Capítulo 29: Joshua

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Había salido con Abby un par de veces más desde que me quedé a dormir en su casa aquella noche. Habíamos ido a almorzar y a cenar como una pareja común y no podía dejar de pensar en lo mucho que me gustaba eso. Me encantaba pasar tiempo con ella y no podía negarlo, había decidido ser honesto conmigo mismo y dejar de negar lo mucho que me encantaba esa chica, lo mucho que disfrutaba pasar mi tiempo con ella, disfrutar con ella y de ella. 


Me encantaba cómo ella iluminaba mis días y lograba alejar el estrés que tanto había estado sintiendo, ella había llenado el vacío que había tenido en mi interior y no podía dejar de sorprenderme por ello. 


Abby había hecho en mí cosas que nunca nadie había hecho. Abby había creado sentimientos en mí que nunca antes había tenido y no sabía muy bien cómo lidiar con ello aún.


Hacía dos días le había dicho a Abby que pasaría el fin de semana en Florida con mis padres y ella había estado feliz de saberlo, porque eso significaba que yo tendría un descanso real, alejado de todo el ajetreo que tenía Boston. Sin embargo, había dicho que me extrañaría un montón y deseé ser lo suficientemente valiente como para invitarla conmigo a casa de mis padres, pero perdí la oportunidad en el instante en que abordé el avión que me llevaría a casa.


Ahora, sentado alrededor de la mesa comiendo junto a mis padres, mi madre me miraba con esa mirada suya increíblemente aguda, sus ojos idénticos a los míos. 


— ¿Qué sucede, corazón? – Terminó por preguntar. Mi madre era demasiado inteligente para su propio bien. Ella también podía leerme como a un libro abierto. 


Mi padre, sentado a la cabecera, alzó sus cejas en mi dirección, su tenedor a medio camino hacia su boca. 


— ¿A qué te refieres? – Mi madre bufó y miró a mi padre, cuyos ojos azules ya estaban sobre ella. Ellos estaban conectados a un nivel que yo nunca entendería. 


— ¿Quién es esta chica? – Abrí la boca, sorprendido de que mi madre fuera tan sagaz. Fruncí el ceño en su dirección y cerré los ojos con un suspiro. 


— ¿Por qué crees que se trata de una chica, mamá? – Ella puso sus ojos en blanco y papá soltó una risa ronca que destilaba diversión. 


—Vamos, Josh, tu mamá te conoce a la perfección. Incluso yo me di cuenta que algo estaba sucediendo en esa cabeza tuya. 


—Sabes que te apoyaremos en todo, cariño. Si quieres contarnos está bien y si no quieres, pues estará bien también. 


Dejé los cubiertos en mi plato casi vacío y me encogí de hombros. 


—Estoy viendo a alguien. – Acepté frente a ellos. – Su nombre es Abigail.


— ¿Es serio? – Asentí con la cabeza y volvieron a mirarse entre ellos, una sonrisa apenas disimulada en sus rostros. 


— ¿Cuál es el problema entonces? – Preguntó papá, él tenía el cabello solo un poco más oscuro que el mío y me impactaba el parecido que teníamos físicamente cada vez que lo veía después de un largo tiempo. 


— ¿De qué hablas? 


—Te ves un poco confundido, cariño. – Sonreí abiertamente. 


—Oh, no. No es eso. Me encanta esta chica, ella es genial. Tiene veintidós años. 


— ¿Eso es algo que te molesta? ¿La diferencia de edad? – Sacudí la cabeza, nunca me había importado la diferencia que existía entre nosotros. Yo era siete años más grande que ella, pero nunca había sido un impedimento para ninguno de los dos. 

Conociendo lo que es el Amor (Amor en Boston #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora