a diario, que consistía solo de leer muchos libros viejos, para lograr curar era necesario intentar con heridas leves y reales para así darle lugar al progreso de la mágia en cada uno.
-Sí- dijo secamente Deaven aunque ella con un poco de su intuición, junto con su poder pudo interpretar esa mirada y hasta casi con horror entendió que su maestro estaba envejeciendo, qué el hombre al cuál admiraba en secreto cuando fue a la escuela estaba perdiendo sus dones por el deterioro de sus hábitos y por sus pocas ganas de vivir.
Eso la golpeó muy fuerte, y dolía más de lo que la herida aún punzante le hacia.
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Renacer En Invierno [ Herederos I ]
Fantasy"Alfheim reino de luz y oscuridad, te has zumbido en un sueño de paz milenario La maldad comenzará a colarse en tu reinado, cual parásito que corroe la madera de tu firme árbol de vida Un juego de intereses individuales y egoístas mostrará la verda...