Ego

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La habitación de arriba en contraste con el resto de la casa estaba totalmente ordenada, pulcra, armoniosa. Había dos camas y un armario que ocupaba casi el ancho de la habitación donde intuí que debería estar la ropa que me podré.

Debo admitir que no me agradaba mucho el color marrón oscuro en un pantalón pero evidentemente debo pasar un poco desapercibida por estos lados,  me quedaba un poco ajustado en la zona de los gluteos, mis piernas siempre me dieron trabajo para conseguir un buen pantalon pero poco a poco la tela cedía a mi cuerpo.

Nunca fuí una chica muy delgada que digamos pero no me quejo.

En un cajón solo encontre camisas de las cuales la más neutra y normal era una blanca, con magas largas pero las recogí hasta los codos.

Me miro al espejo aún indecisa del reflejo que éste me devuelve, la camisa marcaba mi busto un poco más de lo que me agradaría pero no demasiado para hacerme sentir incómoda.

<<me veo igual que el ridículo Aren pero podría ser peor>> me digo

Cuando me dispuse a acomodar un poco mi cabello en una trenza para estar más ligera escuche unos ruidos provenientes de afuera ¿habían comenzado sin mi?

Me acerque a la pequeña ventana para observar qué es lo que hacían, un poco molesta por su falta de consideración aunque al ver que estaba Eru con una espada y Aren con otra se fue aplacando todo sentimiento, y me entretuve unos instantes mientras los observaba en la distancia, era evidente quién tenía más experiencia.

Me gustaba tanto verlo así, divertido, ensimismado en su tarea, dando indicaciones con una sonrisa perfecta y fina,  el pelo un poco húmedo se le pegaba a la frente a causa de la capa de sudor que cubría todo su cuerpo, lo que me hacía imaginarlo de otra manera.

Sacudo la cabeza para volver a mi realidad cuando Eru nota mi mirada sobre él, no dice nada pero solo levanta una ceja para luego volver a su ejercitación, bajo las escaleras a toda prisa y salgo afuera con mucho entusiasmo, entonces noto que la mirada de estos tres se posa en mi de manera extraña.

-¿Que?- digo a la defensiva ya que nadie se dignaba a decir una palabra.

- Estas..- comienza Aren.

-¡Bien! - interrumpe Eru fulminandolo con la mirada. Nuevamente. Hace dos segundos reían juntos y ahora lo miraba con odio.

-No suenas muy seguro- digo

- Es que esa es mi ropa- dice Aren sonriendo burlón- Había tres vestidos colgados al otro lado del armario-

-¿Vestidos? ¿Como entrenar así?- pregunto nuevamente aunque escuche perfectamente que lo dijo.

-En realidad esperaba entrenar tus dones, el entrenamiento físico no es algo que justamente haya pensado para ti- asegura mi padre

-¿Porque soy mujer?- pregunto entendiendo por que caminos viene el pensamiento de esta epoca, lo cual me cabrea un poco al notar que los presentes parecen tomarlo con naturalidad.

-Si, pero los puedes usar si vamos al pueblo... Si te sientes bien así supongo que no pasa nada- dice mi padre algo dubitativo.

- Bien, pero no puedo prometer usar un vestido en algún momento. No me va eso de ser muy delicada- dije imaginando lo difícil que me resultaría jugar con Floky o subirme a su lomo con metros de tela pesando sobre mis caderas.

- Aquí las elfas lo hacen, no podrás ganarte el respeto de nadie así- interrumpe Aren con esa sonrisa que estoy empezando a detestar, como si fregara sobre mi cara todo su buen comportamiento y exelencia ante todo.

Renacer En Invierno [ Herederos I ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora