Arica
Por fin a lo lejos divisamos las dos esfinges enormes de la entrada a la imponente ciudad, talladas en mármol blanco y negro. Alfheim. Al fin.
Llegamos tan cansados que realmente mi cuerpo estaba caminando por sí solo, de una manera robótica y automática pues el cansancio me había superado por completo, jamás hubiera pensado que se podía llegar a este nivel de exigencia física, tampoco lo hubiera querido imaginar, hace unos meses si quiera lo hubiera pensado fugazmente.
La parte inferior de mis pies arde como nunca dándome el pequeño aviso de que al quitarme las botas encontraré una imagen terrible, cada paso arde un poco más que el anterior y sin embargo ahí estábamos, caminando, sudados, con el cabello hecho un desastre dejándose llevar por la suave pero helada brisa del viento, sin poder articular palabras, ya no había chistes, no había disputas, solo intensas ganas de llegar, y recostarnos en algún lugar. Y dormir, como deseaba dormir, ya olvide la última vez que logre pasar toda la noche durmiendo plácidamente ya que cada vez que cierro mis ojos la imagen del heredero vuelve a mí, atormentándome, como si esos ojos buscaran devorarme por completo mientras me distraigo con cualquier pequeñez.
Quito esos pensamientos náufragos de mi mente sacudiendo un poco mi cabeza y decido enfocarme en lo que mis ojos están viendo. Nunca había visto lugar alguno que sea tan blanco, pulcro, delicado, majestuoso, entre tantos otros adjetivos que se me pasaban por la mente. La gente paseaba tranquila por las calles, no había transito alguno salvo algún que otro carruaje, todos parecían sacados de un verdadero cuento de Hadas.
<<Que contraste>> pensé mientras las humildes sonrisas de los pueblerinos de Parva pasaban por mi cabeza, en nada se parecían a los ciudadanos de aquí, de vestiduras elegantes, bien peinados y frentes en alto. En alguna que otra ocasión nos ganamos la mirada de asco de algunos, pero sinceramente no podía detenerme a reparar en ello. Después de todo soy consciente de la necesidad que me consume por la falta de un buen baño, una ligera comezón me recorría todo el cuero cabelludo al recordarlo.
Delante de nosotros había un sendero que nos dirigía directamente al castillo de marfil donde nos esperaba Jarle pero también a partir de este sendero se abrían otros caminos, repletos de jardines bien cuidados, caminamos por el puente que estaba a una altura considerable por lo que pude distinguir claramente un enorme laberinto a nuestra derecha, el cual tenía rosas violetas en sus paredes color verde claro, me sentía una turista en pleno centro de New York, salvo que este sitio era aún mejor. Todo lo que mis ojos veían me deslumbraba por completo.
- estas lista para esto niña-dijo Harmont cuando comenzamos a acercarnos a las inmensas puertas de madera tallada, repleta detalles dorados y blancos
-creo que no, aunque agradecería que me llames por mi nombre-
- estuve arriesgando mi vida para que llegues, te llamare como quiera-
- fanfarrón- gruñí
Sin querer y sin pensarlo, las puertas que enormes se alzaban sobre nosotros se abrieron lentamente, sin siquiera ser necesario un golpeteo en ellas. Entonces note que llevaba aguantando la respiración mientras estaba frente a éstas.
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Renacer En Invierno [ Herederos I ]
Fantasy"Alfheim reino de luz y oscuridad, te has zumbido en un sueño de paz milenario La maldad comenzará a colarse en tu reinado, cual parásito que corroe la madera de tu firme árbol de vida Un juego de intereses individuales y egoístas mostrará la verda...