Decidí que seguir a Abby sin que ella lo supiera iba a ser lo mejor. Ella había tomado un total de cuatro piñas coladas para el momento en que había decidido irse. No quería llegar a mi casa sin saber si ella había llegado bien a la suya. Sana y salva. Ella no lo sabría y yo quedaría con la conciencia tranquila de que Abby había llegado en una pieza a su casa sin haberse herido en el camino o a alguien más.
Yo solo había bebido dos cervezas, pero una había sido sin alcohol, así que prácticamente había tomado una. No tendría problemas manejando hacia su casa.
El problema fue que la perdí en un semáforo en rojo y ella tomó una ruta diferente a la que yo había usado en las veces anteriores, así que tuve que confiar en mi instinto y simplemente llegar por la ruta en que yo iba siempre.
Suspiré aliviado cuando vi su auto estacionado en la calle. Sin embargo, algo no iba bien. Dos figuras estaban paradas junto a su auto verde petróleo. Una de esas figuras era ella, porque su cabello blanco era muy fácil de identificar, pero la otra figura no la reconocí. Era un hombre, pero su padre era de contextura más gruesa, no podía ser Richard.
Me bajé del auto sin pensarlo, sin siquiera importarme que afuera el ambiente estaba como para congelarse las pestañas. No me importó. Tenía que asegurarme que aquel sujeto no estaba haciéndole daño a Abby. Que no implicaba peligro para ella. Incluso si sabía que cualquier cosa que ella hiciera o no hiciera no debía importarme en absoluto, pero... no podía no hacer nada con ella allí sin saber qué sucedía.
—Déjame ir. – Eso fue todo lo que necesité oír antes de ver lo que estaba sucediendo.
Abby estaba tratando desesperadamente de alejar al sujeto que la tenía afirmada por los brazos, así que no dudé ni un segundo en separar al tipo de ella, con cuidado de no hacerle daño o tirarla al piso y ni siquiera registré cuando mi mano empuñada se dirigió a la mandíbula del tipo.
— ¡¿Josh?! – La voz aguda de Abby alejó la bruma roja que tenía sobre mis ojos, esa sensación de ira por ver que alguien estaba propasándose con ella. No iba a aceptarlo ni con ella ni con ninguna otra mujer u hombre.
El impacto fue brusco y el golpe hizo temblar todo mi cuerpo y la electricidad recorrió mi brazo, mi mano dolió por una fracción de segundo y después todo fue reemplazado por la sensación de enojo.
— ¿Quién mierda eres tú? – Espeté con brusquedad, el sujeto había caído de espaldas en la calle de adoquines y yo lo incliné hacia arriba desde su sudadera. No parecía ser ningún tipo de delincuente o vagabundo.
—Soy el novio de Abby. ¿Quién demonios eres tú? – Fruncí el ceño. ¿Qué? Él no era su maldito novio, ella había terminado con el idiota hace semanas.
—Soy un amigo de Abby y sé que ella no tiene un jodido novio, tú, imbécil. – Me temblaba el cuerpo a causa de la adrenalina.
—Sí tiene novio. Soy yo. – Dejé ir su sudadera y me burlé de él, identificándolo rápidamente. Bueno, mierda. Si era el jodido ex novio.
—Con que eres el novio infiel, ¿uh? Bueno, déjame aclararte algo, amigo. Abby terminó contigo, vete de aquí antes que saque toda la mierda de ti. Advierto que no va a ser bonito en absoluto. – Me volteé solo un momento para checar que Abby estuviera en una pieza, pero ella se mantuvo en silencio y se veía bien, sus brazos cruzados sobre su pecho. Sorprendida, pero bien.
—Sus padres son abogados, Josh. – Y una mierda. No me importaba que ellos fueran los jodidos reyes de Inglaterra, si este imbécil le hacía algo a Abby... lo destrozaría con mis propias manos. Bueno, no literalmente. Pero haría el intento, eso tenía que contar, ¿no?
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Conociendo lo que es el Amor (Amor en Boston #3)
Romance"Estoy perdiendo mi tiempo cuando siempre fuiste tú, siempre fuiste tú. Buscando la felicidad, pero siempre fuiste tú, siempre fuiste tú. Nunca debí dejarte ir, cariño" - Louis Tomlinson