No podía dejar en lo mucho que me encantaba Abby, en lo mucho que la amaba mientras me iba a la cama después de haberme quedado dormido un rato en el sofá. Era tarde y no sabía cómo había logrado despertar por mí mismo para poder irme a la cama.
Me había sentido tan contento con ella aquí, tan feliz. Mi departamento ahora tenía vida, vida que Abby había traído consigo y que yo adoraba con todo mi corazón. Mi casa ya no se sentía como algo vacío que solo usaba para ir a dormir y ya. No. Se sentía como un hogar, lleno de calidez y felicidad.
Era como si el vacío que había habido en mi hubiese desaparecido con su llegada, con su sonrisa y su risa, con sus miradas cálidas y sus comentarios sarcásticos. Mierda, amaba tanto a esa mujer.
Me metí en la cama tras haberme quitado la ropa, dejándome solo el bóxer oscuro. Me acomodé contra las sábanas que tenían un suave olor dulce. El olor de Abby. Era como si su aroma estuviera impregnado en todos los lugares de mi departamento y sonreí con el simple pensamiento de ella en mi cama, junto a mí, pegada a mi cuerpo mientras dormíamos. Sobre mí o debajo de mí cuando no dormíamos.
Extrañaba no tenerla durmiendo a mi lado, pero me consoló saber que ella estaría quedándose conmigo la noche siguiente, así que dejé que, con ese pensamiento, Morfeo me acunara entre sus brazos.
Lo siguiente que supe era que mi teléfono estaba sonando incesantemente. Gemí con pesar porque sentía que no había dormido nada, la noche había sido demasiado corta como para ya tener que levantarme e ir al trabajo. Maldición. No estaba listo para rodar fuera de la cama aún, mi cuerpo pesaba y mi cabeza giraba demasiado como para hacerlo.
Sin embargo, miré confundido alrededor cuando me di cuenta que aún estaba de noche y que el sonido de la alarma no era el correcto. Me senté de golpe en la cama y miré el móvil. Era Richard Brooks.
¿Por qué, en el infierno, Richard me llamaba a las dos de la mañana? ¿Por qué...? Abby.
Mi cuerpo parecía una cuerda a punto de romperse cuando contesté y no pude evitar estremecerme por el frío que sentí recorrer mi cuerpo.
— ¿Hola? – La respiración pesada del otro lado hizo que mi cuerpo temblara con fuerza. Me helé completamente.
—Joshua, necesito que vengas a casa. Abigail me ha pedido que te llamara. – Su voz afectada hizo que prendiera la luz y comenzara a buscar rápidamente mis zapatillas y la ropa para poder irme de allí como el infierno.
— ¿Abby está bien?
—Ella está bien. Dice que te necesita.
—Estaré allí enseguida.
Él asintió y la comunicación se cortó. Demonios.
¿Qué mierda estaba sucediendo en casa de los Brooks como para que Abby no fuera capaz de llamarme por sí misma y tuviera que hacerlo su padre? Ella había estado bien horas atrás cuando se fue de aquí, había estado feliz y sonriente, no había habido nada malo en ella. ¿Qué demonios había pasado en este lapso de tiempo?
Llamé un taxi mientras me enfundaba en los pantalones de chándal y una sudadera, las zapatillas ya en mis pies para cuando hube tomado el abrigo, mi móvil y mi billetera, saliendo de allí como si el mismo diablo estuviera persiguiéndome.
No podía dejar de pensar en qué pudo haber sucedido con Abby mientras iba en el taxi a su casa, no podía dejar de pensar en el hecho de que no había pasado nada extraño antes, no había sentido nada raro por su parte. No se me ocurría nada y, al mismo tiempo, mil cosas pasaban por mi cabeza. Si fuese algo realmente grave, ella estaría en un hospital o algo similar, no en su casa y eso me tranquilizó lo suficiente como para poder pagarle al taxista y agradecer cuando me dejó afuera de la casa de los Brooks.
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Conociendo lo que es el Amor (Amor en Boston #3)
Romance"Estoy perdiendo mi tiempo cuando siempre fuiste tú, siempre fuiste tú. Buscando la felicidad, pero siempre fuiste tú, siempre fuiste tú. Nunca debí dejarte ir, cariño" - Louis Tomlinson