Capítulo 3: Joshua

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Me senté en el taburete del bar frente a la barra. Ivy estaba atendiendo esa noche y se veía realmente atractiva con todo ese maquillaje que hacía relucir su piel morena, una sonrisa estampada en sus labios que la hacían ver amigable y alguien que podrías encontrar un buen momento de conversación. 


Necesitaba una buena conversación. Necesitaba una distracción de mis pensamientos por unos momentos, había estado demasiado encerrado en mi propia mente y necesitaba un maldito descanso. Necesitaba un maldito descanso del trabajo también. 


Liam, mi amigo y dueño del bar, había decidido que las leyes no eran para él y había decidido comprarse un local para convertirlo en un bar. El lugar era genial, lleno de juventud todos los malditos días, decorado con cosas modernas que hacían ver el lugar más amplio de lo que realmente era. Era genial pasar un rato aquí y distraerse. 


Así que pasaba gran parte de mis noches aquí, buscando chicas con las que luego iría a algún lugar para disfrutar de un buen momento. Había estado viniendo aquí por meses y cada noche conseguía irme de aquí con una chica diferente, al auto, al callejón de al lado, a la casa o departamento de ella. Nunca mi propio lugar. Nunca. Pero eso había durado hasta hace casi tres semanas, cuando conocí a Abigail Brooks y había arruinado todo para mí. 


La chica estaba tan metida bajo mi piel, que no podía lograr pensar en otra chica que no fuese ella. Necesitaba tenerla una vez más y lograr, finalmente, eliminarla de mi sistema. No podría ser, de todos modos, ella estaba totalmente prohibida ahora que sabía que era la hija de Richard. Estaba totalmente fuera de alcance. 

— ¿Otro vaso? – Preguntó Ivy, sacándome de mi ensimismamiento. Asentí con la cabeza y ella me preparó otro Martini. Odiaba los Martinis, ni siquiera sabía por qué seguía pidiéndolos, pero había algo reconfortante en el sabor de ese licor que me hacía pedirlos. – ¿Estás bien? No te ves muy despierto. 


—Estoy bien. – Dije, bebiendo de un sorbo el contenido del Martini que Ivy había puesto frente a mí. Ella alzó las cejas en mi dirección. – No me dijiste que eras amiga de Abby. 


—No preguntaste. – Ivy ladró. Bueno, mierda. Adiós Ivy agradable, hola Ivy mamá gallina. – No te acerques de nuevo a Abby, Josh. 


—No planeaba hacerlo. – Mentí. ¿O decía la verdad? 


—Bien.


Me levanté del taburete y decidí que ya había pasado suficiente tiempo aquí. Necesitaba irme a casa y hundirme en mi miseria. Ya era el tercer día que venía aquí en busca de Abby. Ella no había aparecido ningún día y comenzaba a perder las esperanzas de volver a encontrarla aquí. Verla en su propia casa, donde estaba su padre, no era viable para mí. No quería que nadie escuchara la conversación que tendría con ella, porque realmente necesitábamos hablar. Lo que habíamos hecho no podía quedar así.


Una mujer se paró por delante de mí cuando iba en dirección a la salida y supe enseguida que ella estaba buscando lo mismo que yo. 


Ella era una mujer guapa, rubia y de ojos oscuros, su delgado cuerpo llevaba un vestido diminuto encima que no dejaba nada a la imaginación y tuve que mirar sus ojos sin siquiera parpadear, porque de otro modo hubiese estado mirando sus senos fijamente, senos que prácticamente parecían salirse del escote de su vestido rojo. Jesús. 


—Hola, guapo. ¿Vas a algún lugar? – Sonreí de lado y bajé los ojos en el gesto tan conocido para mí. 


—Depende, ¿vas a invitarme a algún lugar? – Ella soltó una risita y se llevó dos dedos a sus labios. Sus uñas eran largas y de un color amarillo fosforescente que casi dañaba mis ojos. 

Conociendo lo que es el Amor (Amor en Boston #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora