Me acomodé los anteojos sobre el puente de mi nariz, arrugando el entrecejo y frunciendo los labios mientras leía el correo que acababa de llegarme a la bandeja de entrada. No tuve que leer el correo dos veces como para saber que pasaría totalmente de aquel trabajo. No había modo de que yo tomara un caso de divorcio, sobre todo porque yo no me había especializado en ello. Tampoco quería volver a experimentar eso otra vez como cuando mi madre me había pedido que ayudara a unos antiguos vecinos y todo se había ido al infierno. Sí. Eso no volvería a suceder en un futuro cercano. O lejano. Muy bien. Nunca volvería a suceder.
Habían pasado casi dos semanas desde aquella noche en el bar. Dos semanas en que no había pensado en ninguna otra cosa. Ni siquiera lograba dormir bien por las noches, era terriblemente desesperante no poder sacar a esa chica de ojos azules de mis pensamientos. Esa chica me había dejado loco, se había metido en mi cerebro y no había modo de olvidar cómo había sido estar con ella.
Tampoco había podido dormir con ninguna otra chica desde que ella se acomodó su ropa, me sonrió y se dio media vuelta para irse de allí. Solo eso. No había dicho ninguna palabra hacia mí. No había preguntado por mi nombre, no había pedido mi teléfono ni que nos volviéramos a ver. Eso había sido algo normal para mí. Jamás pedía números, incluso aunque las chicas pidieran el mío y yo mintiese, dándoles un número falso. Pero seguía siendo extraño para mí que ella no hubiese dicho ni pedido nada. Solo se había ido sin mirar atrás.
Aún estaba grabada en mi cabeza. Había llegado hasta mi lado esa noche, viéndose tan segura de que obtendría lo que quisiera de mí – y que era obvio que conseguiría todo de mí esa noche –, viéndose tan malditamente caliente en ese vestido negro que había resaltado su cintura pequeña y sus piernas largas. Su pelo teñido de blanco con las puntas del tono rosa pastel más suave que haya visto antes solo causaron estragos en mí, sus labios pintados de rojo cereza había terminado por derrumbarme y llevármela hacia aquella oficina. Sin embargo, aquellos ojos azules febriles habían cerrado el trato.
No había pasado un minuto sin que yo pensara en cómo se había sentido su piel contra la mía, su boca sobre la mía, su lengua en una lucha a muerte contra la mía. No había obtenido suficiente de ella, había sido tan poco tiempo. Y, sin embargo, tan solo recordar estar en su interior, sentir cómo me apretaba y cómo había llegado al orgasmo conmigo en su interior... Mierda, me ponía a mil y causaba que tuviera dolor de cabeza por horas a causa de la sangre yendo hacia la parte media de mi cuerpo. Jesús. Esa chica me había dejado destruido. Y, aunque quisiera repetirlo, no había modo que pudiera encontrarla en una ciudad tan grande como Boston. Tampoco es que quisiera volver a verla, de todos modos. O eso me repetía a mí mismo, convenciéndome de que yo efectivamente no quería volver a verla.
Golpeé la puerta de la oficina de Matt una sola vez y entré sin esperar a que me dejara entrar. En todo el tiempo que llevaba trabajando en esta oficina jamás había esperado a que él me dejase entrar. ¿Lo había molestado un montón de veces? Diablos, sí, pero no me importaba porque él hacía lo mismo conmigo. Ojo por ojo, decía el dicho.
Él estaba sentado frente a su laptop, viéndose divertido por algo. No fue hasta que vi a Grace sentada a piernas cruzadas en el sofá que estaba contra la pared que comprendí que esa expresión se debía a su presencia. Grace había cambiado la vida de mi mejor amigo en tantos aspectos que ni siquiera podía enumerarlas con mis dedos. No sabía cómo agradecerle haberme devuelto al Matthew que yo conocía, no sabía cómo diablos agradecerle a esa chica el haberle abierto los ojos a Matt y además devolverlo a su antiguo yo. Feliz, lleno de vida y con ganas de vivir su vida al máximo.
ESTÁS LEYENDO
Conociendo lo que es el Amor (Amor en Boston #3)
Romance"Estoy perdiendo mi tiempo cuando siempre fuiste tú, siempre fuiste tú. Buscando la felicidad, pero siempre fuiste tú, siempre fuiste tú. Nunca debí dejarte ir, cariño" - Louis Tomlinson