Huidas

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Narración

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Narración

"Gracias por todo, denme el regalo de la libertad"

Una única nota con menos palabras de las que requería una explicación, sobre el reloj de la chimenea en la sala del tormento pues eso era lo que habían experimentado hace tan solo unas horas atrás. Una distracción, una simple charla los hizo perderle de vista, aunque al parecer ella ya lo había planeado con antelación o más precisamente desde el momento que todo su mundo se había oscurecido de una manera inimaginable, horrenda, despreciable sobre todo para ella, que lo único que necesitaba era un poco de paz.

Eru , con el espíritu consternado llego junto a sus compañeros en cuestión de minutos, realmente no sabía cómo controlarse sin embargo algo estaba un poco roto dentro de él, buscó que su frialdad gane la batalla para lograr ser, el que siempre fue para que al menos algo logre salir conforme a lo que esperaba. Sus ojos se tornaron oscuros, signo de su gran abatimiento, y su voz volvió a ser la misma de siempre, calma, serena y grave.

Se reunieron en otra ala, en el altillo más elevado del palacio, una cúpula rodeada de cristales desde la cual se obtenía una visión clara de toda la ciudad y sus límites a pesar de la hora, la oscuridad de la noche reinaba, el golpeteo de las gotas incesantes de lluvia pesada y fría estaba muy lentamente, bajando su frecuencia, solo las velas dispuestas sobre la mesa lograba iluminar con dificultad el rostro de los presentes reunidos alrededor de una mesa redonda de madera maciza.

Celegrom característico por su tranquilidad, su serenidad que como el agua fluía calma sobre las corrientes del mar sereno, ahora estaba perdiendo los estribos de su nerviosismo inminente, pensaba que con cada segundo perdido lo peor podría estar por sucederle o en su defecto la muerte, ya que lo peor ya había sucedido. Hace tiempo se había encontrado a sí mismo ante la necesidad incurable de protegerla, y ya nada podía frenar aquel sentimiento gestado.

Para él, la pequeña distancia puesta por Arica se debía a una timidez razonable por el hecho de que no le conocía en profundidad, entonces se dejó llevar por la emoción de encontrar a la indicada, por lo que era su nuevo amor el que había huido luego de una lucha despiadada.

- No puedo creer la incompetencia de todos ustedes- Jarle estaba tiesa, mirando el gran ventanal que daba a su patio trasero, ese jardín repleto de los arboles más extraños y hermosos de la región solo para gusto de ella. Muchos eran traídos a modo de obsequio y otros tantos eran recuerdos milenarios de sus antepasados.

El lugar donde se encontraban, era la antigua sala de reuniones que traía consigo los recuerdos de su juventud. En sus inicios, cuando amaba profundamente llevar la carga que su padre le lego, entonces una vez al año los encargados de cada ciudad se reunían para mantenerla al corriente de los sucesos en el interior del reino, pero con el tiempo, algunos por excusas sin sentido se ausentaban y a ella simplemente no le molestaba, los años pasaron y las noticias le llegaban por extensas cartas que inclusive, a veces, no leía. Entonces ese lugar solo quedo abandonado dentro de otras tantas habitaciones vacías de su hogar.

Renacer En Invierno [ Herederos I ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora